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Andrea y Bebeto en la barca de camino al banquete de su boda. LP

Los 'sí, quiero' más románticos de la Albufera

Novios que se casan en una barca, banquetes en barracas y enlaces a la hora del atardecer... La moda nupcial en el humedal va a más

Rosana Ferrando

Valencia

Lunes, 4 de agosto 2025, 00:10

Entre cañas y arrozales, ocurre algo que no cabe en las fotos y los videos. Una ceremonia que va más allá del vestido, el banquete ... y los fuegos artificiales: en la Albufera casarse también es navegar. Y no en sentido figurado. En los últimos años, el parque natural se ha convertido en el escenario perfecto para decir el 'sí, quiero', donde el altar es un embarcadero, el sol se inclina sobre la laguna para no perderse el acontecimiento, las barcas cortan el silencio del agua y la tierra huele a azahar.

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El rito de la llegada en barca

No es una moda. No es solo para la foto. La llegada en barca al recinto donde se celebra la boda se ha convertido en uno de los momentos más mágicos y significativos de estos enlaces. Cada pareja lo adapta a su manera. Algunas novias cruzan la laguna acompañadas únicamente por su padre y sus damas, como lo hizo Laura, con la emoción contenida y el barquero organizando los tiempos por walkie talkie. Otras prefieren invertir los papeles y dejar que sea el novio quien surque el agua, mientras ellas llegan en un Mehari, al más puro estilo mediterráneo. Mehdi y Nuria eligieron esta estampa.

Hay quienes convierten el trayecto en una sorpresa absoluta: los invitados no saben a dónde van, el autobús los deja en un embarcadero sin más explicaciones y, de pronto, una barca aparece para llevarlos al corazón del lago. Los grupos se mezclan al azar, entre risas y miradas compartidas. Todos observan alrededor y repiten lo mismo: «Nadie había hecho algo así nunca». Esta fue la opción que eligieron Sandra y Eva, que se encontraron con sus seres queridos a mitad de camino y navegaron todos juntos hasta El Tancat de l'Albufera.

Bodas que hablan valenciano

Muchas de las parejas que escogen el humedal, lo hacen porque es «muy de la terreta», como dice Lara, que llevó a sus invitados desde Valladolid, lugar de nacimiento de su marido, y de toda España en general, a una boda entre barracas, arrozales y agua. Querían compartir lo auténtico, lo que no se alquila ni se compra: la esencia viva de un lugar.Las parejas buscan unir la identidad valenciana que late en el corazón del parque con la originalidad. Eva se dedica a la fotografía de boda, por lo que está muy empapada del sector. Ella quería algo que fuera distinto a todo lo que había visto en todas las celebraciones a las que había asistido. Todo un reto, pero consiguió distinguirse y grabarse en la mente de sus invitados.

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Los novios buscan unir la identidad valenciana que late en el corazón del parque natural con la originalidad. Eva se dedica a la fotografía de boda, por lo que está muy empapada del sector nupcial. Ella quería algo que fuera distinto a todo lo que había visto en todas las celebraciones a las que había asistido. Todo un reto, pero consiguió distinguirse y grabar su enlace en la mente de sus invitados.

Bodas en la Albufera LP Y CÉSAR GUERRERO

Incluso parejas de otras latitudes lo tienen claro. Laura, colombiana, y su marido David, húngaro, quisieron rendir homenaje a la ciudad que los acogió. Llegaron en barca al Tancat de l'Albufera y recibieron a sus invitados con horchata bien fría. A la bienvenida refrescante le siguieron la paella y las torrijas. «No tenemos palabras para describir lo felices que quedaron los invitados después de vivir esta gran experiencia», explican los recién casados desde el 6 de junio.

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La boda de Nuria y Mehdi, con invitados llegados de Marruecos, Francia y toda España, fue un puente entre orillas. Celebraron su amor entre velones blancos y arrozales verdes, con una gran mesa imperial y músicos marroquíes que pusieron a todos a bailar. Para ellos, el humedal fue ese lugar donde el pasado y el porvenir se dan la mano.

Retos de celebrar una boda en un parque natural

Celebrar una boda en la Albufera no es tan sencillo como reservar un salón de banquetes o acudir a una de las muchas masías que hay cerca de la capital. La belleza impone sus normas. Por respeto a la fauna y al entorno, no se permiten tracas, ni petardos, lo cual puede echar atrás a muchos valencianos. Tampoco se puede poner música pasada la caída del sol, incluso más pronto que la Cenicienta, a las 10 de la noche, deben parar los bailes, por lo que las bodas tienen que ser de día. Este no fue el caso de Sandra y Eva, que se casaron en el término municipal de Massanassa, donde las restricciones horarias no son un problema, por lo que pudieron disfrutar de una boda de noche.

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Los drones, en muchos casos, están prohibidos. Y si llueve, no hay plan B: casi todo sucede a cielo abierto. Hasta el transporte supone un reto: los autobuses no siempre pueden circular por los caminos estrechos.

Aun así, quienes lo han vivido no se arrepienten. «Sabíamos que renunciábamos a algunas cosas, pero ganábamos otras mucho más importantes», cuenta Andrea, que se casó en la barraca de El Palmar. El espacio, gestionado por el Grupo El Alto, ha sido restaurado con un respeto absoluto al entorno, y ofrece un equilibrio sereno entre lo tradicional y lo elegante. El catering trabaja con productos locales y de temporada. Nada de confeti ni bengalas contaminantes. Cada detalle está pensado para cuidar ese lugar que lo hace posible.

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El paisaje se queda dentro

Hay algo en lo que todos los testimonios coinciden: el atardecer. La luz. La sensación de estar dentro de un cuadro que se mueve. Incluso los invitados más escépticos acaban rendidos. «Aún hoy, dos meses después, seguimos recibiendo mensajes: 'fue la mejor boda a la que hemos ido', 'era todo tan especial'...», cuenta Laura.

Sandra y Eva lo resumen como nadie: «Es como casarse dentro del agua. Al llegar en barca es como adentrarse en un lugar recóndito. Si los invitados hubiesen llegado con su coche al sitio no habría sido igual de mágico».

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Embarcaciones, atardeceres, verde intenso, caña, barro y tradición son los ingredientes de una boda al más puro estilo valenciano. El sueño de las parejas que no quieren que sus invitados queden indiferentes y una oda reivindicativa a sus raíces o la ciudad que les ha acogido. Una muestra que incluye sabor, placer visual y, sobre todo, mucho cariño.

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