PERFIL | Salvador Navarro se baja de la moto
Disciplinado, discreto y dialogante, el empresario renuncia a renovar su mandato en la CEV tras quince años de trabajo incesante para apaciguar las aguas provinciales y dar independencia pública a la organización
Susan Cain, que se hizo famosa con su libro 'El poder de los introvertidos', desmontaba en esta obra la creencia de que un líder ha ... de ser un seductor de masas tipo Kennedy. De hecho, los expertos aseguran que casi la mitad de los líderes son introvertidos y que incluso son mejores jugadores de equipo aunque no lo aparenten. Una descripción en la que encaja el empresario Salvador Navarro Pradas (Valencia, 1963), al igual que si uno toma como referencia los rasgos de su signo del zodiaco (es Escorpio, nació un 20 de noviembre): analítico, competitivo, disciplinado, noble y ambicioso, justo en esa medida para aspirar a progresar en lo personal y en lo profesional.
Publicidad
Y eso es lo que se observa en la trayectoria del presidente de la Confederación Empresarial de la Comunitat Valenciana (CEV), que empezó su andadura laboral en 1980 en Cave Logística archivando albaranes y acabó siendo director general. Autodidacta (no fue a la universidad pero nunca ha dejado de estudiar) y hoy presidente de ADE Logística y la compañía CADE, en enero de 2022 revalidaba por unanimidad su cargo al frente de la patronal autonómica tras haber sido el único candidato con el 78% de los avales.
Inició así su segundo mandato, al que llegó tras una década de trabajo incansable y discreto para cohesionar a las patronales provinciales e integrarlas en una sola organización, más fuerte y con una única voz. Una tarea que incluso Felipe VI reconoció en 2019 en el discurso que ofreció con motivo del 41 aniversario de la CEV (los primeros 40 con carácter provincial), cuando alabó la evolución del organismo para unir las tres provincias. Se cerraba así un capítulo más propio de un culebrón que de la economía. La CEV había pasado a ser autonómica, como reflejaba también su cambio de denominación, aunque mantuviera las siglas. En paralelo se producía la liquidación de Cierval por la deuda de las patronales alicantina Coepa y castellonense CEC. La valenciana CEV había llegado más saneada que sus hermanas a esos años postcrisis tras un proceso que no se entiende sin la figura de Navarro, que soltó lastres cuando accedió a la presidencia de la CEV provincial: los cursos de formación y la dependencia de las ayudas públicas. A lo que añadió la subida de cuotas a las empresas y ajuste de plantilla ¿Objetivo? Mayor independencia económica y, por tanto, libertad de actuación. En el momento de su última reelección la balanza ya había cambiado la inclinación y el 61% de los fondos eran privados.
Lucía por entonces Navarro una trayectoria que le permitió llegar a la reelección sin contestación interna alguna. Situación muy distinta a la de 2011, cuando el entonces presidente de Cepymev –entidad que, por cierto, suprimió– presentó su candidatura a la CEV tras el salto de José Vicente González a Cierval. Frente a Navarro (considerado el sucesor natural), otros cuatro nombres (Juan Cámara, Eloy Durá, el ahora de máxima actualidad Vicente Lafuente y Juan Manuel Real), aunque sólo este último oficializó su aspiración. Y perdió. Navarro era elegido presidente con el 85% de los votos y ya entonces, con las reuniones con las federaciones y asociaciones sectoriales para lograr respaldos, demostró su gran sentido del trabajo. Adhesiones que se repetirían cuando se presentó a las elecciones de 2018, ya con la CEV autonómica. Única candidatura y 70% avales, incluido el respaldo de la CEOE. La llegada de Antonio Garamendi, con quien siempre ha mantenido una excelente relación, le supuso una vicepresidencia y, por tanto, mayor visibilidad para la Comunitat.
Publicidad
Porque una de sus preocupaciones –casi una obsesión– ha sido que la Comunitat contara en Madrid, que fuera escuchada. Eso le llevó incluso a mojarse por una financiación justa. Con la bandera del diálogo concilió intereses con sindicatos y administración en aras de la paz social pero también afeó al anterior gobierno autonómico, el del Botánico, la vocación por la tasa turística, el rechazo a la ampliación norte del puerto o las críticas impositivas hacia Madrid. Eso sí, frente a las actuales desavenencias con Carlos Mazón, visibilizadas desde la reciente Noche de la Economía Valenciana, la relación con Ximo Puig fue excelente, tanto que más de una vez se le preguntó si figuraba en sus planes entrar en política, a lo que respondió con un categórico 'no' y aspavientos.
En julio de 2024 la CEV aprobó la reforma de sus estatutos para eliminar el límite de mandatos presidenciales, hasta entonces limitado a ocho años, lo que abría a Navarro la puerta a la continuidad en el cargo. Y de hecho el empresario valenciano expresó hace apenas diez días su deseo de optar a la reelección, tras el adelanto electoral a noviembre de 2025, con el plazo de presentación de candidaturas abierto hasta el 22 de octubre. Sin embargo, aquella declaración de intenciones sirvió como toque de atención para los sectores empresariales que, sin ser opuestos a Navarro, sí entienden que «se pueden hacer las cosas de otra forma». ¿Y qué se entiende por «de otra forma»? Fuentes del sector crítico consideran que el mandato de Navarro se ha ido convirtiendo en un proyecto cada vez más personal, con los intereses del empresario por delante de los del resto del colectivo. Todo ello sirvió de acelerante para las gestiones dirigidas a armar una candidatura alternativa, liderada por Vicente Lafuente, presidente de Femeval y actual vicepresidente de la patronal.
Publicidad
Tras más de 15 años en el cargo, sus últimos titulares han versado en torno al desencuentro con Carlos Mazón, alimentados por su marcha apresurada de la Noche de la Economía Valenciana, con irónica indirecta del presidente en su discurso, y la posterior ausencia en una cita con el propio jefe del Consell. En el aire quedan los recortes en las partidas presupuestarias destinadas a la patronal, con la recuperación tras la dana como argumento.
Defensor del corredor cantábrico-mediterráneo (quizás por su sangre también maña), lo ha sido también de la conciliación y del papel de la mujer en la economía y en la sociedad. Nunca escondió sus preferencias porque su sucesor fuera una mujer. A pesar de estar en primera línea pública (un cargo por el que no cobró, pues renunció a sueldo), no dudó en aligerar agenda para estar con la familia, especialmente con sus dos nietos. Hogareño, cocinillas (pídanle que prepare una paella) y madrugador (no se pierde una sesión de gimnasio), hay una imagen asociada a él: la de las motos. Y es que Navarro es un apasionado de las dos (y las cuatro) ruedas, así como de los viajes. De hecho no duda en hacer kilómetros para estar presente en una reunión si se le requiere, como buen capitán. Ahora, después de década y media de aventura, anuncia que se baja de la moto.
Suscríbete a Las Provincias al mejor precio
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión