Nunca le agradeceremos bastante al general Gan Pampols que aceptara dar el salto a la política. Rompió el techo salarial vigente en la Liga valenciana ... y ha presentado unos planes de recuperación de las zonas afectadas por las torrentadas y de anticipación a futuras avenidas que nadie parece dispuesto a seguir. Pero esa sincera denuncia suya de las renuencias y las rémoras que ha encontrado en el interior del Leviatán autonómico no tiene precio. Compensa con creces la soldada -¿O debería decir generalada?- que percibe. La sola exposición de lo que descubrió en su neófita aproximación a la realidad laboral de la Generalidad deja en evidencia hasta qué punto son claudicantes las primas de productividad que otorgan ciertos consejeros y lo apremiante que resulta que el Consell cumpla las anunciadas medidas contra el absentismo en las instituciones oficiales. «Hice un llamamiento a la función pública de la Generalitat para conseguir 28 técnicos y de 23.000 funcionarios sólo mostraron interés 81. Les convoqué a una reunión y únicamente acudieron 31». De los cuales apenas dieron el definitivo paso al frente un A1, un A2 y once interinos que no podían abandonar la vacante que estaban cubriendo. Con el agravante de que no es la primera vez que nuestra burocracia demuestra cuál es su entrega y dedicación a la causa. La entonces consejera de Función Pública Gabriela Bravo se vio obligada en 2020 a publicar una resolución de regreso presencial de la plantilla porque los señoritos se resistían a volver al trabajo alegando que pillarían el virus. Una súplica tan condescendiente e inimaginable en la empresa privada que les ofrecía la posibilidad de incorporarse a los turnos vespertinos, menos concurridos por lo general. Y ni aun así consiguió estimularlos. Sólo se presentaron 36 voluntarios. De novios de la muerte les tacharon. Y es que no sólo escasean las vocaciones religiosas. Que concurran cientos de miles de aspirantes a las distintas oposiciones que se convocan en Correos, sanidad, Policía Nacional o magisterio no significa, ni mucho menos, que haya todas esas personas deseosas de repartir alegrías, curar enfermos, velar por la seguridad de los demás o enseñar al que no sabe. Mayoritariamente significa que hay una multitud deseosa de encontrar un empleo fijo, cómodo e inamovible. Una inviolabilidad que, por si sirve de algo recordarlo, no existe en Reino Unido, Dinamarca, Suecia y Finlandia, ni mucho menos en Holanda, Bélgica y Francia, donde los contratos funcionariales se pueden rescindir por bajo rendimiento. En una cosa pecó de gremialista el ahora consejero Gan Pampols. Presumió de que en el Ejército menudean los voluntarios y eso no es exactamente así. Lo primero que aprendes en la mili es que voluntario, ni para comer. El menor riesgo es que te caiga la peor imaginaria.
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