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La plantilla del Pamesa, junto a un grupo de aficionados, en la previa del ascenso a la ACB de 1998. vbc

El teatro de los sueños del basket valenciano

La Fonteta se apaga. La que ha sido casa de la entidad taronja en los últimos 38 años deja paso al Roig Arena tras ser clave para fidelizar la afición por el baloncesto

Domingo, 29 de junio 2025, 00:32

La Fonteta no es sólo un pabellón de baloncesto pero si se hiciera un encuesta fuera de la Comunitat preguntando por su nombre, la inmensa mayoría contestaría que es el recinto donde juega sus partidos el Valencia Basket. El nombre es mítico, y pocos pabellones tienen uno propio en esta era de las marcas comerciales. Por ese motivo, el último baile hasta nueva orden para albergar partidos de baloncesto que ocurrirá hoy en el encuentro de leyendas marca el final de una era. Aunque el bautismo del recinto de Hermanos Maristas fue en 1983, y las primeras pruebas de atletismo en diciembre de 1982, para encontrar su primera piedra hay que bucear hacia finales de la década de los 70. Así lo recuerda Paco Igual, director de la instalación entre 2001 y 2012: «Hubo un incendio y se fue casi a la ruina. Cuando se rehizo todo el pabellón fue a finales de 1982 y es cuando empezaron a celebrarse pruebas atléticas, con Rafa Blanquer como gran atracción para el público valenciano. Antes de la llegada del Pamesa también se jugaron partidos de baloncesto en la última etapa de la sección del Valencia C. F.». El primer gran partido de basket que se celebró en su parquet enfrentó, en 1983, a España contra Francia. Tres años después de esa fecha es donde comenzó el contador del histórico club de basket de la ciudad, fundado en 1986, que tras una primera temporada jugando sus encuentros de local en La Canaleta de Mislata se mudó a la Fonteta. El primer partido de aquel Pamesa fue el 12 de septiembre de 1987, en Primera B, contra el Salesianos Las Palmas con victoria azulejera por 104-66. El último, el 25 de junio de 2025 con derrota frente al Real Madrid por 70-81. Una historia de pasión por la pelota naranja de 37 años, 9 meses y 13 días que convierten a la Fonteta en el teatro de los sueños del baloncesto valenciano y en uno de los recintos míticos en la hemeroteca del basket español, como indicó Pau Gasol en ese último partido.

Contando sólo los encuentros del equipo masculino del Valencia Basket, el pabellón ha albergado 1.007 partidos pero a ellos hay que sumar los del actual equipo femenino taronja, los del Ros Casares como local entre el 2001 y 2012, las dos ediciones de la Copa del Rey (1999 y 2003), las cinco de la Copa de la Reina (1994, 2005, 2011, 2021 y 2022), la Final Four de la Euroliga Femenina de 2010, el Eurobasket femenino de 2021 más los múltiples torneos o eventos, donde la Fase Excepcional de la ACB de 2020 convirtiendo en una burbuja el recinto para que se pudiera terminar esa temporada en plena pandemia fue, sin duda, la cita más especial de su historia.

Para entender la dimensión de la actual Fonteta hay que recordar su primera versión. La que abrió sus puertas para el baloncesto a finales de los 80 tenía la pista en altura, las pocas gradas fijas tocaban el tartán de atletismo con lo que es la actual preferente y en el sótano, donde ahora está la altura del parquet, el recinto tenía dos pistas de squash y las dependencias de la Federación Valenciana de Judo y las de Halterofilia. Para ganar impacto sonoro en los partidos se colocaron gradas retráctiles de tubo donde comenzaron a germinar las primeras peñas del Pamesa, como Arrós Caldós o la Birra Alegre. El primer gran hito de basket de la historia de la Fonteta llegó el 4 de mayo de 1988, cuando el Pamesa logró el ascenso a la ACB tras ganar al Metro Santa Coloma por 95-88. La espontánea invasión de pista tras la gesta forma parte de la hemeroteca visual de la historia del deporte valenciano. El ¡Som, som, som de la Divisió D'Honor! todavía retumba en las paredes cuando reina el silencio. En ese mismo año, se disputó un histórico triangular entre España, Italia y la URSS y en julio de 1991 uno de los eventos más curiosos relacionados con el baloncesto. De la mano de Campofrío, el mítico Magic Johnson realizó en julio un clínic, junto a Epi, con las gradas llenas y algún afortunado que se llevó un autógrafo de recuerdo mientras la estrella de los Lakers cruzaba andando la Avenida Hermanos Maristas.

