El heredero se fue a Granada arrastrando los pies y la maleta. «¡Con lo bien que se está en casa!», suspiró a modo de despedida. ... Hombre, a ropa planchada y a mesa puesta. Así cualquiera. Ahora, en cambio, le toca poner lavadoras y fregar los platos a mano. «¡¿Es que no va a haber lavavajillas en ningún piso de estudiantes?!», pregunta con profunda consternación, como quien se pregunta por qué existen las guerras en el mundo.
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Es lo que ocurre cuando te dan la vida hecha, que ya no sabes qué hacer con ella. Pues quejarte. Y, si eres famoso, monetizar la queja. Los del vulgo van a 'De Viernes'; los nobles, los ricos y demás gatos de angora lo hacen a través de un libro, que es mucho más fino. El prestigio de la lectura. Bueno, también hacen audiolibros, que no se van a perder el mercado de los analfabetos funcionales. Lo hizo el príncipe Harry con su autobiografía, titulada en inglés 'Spare', algo así como 'repuesto'. El nombre original es mucho más apropiado que 'En la sombra', con el que se llamó en España: si Harry, que vive bajo los focos desde su nacimiento, está en la sombra, los demás estamos en un agujero negro.
No pongo en duda que pertenecer a ese clan tiene que ser una píldora difícil de tragar, aunque sea acompañada de un champán carísimo. Con todo y con eso, y por lo que se ve y por lo que se adivina, hace más frío fuera de la familia que dentro; de ahí que el hijo pródigo se haya reunido con su padre para ver si puede arreglar las cosas. Pero este le ha dejado clarísimo que no puede estar al plato y a las tajadas, ni ser un miembro de la familia real «a medias», solo para lo que le conviene. También le ha dicho que aprenda a poner lavadoras. El mío ya sabe. Lo de planchar, ya tal.
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