Ventilar mensajes en la red X (antes Twitter) cuando estás de retiro forzoso allá en la gélida sombra del penal guarda similitud con lo del ... náufrago que arroja botellas al mar con carta incluida. Pero si las posibilidades de leer las misivas del Robinson de turno eran casi nulas, las del que catapulta sus palabras gracias a la ayuda exterior queda asegurada. Celebramos los mensajes del Ábalos recién entrullado, y entendemos que pretende que nadie le olvide, sobre todo su antiguo jefe, uno que recibe dardos vía su esposa. Aunque tememos que, debido al vértigo que nos envuelve, dentro de poco, a no ser que dispare mandanga de la buena, nos aburriremos de lo suyo. Entre otras cosas porque en estos tiempos actuales el muermo nos traspasa rápido.
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En cualquier caso, la modalidad de influencer, por así decirlo, del sector intramuros, resulta original. Si Koldo nos mostró cómo preparar la maleta que te acompaña hacia el imperio de los barrotes con la dulce parsimonia de una jovenzuela que te indica qué llevar de viaje, no sé, por ejemplo a Mallorca para unas breves vacaciones, Ábalos demuestra su carácter jugando con X. Por un lado, mantiene en tensión y permanente acollono a sus compañeros de antaño, y por otro mata el rato maquinando hasta qué punto tira de la manta. De momento, a uno se le antoja que pecan de confusos. Lanzan un tanto a lo loco sus pedradas... Que si Begoña, que si los Hidalgo, que si la Robles, que si yo pasaba por allí y escuché esto y aquello... No sé, nos despistan. Ignoro si esta dispersa siembra responde a una estrategia o si tratan, simplemente, de marear. En cualquier caso, nuestro presidente, cuando le entrevistan, confiesa que no conocía el lado personal y festivo de Ábalos. Sus tres compinches del hispano 'road movie' han pisado la trena (uno salió, los otros entraron), y él no se enteraba de los saraos. Curioso. Mucho.
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