La que le han montado a Díaz Ayuso por un fin de semana que pasó con la familia en un chalet adquirido por la Comunidad ... de Madrid para engrandecer el parque nacional de Guadarrama es tremenda. Con el corazón se lo digo: No hay derecho. Pero si cenó en un restaurante, se llevó la comida de casa y no dispuso de servicio, como ella misma ha contado para que no se la tache de aprovechada. Es que si me lo dijeran de Eduardo Zaplana, que también compró un chalet, este con vistas al mar, para supuestamente ampliar los límites de otro parque natural, el de Ifac, me lo creería a pies juntillas. Bueno es el (ex) molt honorable. Pero atribuirle esta gorronería a la presidenta madrileña, que ha vivido de alquiler o de prestado durante casi 20 años, suena, tal como indica la réplica, a persecución «comunista» y «chavista», por este orden. Porque sí, a Díaz Ayuso se le escapó una vez que el presidente madrileño debería residir en una vivienda oficial. Y quizá olvida con demasiada frecuencia que Las Marismillas, La Mareta y Quintos de Mora son los Camp David y la Casa Blair de los EE.UU. Pero no ordenó que se le instalara un jacuzzi en una equipada habitación de cuya cerradura sólo ella tendría llave, como sí hizo Zaplana nada más tomar posesión de la Generalidad. Y, si de alquileres privados se trata, el inquilinato del exalcalde de Benidorm en un panorámico apartamento de la Pagoda duró lo que tardó un futuro consejero de Bancaja en reformar y venderle un pisazo de Jardines del Real por lo mismo que le costó a él. Un inmueble famoso por ser allí donde el siguiente propietario encontró la piedra Rosetta del caso Erial. Lo que nadie ha podido atribuirle a Ayuso -que pretenda pasar algo más que un solitario fin de semana «en la sierra», dicho sea en madrileño- se desprende clarísimamente de la incorporación del chalet de Ifach al patrimonio de la Generalidad. Zaplana firmó personalmente la operación, reformó las instalaciones, las dotó de pista de pádel -su deporte preferido-, nombró a su cochero y a la señora de éste guardeses y sólo cuando trascendió lo que tramaba alegó que aquel recóndito Nido de Águilas funcionaría como residencia de visitantes ilustres. Una trola más de las muchas que contó el exministro a lo largo de su polémica carrera porque antes se llenó de okupas que se alojó allí un respetable invitado de la institución. 25 años se cumplieron en enero de su inauguración y abandono, pues ni uno solo de los cinco presidentes que le han sucedido ha osado siquiera cedérselo al Ayuntamiento de Calp, que lo pretende para crear un museo de la desaparecida Pobla d'Ifac.
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