El yacimiento seguirá siendo excavado en el futuro N. Van Looy

El Poador del Pontet, fuente para beber del pasado

El descubrimiento del yacimiento ha sacado a la luz una infraestructura hídrica que fue de vital importancia para Altea hasta hace muy poco

Nicolás Van Looy

Altea

Martes, 11 de enero 2022, 23:23

La historia de la humanidad ha estado íntimamente ligada a la presencia del agua y a la capacidad de nuestros antepasados de dominarla y hacer uso de ella. Así, cuando las tribus nómadas de la prehistoria fueron capaces de canalizar el líquido elemento y regar a su mejor conveniencia sus cultivos, se crearon los primeros asentamientos más o menos permanentes hasta, pasando por siglos y siglos de mejoras arquitectónicas y de ingeniería, llegar al momento actual en el que sólo hace falta abrir un grifo para disponer de toda el agua que precisemos.

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La Marina Baixa no ha sido ninguna excepción a esa verdad universal y buena muestra de ello la encontramos en la importancia capital que tuvo la creación, en 1666, por orden de Beatriz Fajardo de Mendoza, señora de las Baronías de Polop y Benidorm; de la Séquia Mare, una infraestructura que sirvió, hace ya más de 350 años, para repoblar la mayor parte de la zona costera de la actual comarca, despoblada por la imposibilidad de contar con el agua necesaria para mantener una actividad agrícola suficiente.

Altea, que este martes celebraba el 405º aniversario del otorgamiento de su Carta Pobla, es uno de los municipios que se vio claramente beneficiado de esa infraestructura de la que todavía hoy se sigue aprendiendo y descubriendo nuevos secretos, como la fuente del Poador del Pontent, convertido ya en un importante yacimiento arqueológico que ha servido para «completar y confirmar los conocimientos que teníamos sobre el pasado hídrico del pueblo a través de los documentos con los que contábamos», tal y como explica el historiador local Juanvi Martín.

Tras el descubrimiento casual –como suele suceder frecuentemente en el ámbito de la arqueología– de los primeros restos de la fuente en el año 2015, se han ido sucediendo «distintas campañas de excavación e investigación» que han permitido sacar a la luz una fuente que «hasta no hace tanto tiempo era donde los alteanos venían a coger agua para sus casas ya que no había agua corriente en ellas».

En la actualidad, y a la espera de seguir con nuevas campañas para confirmar que, tal y como se sospecha y adelanta el arqueólogo municipal, Pedro Jaime Zaragozí, «junto a la fuente existan también otras dos infraestructuras muy comunes en este tipo de instalaciones: un abrevadero para los animales y un lavadero»; el Ayuntamiento de Altea ha convertido lo ya descubierto en un centro de interpretación en el que echar la vista atrás a un pasado relativamente reciente, pero que cerca estuvo de caer en el olvido.

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De hecho, el historiador destacó que los trabajos realizados hasta la fecha han deparado importantes sorpresas ya que «el agua hacia un recorrido distinto, pero no nos esperábamos un descubrimiento tan espectacular» algo que, si bien no ha supuesto reescribir la historia de Altea, sí ha permitido comprender mejor algunos documentos y escritos de la época.

El concejal de Urbanismo de la Villa Blanca, José Orozco, considera que el de este martes ha sido «un día especial, ya que no sólo celebramos el 405º aniversario de la Carta Pobla, sino que inauguramos este centro de interpretación en el que poder disfrutar de este yacimiento. El agua ha sido siempre un bien de gran importancia en Altea y de esta forma la ponemos en valor».

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En ese mismo sentido, aseguró «este yacimiento arqueológico y el nuevo centro de interpretación permanente permitirán la divulgación de estos restos arqueológicos, así como de la cultura tradicional del agua, la cual, con la presencia de infraestructuras centenarias como la Séquia Mare o el Escorredor de Pessària, se encuentra ampliamente representada en este espacio».

Para completar la ya de por sí notable lista de restos encontrados en el yacimiento, se han colocado diferentes elementos de carácter museístico y «se ha procurado dotarlo de dos grandes zonas de trabajo para continuar con trabajos arqueológicos futuros, realizar rutas didácticas y turísticas, actividades culturales y desarrollar talleres del trabajo de la piedra en seco tradicional o cursos sobre agricultura sostenible».

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