Recientemente hemos conocido la intención de la Unión Europea de dar un impulso a la fabricación de baterías en nuestro continente. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha anunciado un paquete de ayudas de 1.800 millones de euros para impulsar la fabricación de baterías en Europa. Pero, ¿es esto suficiente?
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Como siempre, en Europa se llega tarde, no es ninguna novedad. Las marcas están hartas de plantear que las regulaciones y objetivos de cara a 2035 son imposibles y que este tipo de regulaciones frente a la libertad total de mercados como el asiático o las medidas arancelarias de Estados Unidos pueden suponer un problema muy grave de futuro para las marcas europeas. Y el problema ya lo estamos viendo en el presente.
Apostar por la fabricación en el viejo continente siempre es bueno, por supuesto, pero es que hasta las marcas de fuera de nuestras fronteras continentales ya están apostando por la producción en suelo europeo.
Los precios, regulaciones y la coyuntura que vivimos en Europa es insostenible para las marcas 'de casa', pero esto no es nada nuevo, es algo que llevamos denunciando muchos años: no puedes obligar a las marcas a vender un producto por pura regulación cuando el mercado ni los consumidores están por la labor de comprar ese producto.
Pero esto no es algo que pase sólo en la industria del automóvil. Las excesivas regulaciones y trabas burocráticas de la Unión Europea frente a la libertad y agresividad de otros mercados sigue haciéndonos ser cada vez más pequeños a nivel comercial e industrial.
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Quizá, cuando desde Europa vean que el problema es demasiado gordo, puede que sea demasiado tarde. Todavía están a tiempo de escuchar a marcas y empresas.
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