Tiempo atrás, cuando todo el mundo se quejaba de que el aceite de oliva se había puesto por las nubes, con precios de hasta 10- ... 12 euros el litro del virgen extra, arreciaban las críticas contra supuestas prácticas especulativas y se acusaba al Gobierno de no hacer nada para remediar la escalada de un producto clásico de nuestra dieta. Como dicen en Italia: 'piove, porco Governo'. Aquí podría ser lo contrario, porque el problema derivaba de la prolongada falta de lluvias que provocaba una producción olivarera por debajo de la mitad de un año normal. Pero de poco servía insistir en que, en vez de rondar 1,3-1,4 millones de toneladas, que da para abastecer con normalidad el consumo interno, exportar con alegría y mantener reservas de enganche entre campañas, por dos años seguidos estábamos en la mitad o menos, con lo que no había para todo. En consecuencia, lo que deriva de esa ley no escrita de la oferta y la demanda: menos existencias para la misma demanda, más precio. Pero no había manera. Se estableció un raro convencimiento de que había como gato encerrado. No bastaba con reiterar que fallaba la producción y seguía faltando la lluvia. Muchos ciudadanos parecían convencidos de que se podría hacer algo que no se hacía y hasta se escuchaban disertaciones apuntando a que, pasado un tiempo, lo que había subido tanto ya debería de bajar. No importaba el ciclo vegetativo. Más que nunca surgió la evidente lejanía de la mayor parte de la población sobre el origen de las cosas que comemos. Los olivos florecen en abril-mayo, la mayoría de la superficie olivarera depende de la lluvia, si no hay agua en el suelo no cuajan las olivas, o luego no engordan, se mustian, se caen... No hay aceite. Y muchas instituciones y plataformas tampoco contribuían a educar con la verdad, preferían apuntarse tantos mediáticos.
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Ahora estamos en la otra orilla. Las lluvias trajeron un giro radical. Hoy se puede comprar aceite virgen extra a menos de cinco euros, y puede seguir bajando, porque la oferta supera a la demanda. Tanto, que parte del sector olivarero pide ya que se activen mecanismos de retirada que permitan mantener precios mínimamente dignos para el productor y guardar excedentes para cuando vuelvan las vacas flacas.
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