Puigdemont rompe con Sánchez y deja la legislatura española en la cuerda floja
Descarta la moción de censura, pero pasa a Junts a la oposición y reta al presidente a gobernar sin mayoría en el Congreso
No habrá moción de censura con PP y Vox para desalojar a Pedro Sánchez de La Moncloa, pero esta el vez el cántaro del apoyo ... de Junts si ha terminado por quebrarse. En una decisión cuyo calado se irá comprobando, toda vez que no ha dinamitado por completo la legislatura española, Carles Puigdemont consumó ayer en Perpiñán la ruptura con Sánchez que venía telegrafiando desde que Míriam Nogueras le advirtiera de que estaba llegando «la hora del cambio» el pasado miércoles en el Congreso, lo que deja al Gobierno en la cuerda floja en el ecuador de su mandato. El expresident, que dio el paso junto a su ejecutiva, reunida en el sur de Francia, retó a Sánchez a ver cómo puede seguir al frente del país, sin convocar elecciones, en la situación de minoría parlamenaria en la que lo ha abandonado.
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Las consecuencias de la comparecencia sin preguntas de Puigdemont, a la espera de la consulta a las bases cuyo aval se da por amortizado, es que Junts pasa formalmente a la oposición, no se sentará ni a negociar los Presupuestos Generales del Estado, da por roto el acuerdo de Bruselas del 9 de noviembre de 2023 que encarriló la investidura del líder del PSOE -y, en consecuencia, levantada la mesa de Suiza con mediador internacional- y los siete diputados postconvergentes solo apoyarán en el Congreso aquellas iniciativas que interesen a Cataluña. El Gobierno se aferra a que no habrá censura y a que los junteros no podrán «votar no a todo» para sostener su determinación de continuar.
La formación soberanista, en cualquier caso, evitó quemar todas las naves. Puigdemont no exigió a Sánchez que convoque elecciones ni abrió la puerta a sumarse a una moción instrumental de la derecha española para echarlo. Pero en el partido creen, en cualquier caso, que Sánchez no tiene otra opción que adelantar los comicios. El expresidente de la Generalitat fue muy explícito con el presidente del Ejecutivo central: «Podrá ocupar poltronas, pero no podrá gobernar».
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Puigdemont desgranó en Perpiñán la relación de agravios por la que responsabilizó al PSOE, con el presidente al frente, del divorcio, acusándole de tacticismo y de falta de voluntad real para cumplir lo firmado. Las negociaciones entre ambas partes ya no tienen recorrido, apuntan fuentes de la cúpula del partido: ni en Suiza ni en el Congreso. El diálogo queda congelado.
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Junts adoptó la decisión de romper con los socialistas de manera unánime y la pone en manos de sus bases. Los 6.000 militantes de la formación están llamados a votar en una consulta interna entre mañana y el jueves. No se esperan sorpresas, en un partido que Puigdemont comanda con mano de hierro y mínima oposición interna. «Hemos decidido romper, ejercer la oposición», profirió Puigdemont el titular del día, antes de decir «adiós» a quienes han sido sus interlocutores desde que sus siete escaños el 23-J le otorgaron la llave de la legislatura.
La lista de incumplimientos que el expresident, enfrentado al Govern de Salvador Illa y acuciado por el auge de la ultra Aliança Catalana, puso sobre la mesa es muy larga. Pese a las sucesivas concesiones de los socialistas, la amnistía sigue sin servir para que pueda regresar a casa, el catalán no ha sido reconocido como lengua oficial en la UE, las competencias de inmigración no han sido transferidas a la Generalitat y la negociación para la resolución del «conflicto» no ha empezado. Junts confiaba negociar en Suiza las bases de un referéndum, un cupo catalán y el «reconocimiento nacional» de Cataluña.
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Con ninguno
Aunque desde hace meses Junts aseguraba que ya no formaba parte del bloque de investidura ni de ningún otro y que su estrategia negociadora iba carpeta a carpeta, el cambio cristalizado en Perpiñán es relevante. No es que Sánchez gobierne con una mayoría débil, es que ya no la tiene. Junts ha protagonizado revolcones al Gobierno -el último, la reducción de la jornada laboral- pero aun a regañadientes se le seguía considerando aliado de Sánchez. La hegemonía de la investidura formalmente dejó de existir ayer en suelo francés.
Fuentes de Junts aseguran que ya ni responderán a las llamadas de los socialistas para negociar y que esta semana en el Congreso podrán verse los primeros efectos de la ruptura. «No daremos apoyo a ningún Gobierno español, ni a éste ni a ningún otro», aseveró Puigdemont.
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Junts vislumbra un adelanto electoral en el horizonte y no quiere que la cita con las urnas le coja de la mano del PSOE, pero tampoco de la del PP. Ya hace tiempo que venía avisando a los socialistas de que las relaciones no iban bien y de que necesitaban un punto de inflexión. Hace un año, amagó con la cuestión de confianza a modo de presión. La acabó retirando, pero los ultimátums han continuado hasta el sello de este lunes. Los de Puigdemont están padeciendo por la abullición de Aliança Catalana, pero los de Sílvia Orriols no concurrirán a las generales.
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