De izquierda a derecha, Ming-Na Wen, Wyatt Oleff, Ralph Macchio, Ben Wang, Joshua Jackson, Jackie Chan y Sadie Stanley. Sony

'Karate Kid: Legends' y su explotación de la nostalgia

A pesar de la falta de inspiración de este título añadido a la saga inaugurada en lo años ochenta, el predecible resultado funciona gracias a su extrema sencillez y a los numerosos giros a anteriores producciones

Jueves, 7 de agosto 2025, 18:59

Da qué pensar el exceso de nostalgia que nos embriaga a la hora de consumir obras de evasión. La melancolía nos atrapa antes de tiempo gracias a a maquinaria de una cultura popular cada vez más anclada en el pasado. La furia por los años 80 no cesa. Hay quien siente nostalgia por tiempos que ni siquiera ha vivido. Ahí está el fenómeno 'Stranger Things', sin que avistemos declive alguno por el momento en esta tendencia, más bien todo lo contrario: la gallina de los huevos de oro promete seguir cacareando sin descanso mientras la morriña gane adeptos. Aunque rememorar, con exactitud, las sensaciones que tuvimos en la infancia es imposible, tal y como demuestra cada nuevo lanzamiento ligado a la franquicia 'Star Wars', exprimir los recuerdos de cualquier época pasada, no necesariamente mejor, da lugar a estrenos comerciales como el que nos ocupa, 'Karate Kid: Legends', o cómo intentar llevar al cine a las nuevas generaciones, arrastradas a las salas por sus ancestros, poseídos por una añoranza preocupante. Esta nueva entrega de la saga, iniciada hace más de cuatro décadas con el mítico señor Miyagi y Daniel San, lo tenía todo para arrasar en taquilla, menos un guion innovador.

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'Karate Kid: Legends' apela sin rubor a la memoria emocional. Comienza con imágenes con olor a celuloide, situadas años atrás, en 1986, rescatando una secuencia de antaño interpretada por Ralph Macchio y Pat Morita, los rostros de la leyenda. La película no tarda en conectar con un fragmento de animación con voz en off que habla del legado de las artes marciales y de la relación entre el karate y el kung fu, principal motivación de un relato de autosuperación que no se distancia, en absoluto, de nada que no hayamos visto ya con anterioridad. La acción salta al presente, en China, donde el señor Han, el entrañable rol interpretado por Jackie Chan -presentado en el reboot de 2010, con el hijo de Will Smith-, cuenta con un alumno aventajado: Li Fong, a quien encarna Ben Wang, visto en 'Chino americano', la serie de Disney + con vocación familiar, basada en el cómic homónimo, una propuesta que pasó desapercibida, a pesar de su valía como artefacto de entretenimiento (el joven intérprete duplica prácticamente su papel). El pequeño luchador aprendiz debe abandonar su Pekín natal y afincarse con su madre en Nueva York. A partir de entonces asistimos a la repetición de la fórmula trillada. El protagonista adolescente tiene que vérselas con un macarrilla e intercambiar impresiones a bofetadas debido a que les gusta, sorpresón, la misma fémina. El chulito desafiante le trae por la calle de la amargura al menudo paladín, cuyas patadas voladoras no aciertan en los primeros combates. Toca entrenar y entrenar para darle la vuelta a la tortilla.

El desubicado protagonista encuentra en el kung fu una disciplina que le permite empoderarse. Por supuesto, en ningún momento 'Karate Kid: Legends' se permite el lujo de hablar de integración o cualquier tema social adyacente. El filme va directo al grano, con una llamativa estructura esquemática, como si el relato hubiera sido sintetizado al máximo, lo que permite ofrecer un resultado de fácil asimilación, para todos los públicos. Hora y media que se pasa volando, para no permanecer mucho más en nuestra mente. Montajes por corte que resumen los entrenamientos y las peleas, con algún flash-back que aporta información sobre el inevitable trauma del protagonista, una pesada carga que le impide avanzar. Li se apunta a una competición de artes marciales en la ciudad, como cabe esperar, con la inestimable ayuda de Macchio y Chan, quienes retoman sus papeles de Daniel LaRusso y el señor Han para convertir a un debutante en un campeón, combinando el karate y el kung fu en una nueva aventura descafeinada, que no arriesga y se limita a apostar por la nostalgia. Completan el reparto principal Ming-Na Wen ('Mulan'), Sadie Stanley ('Kim Possible') y Joshua Jackson ('Somos los Mejores').

