Plaza redonda

Cautivos del agua

La Comunitat vive su día grande atrapada en la gran riada; aunque convencida de que, más allá de la política, la sociedad unida crece más fuerte

Jesús Trelis

Valencia

Miércoles, 8 de octubre 2025, 22:57

Si las previsiones meteorológicas se cumplen, hoy lloverá. E incluso mucho en algunos puntos. De hecho, el temporal ha puesto en jaque toda celebración, incluida ... la procesión cívica. La lluvia volverá a marcar, por tanto, otra jornada de la vida de los valencianos. Esperemos que con cordura. Aunque ya estamos acostumbrados a ver cómo el agua, que arroja las tormentas, siempre ha terminado reivindicándose: fiera a veces; incontrolable, otras. Casi siempre lógica: reclamando sus espacios naturales. Sus lugares. «Ha enmudecido el campo, presintiendo la lluvia», escribió Miguel Hernández. «Suena en las hondonadas en los barrancos: suena / como una pasión íntima suicidada o ahogada».

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Los versos del poeta de Orihuela recuerdan, obligadamente, la terrible dana sufrida hace un año. Esa que ha empapado, por todos los costados, la celebración del día de la Comunitat. Lo hizo, de hecho, ya la semana pasada cuando el PSPV puso en el foco, de forma poco afortunada, la asistencia de Carlos Mazón a la procesión de la Real Senyera. «Confío en que sea cívica», expresó el jefe del Consell en su entrevista a LAS PROVINCIAS.

Más allá de ese rifirrafe político, en el que se quebraron los límites que marca lo institucional, lo padecido desde la gran riada está presente de múltiples maneras en la calle. Tanto es así que el propio Consell, como no podía ser de otra manera, acabó centrando sus condecoraciones del 9 d'Octubre alrededor de lo que nos ocurrió y nos atenazó aquella fatídica jornada. Un reconocimiento calidoscópico -aplazado precisamente por una dana- que buscaba dar visibilidad a todos aquellos que, de una manera u otra, jugaron un protagonismo indeseado antes, durante y tras la catástrofe. Un protagonismo que jamás quisieron tener. De hecho, la negativa de asistir a estos actos institucionales de las entidades que representan a buena parte de las víctimas ha sido el reflejo de la situación en la que nos encontramos. Un momento en el que las heridas por lo ocurrido siguen supurando un dolor imparable. Y sigue vivo y punzante en la memoria. Una angustia que renace constantemente y con la que muchos se empeñan en jugar para, lamentablemente, sacar rédito político. Muchos que han manoseado y manosean todavía ese sentimiento de indignación, tristeza, abatimiento... que habita en muchas cabezas y en muchas casas desde la letal riada. «Llueve como una sangre transparente, hechizada», decía premonitorio Hernández.

Con motivo de este 9 d'Octubre, LAS PROVINCIAS ha entrevistado al presidente de la Generalitat. Gran parte de esa amplia conversación habla de lo que ocurrió. De lo que pasó el día fatídico y después. Mazón, señalado y condenado por muchos, responde en ella con su verdad; reivindica su trabajo, y justifica sus errores. Y es indudable que no dejará satisfechos a muchos; que otros, redoblarán sus críticas; que algunos más empatizarán con su postura, y que posiblemente a nadie dejará indiferente. Pero más allá de eso y del valor periodístico, lo que queda tras ella es una realidad: que los efectos colaterales de la mayor riada que ha vivido la Comunitat seguirán marcando nuestras vidas durante mucho tiempo. Años. Seguirán su propio cauce -el judicial, el político, el social...-, como el agua que se reivindica en esta tierra siempre y de forma constante. Como si ese líquido, que da vida y a veces nos la arrebata, fuera un hilo transparente que nos hermana. Porque ella, el agua, esa que escasea tantas veces hasta ponernos en alerta y esa que es infernal otras hasta destrozarnos, siempre acaba haciendo fluir el sentimiento más puro de los valencianos. Ese 'germanor' que nos caracteriza, aunque a veces ni nosotros nos lo creamos. Ese compartir, esa solidaridad que se vio de forma descarnada en la dana. Que nos encogió el estómago cuando, aquella madrugada del 31 de octubre, en medio de una densa humedad, los voluntarios salieron a tender la mano a sus hermanos del Sur, porque el carácter valenciano así lo reclamaba.

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Somos tierra de compartir. En la fiesta y el dolor. Esa tierra en cuyo mapa sentimental -que hoy intentamos trazar en el periódico- fluyen sus esencias. En una paella familiar; entre los vestigios de un glorioso modernismo; entre la arquitectura de una barraca, y entre las voces auténticas que entonan 'les albaes'. Atardeceres, recetas, instituciones, tradiciones... que hablan de nosotros. Del fuego y del agua, como si estuviéramos acostumbrados a convivir en los opuestos. Juntos, pero diversos. Diferentes, pero cómplices. Unidos por un río invisible que traza nuestro ADN y por el fuego purificador que desata nuestras pasiones. Un poema de Guillermo Carnero («Sonido leve de las aguas dulces, / apenas perceptible: la caída»); una escultura de Miquel Navarro, que apunta vigorosa al cielo, como un 'parotet' en nuestro lago; Sorolla, pintando 'Y aún dicen que el pescado es caro'; el Genovés, resumiéndolo todo en el Abrazo. María José Félix, emprendiendo entre helados. Ana Lluch, salvando. Un abanico en manos del artesano. Una joven investigadora de la Politécnica, trabajando con un robot articulado; un cohete llamado Miura que nació en un mural de Paco Roca, solemne, en la Rambleta; el cine de Joecar Hanna, sublime sin rozar los 30 años, que triunfa en EE UU sin dejar de hablar de su tierra. A su manera. Con su mirada, vibrante, vivaz, ambiciosa, creativa, viva... Como es esta Comunitat que hoy celebra contenida su fiesta. Sin olvidar, la mirada temblorosa de una de las miles de víctimas de la dana. Una de las cientos de víctimas a las que el agua le arrebató su pasado, le amargó el presente y le zarandeó su futuro.

Una víctima entre cientos. Qué más da su nombre. En realidad, qué más dan los nombres en su totalidad cuando, al final, somos un todo. Porque la dignidad de nuestra tierra está por encima de cualquiera. Sea quien sea. Por encima de todo y todos. «Todo se hace entrañable, reconcentrado, íntimo. / Como bajo el subsuelo, / bajo el signo lluvioso. / Todo, todo parece desear ahora / la paz definitiva». Otra vez, la poesía. Otra vez cautivos por el agua. Otra vez, nuestra esencia a la sombra de un himno. El himno. Tots a una veu... En peu, alçem-se... Himnes de pau...

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