Invenciones humanas

LA TRONERA ·

Isabel Ferrando

Martes, 13 de septiembre 2022, 19:23

Hay un misterio que envuelve a la electrónica difícil de entender. Va todo bien hasta que un día -porque patatas- va mal. Y me ha pasado en multitud de ocasiones. Pruebas de sonido perfectas y que en el momento de iniciar un evento el audio no va. Grabaciones que se quedan pixeladas sin saber muy bien por qué. Ordenadores que se cuelgan. Fotocopiadoras que un día no quieren seguir adelante como si les pesara su existencia. Y de pronto, pam, vuelve a funcionar todo sin saber bien qué es lo que ha pasado para desesperación de las personas que están delante y que han pasado un momento de estrés y angustia vital que no se lo recomiendo a nadie.

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Esto me temo que es lo que ha sucedido en las Fiestas del Loreto de Xàbia. Precisamente en las del 125 aniversario. Un problema informático dejó sin casi la mitad del espectáculo de fuegos artificiales a los allí reunidos, y es cosa triste porque uno espera que el castillo que se dispara en unas fiestas tan especiales sea de envergadura.

Uno espera que le sorprendan, que le dejen casi sin aliento, que apenas se pueda escuchar los disparos de la pólvora y los sonidos de admiración del público, sin más ruido de fondo que ese. Pero un fallo informático va y lo frustra, y se va uno como despagado, a medio gas.

Comentando estas cosas así entre amigos, pareciera que lo mecánico superaba con creces a lo electrónico. Coches antiguos que con un buen mantenimiento siguen rodando. O lavadoras, que antes una buena podía durar más de 30 años y ahora se conforma cualquiera con que lleguen a los diez.

Se supone que las cosas van a mejor. Se supone que precisamente la electrónica, y la informática, pueden hacer que los vehículos sean más eficientes en el consumo, que nuestro trabajo sea más liviano, que se nos facilite a todos las cosas. Pero la verdad es que antes de que existieran, el mundo ya rodaba. El 4 de octubre de 1957, la antigua Unión Soviética puso en órbita el Sputnik con una tecnología que hoy se nos antojaría rudimentaria. Y el 21 de julio de 1969 los estadounidenses situaron el primer hombre en la luna, con ordenadores que hubieran envidiado el móvil que tuve hace diez años. O más atrás: el primer coche eléctrico de la historia fue inventado en 1888 en Alemania, ni hubieran soñado con un chip.

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Es verdad que gracias a las tecnologías desarrolladas a finales del siglo XX tenemos acceso a un mundo casi infinito de posibilidades. Internet, y todo lo que nos ha traído, como el correo electrónico o el acceso a las bibliotecas de todo el mundo, son asombrosos. Y aún así, a veces fallan. Quizá porque no somos perfectos tampoco lo son nuestras creaciones, y estas, la electrónica y la informática, son invenciones netamente humanas.

Pero de la misma forma que el error es humano (aunque sean las máquinas las que fallen) la capacidad de rectificar también lo es: el próximo viernes se disparará un nuevo castillo de fuegos en compensación por el que no pudo ser.

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