'Karate Kid: Legends' ofrece buenas peleas y no aburre en ningún momento, al margen de su falta de ideas. Hay un guiño a la serie 'Cobra Kai', por supuesto, cuyos inicios tienen todo lo que le falta a un lanzamiento que expande las aventuras y desventuras del chico de la mítica patada frontal. La llave de la garza, la técnica de la grulla, asentó un precedente en el ámbito del cine juvenil de superación en los años 80.

Ralph Macchio y Pat Morita, en la tercera entrega.

El éxito de 'Karate Kid, el momento de la verdad' -quién se acuerda de este título en castellano-, mayor del esperado, abrió las puertas a varias secuelas y propuestas derivadas. Dirigida por John G. Avildsen, oscarizado por su labor en 'Rocky', es un título de culto de los 80, marcó a una generación y su protagonista, Ralph Macchio, saltó a la palestra gracias a su intervención en un éxito absoluto de taquilla que le catapultó a una fama efímera (antes colaboró en el reparto coral de 'Rebeldes', de Francis Ford Coppola). Daniel es nuevo en la ciudad. Su deseo es hacer nuevos amigos, pero unos estudiantes de kárate le hacen la vida imposible, hasta que conoce al maestro Miyagi, experto en artes marciales. Bajo su tutela aprende a defenderse de sus enemigos y a tener seguridad en sí mismo. ¡Dar cera, pulir cera!

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La evolución de la franquicia

Tras dos continuaciones que no emocionaron igual, también dirigidas por Avildsen, Morita repetiría su papel como el señor Miyagi en una versión con voz femenina, 'El nuevo Karate Kid' (1994), que pasó sin pena ni gloria, con Hilary Swank antes de 'Million Dollar Baby'.

En 2010 se intentó recuperar el espíritu inicial con un remake que arrasó al otro lado del Atlántico, pero no tanto en el resto del mundo. Encabezó el proyecto Jaden Smith, el pequeño vástago del popular Will Smith, con el cual había compartido protagonismo en la cinta melosa 'En busca de la felicidad'. Por la temática, 'The Karate Kid' pudo llamarse 'The Kung Fu Kid'. La historia se repite, pero la acción se traslada a China, donde aparece un nuevo profesor Miyagi. El joven protagonista también se muda de continente. Afincado en un país donde se siente un extraño, se enamora de una compañera de clase y surge la confrontación con el matón de turno. Menos mal que aparece en escena el mismísimo Jackie Chan para darle clases de kung fu y poner las cosas en su sitio.

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Ralph Macchio y William Zabka en la serie 'Cobra Kai'; Jackie Chan y Jaden Smith en 'The Karate Kid' y Hilary Swank y Pat Morita, en una imagen promocional de 'El nuevo Karate Kid'.

La fiebre por Karate Kid resurgió, inesperadamente, gracias a 'Cobra Kai', una webserie apadrinada por YouTube, cuando la famosa plataforma quería competir en la guerra por el streaming produciendo ficción. El salto a Netflix fue el espaldarazo de una continuación, 34 años después de las aventuras y desventuras de Daniel San, que devino un sorpresón. El revival acumuló rápidamente millones de visionados. El cambio de rostro del protagonista de la acción fue un hallazgo, que pasa a ser el villano de la función de la primera entrega, el rubio Johnny Lawrence, interpretado por William Zabka, cuya filmografía no había vuelto a conocer el éxito desde que formase parte en su adolescencia de uno de los taquillazos de los años 80. Larusso, encarnado por Macchio, pasa a un segundo plano, aunque su presencia es igualmente esencial. Su rivalidad resurge tres décadas después, cuando Johnny decide reabrir el viejo dojo Cobra Kai para reencontrarse a sí mismo. Dos roles míticos vuelven a enfrentarse, con algunas arrugas de más, para solucionar sus desavenencias. Uno ya no es lo que era, para nada, mientras el otro se ha convertido en un exitoso hombre de negocios. Ambos son padres, con voz para su descendencia. Ahora importa más el perdedor, el malo, reconvertido en antihéroe, una decisión loable.

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