Vendedores de felicidad

No estaban todos lo que son (sería imposible) pero sí que eran todos los que estaban: eran y son los grandes de nuestra cocina, protagonistas del cambio que ha puesto a la gastronomía valenciana en el radar mundial y merecían un día como el de este lunes. El día de reivindicar una parte primordial de la cultura valenciana.

Bajo ese mismo ánimo se ha dado cita una selecta representación del mundo gastronómico de la Comunitat. Sonrisas colectivas, semblantes risueños como nota común y esa feliz sensación que depara reencontrarse con compañeros de profesión, confraternizar lejos de los fogones por una noche, revivir antiguas anécdotas. Los premiados de este año han formado corrillos a la entrada con sus sucesores en el palmarés: Alba y Javi, los Gallina Negra, han compartido confidencias con el cocinero Joaquín Schmidt, anfritrión de la reunión del jurado. Y un poco más allá, José Antonio y María, recién llegados desde su casa en La Farola, han saludado a Juan Moll en presencia de la familia Lluch al completo: Juan Echanove, marido de la premiada, ha aceptado de buen grado las peticiones para un selfi, se ha ocupado de que su suegra estuviera bien atendida, ha posado para la foto familiar y luego se repartía junto al resto del grupo por las mesas donde se ha servido el aperitivo de clausura.

Grandes nombres de la gastronomía valenciana como la presidenta de la Academia, Belén Arias, han aplaudido a LAS PROVINCIAS por la organización del acto («Ha sido muy emocionante»), mientras los hermanos Adelantado, Sergio y Olga, se han sumado al parabién general. Clara Puig ha derrochado encanto en compañía de José Rausell, Fran Espí, Eva Pizarro... Y Jordi Morera, Alfred Costa y Manuel Espinar han bendecido la frase con que Moll abrochó su discurso: la cocina significa vender felicidad.