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Las vacaciones y el aprendizaje de los niños

Andrea Ollero, vicedecana del Col·legi Oficial de Psicologia de la Comunitat Valenciana

Lunes, 15 de julio 2024, 01:10

Llega el verano y los padres se preguntan cómo hacer para que estos más dos meses de vacaciones escolares no se conviertan en un agujero ... negro en su formación continua. Semanas antes de que los niños, niñas y adolescentes empiecen las vacaciones, las familias están inmersas en la reorganización del tiempo y de los horarios estivales ya sea para conciliar, para que en el tiempo de ocio realicen actividades o para que ambas situaciones se lleven a cabo.

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Buceando en las conversaciones entre padres y madres, es común notar cierta preocupación ante la posibilidad de que sus hijos no hagan 'nada' durante las vacaciones. Hay que evitar (casi a toda costa) que 'pierdan el tiempo'. Por eso, se dice que es conveniente practicar algún deporte y repasar materias abordadas durante el curso. Y es cierto, pero a veces, se nos olvida que el verano es un buen momento para fortalecer los lazos afectivos con nuestros hijos e hijas y con toda la familia. Reencontrarnos sin tantas rutinas y obligaciones nos permite relacionarnos entre nosotras de una forma más relajada. El verano actúa como desestresor de la presión del trabajo y de las obligaciones escolares.

A la preocupación sobre qué hacer se nos une la de que pierdan todo lo aprendido y la vuelta al cole sea una hecatombe. Deberíamos conocer los principios básicos del aprendizaje. Por una parte, los factores emocionales influyen directamente en el rendimiento académico. Los niños, niñas y adolescentes contentos con sus vidas, con paz interior, sentimientos de ser queridos y aceptado con sus éxitos y fracasos por parte de los familiares y amistades, están más predispuestos a aprender, a esforzarse, proponer retos y probar sus capacidades.

Por otra parte, el desarrollo intelectual y las capacidades para el aprendizaje no se potencian haciendo «más de lo mismo» y de la misma forma, sino viendo diferentes caminos y potenciado la creatividad y la investigación. El verano es un tiempo de recarga intelectual, estímulos sensoriales diversos y enriquecedores, para empezar a septiembre con energías renovadas.

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Para los más pequeños, jugar con los padres será la puerta para su desarrollo intelectual. Para los mayores, una oportunidad de no ser sólo juzgados o valorados por las notas, sino vivir los hogares como la casilla de seguridad y reconocimiento personal. Tener momentos especiales con la familia o sin hacer nada, disfrutar también del aburrimiento, 'aprender a no hacer nada' en contraposición con el estrés de las abundantes actividades extraescolares.

Hace más de 2.000 años, Platón ya enunció 'todo aprendizaje tiene una base emocional'. En la actualidad numerosas investigaciones del campo de la neurociencia, la psicología y la educación avalan la importancia de las emociones en los aprendizajes.

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La inteligencia es una capacidad mental muy general que permite razonar, planificar, resolver problemas, pensar de modo abstracto, comprender ideas complejas, aprender con rapidez y de la experiencia. No constituye un simple conocimiento enciclopédico o una pericia para resolver tests.

El periodo estival es buen momento para potenciar habilidades en nuestros hijos que no sean las académicas. Considerar que hay muchos tipos de inteligencias no sólo las dirigidas en las matemáticas o en las lenguas, también puede ser las musicales, las artísticas. Lo que de forma natural no tenemos habilidades se puede entrenar, pero potenciemos las habilidades que son nuestras fortalezas y quien sabe van a determinar nuestro futuro profesional. Potenciando sus fortalezas mejorarán el autoconcepto y la autoestima.

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En el momento de planificar las actividades contar con la participación de nuestros hijos e hijas, tanto relacionadas con el estudio como en el ocio, será garantía de éxito. A través de éstas se pueden fomentar las competencias para el aprendizaje. Por ejemplo, haciendo un bizcocho se trabajan las matemáticas con las medidas de peso, la capacidad de organizar la información distribuyendo los ingredientes, etc.

La lectura siempre es una actividad recomendada para mayores y pequeños así como aquellas que se realicen al aire libre o en contacto con la naturaleza. El ejercicio físico también es una muy buena opción ya que el movimiento es un buen aliado para el desarrollo neuronal y de la salud. No podemos ponernos una venda en los ojos obviando que las pantallas son las favoritas para pasar el tiempo de ocio. El verano es una oportunidad para acercarnos a su mundo virtual, conocer los valores de nuestros hijo e hijas y poder entrenarlos a tener un razonamiento crítico. ¡Buen verano en familia!

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