No descubro nada nuevo si les digo que las cosas han subido. Pagamos más por casi todo: aceite, fresas, electricidad, gasolina… Lo que quizá no tengamos todos tan claro es cómo va a afectar esta subida de precios a las innumerables obras que los distintos ayuntamientos de la comarca van a llevar adelante a partir de ahora para ver si en las próximas elecciones están listas y presentables.
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Tampoco es que lo hagan así a propósito, al menos no siempre. Los plazos administrativos son los que son y entre anteproyectos, estudios, solicitud de subvenciones, adjudicaciones etc., como una obra o un contrato sea un poco grande, se les pueden ir fácil dos o tres años antes de poner la primera piedra. Y en cuatro hay elecciones de nuevo.
Pero el caso es que igual que a Vd. y a mí nos han subido hasta el pan, también han subido los materiales que las empresas precisan para llevar a cabo las obras que acaban de ser adjudicadas, licitadas o se licitarán en las próximas semanas/meses. ¿Y qué sucede? Pues ante el temor de que algunos concursos queden desiertos, o que algunas obras ya iniciadas se paralicen por la subida de los costes empresariales, que ya ha pasado (véase Xàbia), el Consell ha publicado hoy en el DOGV el acuerdo en “materia de revisión excepcional de precios en los contratos de obras del sector público en la Comunitat Valenciana”, igual que hizo antes el Gobierno de España.
No sé yo hasta qué punto será eficaz esta medida, porque aunque la intención es buena, la letra pequeña está cargada de burocracia y acuerdos que hay que tomar basados en informes. En el mejor de los casos, habrá un simple retraso administrativo por la renegociación al alza (será al alza) del presupuesto por el que fueron adjudicadas. En el peor, se resolverán los contratos pudiéndose quedar las obras comenzadas pero no acabadas.
El problema es bastante grave porque la negociación al alza implica, como mínimo, la modificación de partidas presupuestarias para poder acoger dichos incrementos, y en caso de que las administraciones no puedan hacer frente o no quieran recortar de otras partidas, girarán sus ojos de nuevo hacia los contribuyentes a ver de dónde sacan más. ¿Subir los impuestos, dejar a medias unas obras, renunciar a algún proyecto para acabar otro? Difícil elección para cualquier gobernante que tenga sus ojos puestos en la reelección. Pero al final deberán tomar la que crean en conciencia que es la mejor decisión posible. O preguntar a los afectados, que tampoco estaría mal.
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