Los días que dejamos atrás se han llenado de rostros que simbolizan los daños indirectos que ha dejado la dana. Esos rostros que con el ... tiempo olvidamos, porque no son las víctimas directas, pero que, sin embargo, expresan en toda su dimensión el sentimiento de hundimiento que queda tras la catástrofe. La esposa de uno de los fallecidos, sus padres, los hijos, los buenos amigos... Muchos de ellos ven cómo levantar su vida se ha convertido en imposible, porque ellos no son un muro. Y asumen, angustiados, cómo su ánimo jamás encontrará el consuelo absoluto. Son los rostros anónimos que van a seguir sufriendo. Como también lo hacen los familiares, la madre, los hijos... de aquellos que ahora son señalados por lo que ocurrió. Argüeso, Pradas, Mazón, Sánchez... Al final, las víctimas que de forma injusta nos arrebató la lluvia y aquellos a los que ahora se les juzgan, vivían o viven con un entorno que escriben, en la invisibilidad, otras múltiples historias de tristeza y asfixia. Repito: una madre, un hijo, un esposa, el amigo... De un sorbo y sin azucarillo.
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