El obispo emérito de Lleida, Joan Piris, y otras autoridades eclesiásticas en la clausura de la fase diocesana del proceso. :: Tino calvo

La última exhumación del Pare Pere constata que el cuerpo permanece incorrupto

Dénia acoge la clausura de la fase diocesana del proceso de beatificación del fraile franciscano dianense que se inició hace una década

R. GONZÁLEZ./C. PASTOR

Sábado, 18 de junio 2016, 00:13

La última exhumación de fray Pedro Alfonso Esteve, conocido popularmente como el Pare Pere de Dénia, ha mostrado que el cuerpo del franciscano fallecido en 1658 permanece incorrupto, como ya se pudo comprobar en anteriores ocasiones cuando el féretro fue cambiado de emplazamiento. Y no sólo eso, también se han encontrado documentación sobre él que se remonta al siglo XVII y que llega hasta 1939, año de su último traslado hasta su actual lugar de reposo en su Dénia natal. En mayo se exhumó su cuerpo dentro de las actuaciones del proceso de beatificación, cuya fase diocesana la clausuró ayer en la iglesia de la Asunción el obispo emérito de Lleida, Joan Piris Frígola. Ahora todo el material recopilado se remitirá a Roma, a la Congregación para las Causas de los Santos.

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El desenterramiento del Pare Pere se llevó a cabo a puerta cerrada. En él estuvieron presentes un médico forense, representantes eclesiásticos y de la Comisión de Peritos en Historia y Archivística que se constituyó en 2006, cuando se inició el proceso de beatificación del fraile franciscano. Uno de los miembros de esta comisión, Javier Calvo, destacó que el estado de conservación de los documentos era muy bueno, especialmente los que databan de los siglos XVII y XIX, mientras que los más recientes, los del siglo XX, no están tan bien al ser el papel y la tinta de peor calidad. Según detalló, el tipo de material utilizado en los papeles más antiguos, corresponden a los usados en esa época. Además, se notaba la diferente caligrafía de cada uno de los escribanos.

La documentación, según explicó ayer la notaria adjunta de la causa, constató que lo que se contaba sobre el Pare Pere era cierto.

El acto de ayer fue el primer paso para el comienzo de la canonización del Fray Pedro Alfonso Esteve, que se llevará desde Roma. Estuvieron presentes, además del obispo emérito de Lleida; el padre Oltra; el sacerdote de la Asunción, otras autoridades eclesiásticas, además del alcalde de Dénia, Vicent Grimalt, y las ediles, Mari Martínez y María Mut. Sin olvidar a los miembros de la Cofradía de la Santíssima Sang, con su presidente, Andrés Escribá, y un buen número de ciudadanos que llenaron el templo en una ocasión tan especial.

Todos alabaron la figura del Pare Pere, agradecieron el fervor de los dianenses y el trabajo desinteresado realizado hasta ahora para que el Pare Pere «suba a los altares». En su intervención, Andrés Escribá destacó su alegría de haber podido constatar que en diez años se ha cerrado la fase diocesana; mientras que el padre Oltra glosó sobre la figura del franciscano y dijo que «en Roma no tendrá más remedio que beatificarlo» por el «trabajo exhaustivo, concienzudo y brillante» que se ha realizado hasta ahora.

En sus palabras pidió a todos los presentes que no separen nunca la figura del Pare Pere de la Santíssima Sang porque «es inseparable».

Así, durante la ceremonia se procedió a la firma de las tres copias de la documentación. La original se guardará en el Archivo secreto del Arzobsipado de Valencia y la otras dos serán llevadas hasta Roma.

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Pedro Alfonso Esteve nació en Dénia en octubre de 1582 y con 18 años ingresó en la orden franciscana en el convento de Santa María de Jesús de Valencia. Uno de los actos por los que los dianenses le veneran es por la sanación que protagonizó en 1633. En esos momentos una epidemia de cólera azotaba la ciudad y entonces propuso sacar en procesión la imagen de la Santíssima Sang y repartir entre los enfermos pan bendecido. De forma milagrosa todos los enfermos sanaron y la terrible enfermedad cesó. El Pare Pere falleció en Valencia en el Real Convento de San Francisco. Primero fue enterrado en una fosa común y a los cinco días depositaron sus restos en una tumba cubierta de 'manises' en un féretro forrado de terciopelo rojo y pasamanería de plata. En 1839 descubrieron su cuerpo incorrupto, que fue trasladado a la Catedral de Valencia. Después, a petición de Dénia, sus restos volvieron a su ciudad natal.

En 1935 se escogió otro lugar del templo pero estuvo allí poco tiempo, pues al inicio de la guerra civil española el cuerpo se llevó al cementerio y en 1939, regresaron a la iglesia, su última morada. En 2006 comenzó el proceso de canonización y ahora se inicia la fase romana.

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