El gran salto de la Fonteta llegó en 1993. Durante la temporada 93-94 comenzó la reforma que obligó al Pamesa a jugar dos partidos de la ACB, contra el Joventut y el Elmar León, en el Pla de l'Arc de Llíria y al club a fletar autobuses para que sus aficionados acudieran a esos encuentros. La obra eliminó la pista de atletismo, bajó el parquet por debajo de la cota cero y permitió ganar aforo con las gradas supletorias que siguen estando en la actualidad con la zona VIP, la tribuna y las dos fondos de canasta. Desde el primer momento, uno de los sonidos característicos de ese pabellón remodelado fue el del efecto terremoto que se formaba cuando los miles de aficionados con los asientos en esas zonas daban fuertes golpes con los pies a la plataforma. El estreno de aquella reforma fue por todo lo alto, anunciando que el recinto también se abría a los eventos musicales con ese mayor aforo, con un concierto de Revólver durante la presentación del Pamesa del curso 94-95. Ese curso terminó en drama, con el descenso del Pamesa de la ACB, y esa atmósfera eclipsó uno de los eventos más internacionales como fue el All Star de la ULEB que reunió a los mejores jugadores de las ligas francesa, española e italiana. Uno de los duelos estelares llegó en el concurso de triples entre Bodiroga y Djordjevic, aunque la imagen para la historia llegó en el concurso de mates, donde el malogrado Conrad McRae roció el balón con un líquido inflamable para hacer uno de sus intentos con la bola en llamas.

En ocasiones, de los grandes dramas surgen oportunidades enormes. El descenso, con un pabellón recién renovado con capacidad para 9.000 espectadores (el aforo actual de 8.500 se fijó en el último lavado de cara cuando se adecuaron algunas medidas de seguridad de anchura de pasillos) era un problema. La llegada del maestro Miki Vukovic y de una generación que convirtió su profesión en una amistad en los siguientes años, en una plantilla a la que se fueron uniendo Víctor Luengo, Nacho Rodilla, Berni Álvarez, César Alonso, José Luis Maluenda, Alfons Albert o Iñaki Zubizarreta, permitió al Pamesa regresar sólo un año después a la ACB gracias al 'espíritu de la EBA' y poner el marcador a cero del Pamesa como grande de España cuando conquistó la Copa en Valladolid, en un lunes de febrero de 1998.

Paralelamente a ese crecimiento, la Fonteta abrió sus puertas de par en par al baloncesto femenino. Su primer gran evento llegó con una anécdota histórica. José Rafael García Fuster, en tono de broma, le comentó a Vukovic que el Ayuntamiento tenía una pequeña partida para organizar la Copa de la Reina de la temporada 94-95 pero que sólo la traerían si le prometía ganarla y que asegurar eso era imposible. El histórico entrenador le dio la mano como promesa. ¿El resultado? El Dorna Godella ganó aquella Copa pasando por encima del Gran Canaria en la final, el 29 de diciembre de 1994, por 65-46.

Desde el traslado en 2001 del Ros Casares de la zona de Campo Olivar en Godella a Hermanos Maristas, comenzaron a llegar los títulos. La primera Liga que celebró la Fonteta fue el 14 de mayo de 2002, tras finiquitar el playoff frente al Universitari de Barcelona por 66-64. El siguiente año, datos curiosos de hemeroteca, fue el más prolífico para el pabellón que vio cómo se levantaban hasta cinco copas. La más especial, la que llegó el 24 de abril cuando el Pamesa remató contra el Novo Mesto (78-76) la conquista de la ULEB Cup. Es decir, el primer título europeo de la historia. Aquella celebración, con un enloquecido Kammerichs probando la resistencia de uno de los aros agitando la red, fue tan apoteósica que fundió los plomos de todo el barrio. De forma literal, porque todas las viviendas de la Fuente de San Luis se quedaron a oscuras, pabellón incluido, cuando el Pamesa aún estaba en el vestuario culminando la celebración. En una época sin linterna en los móviles, algunos jugadores llegaron a tientas a los coches para ir a la posterior fiesta.

En 2012 la Fonteta comenzó su segunda gran reforma, que duró hasta 2013 y cuyo remate llegó en 2015 con la instalación de un moderno videomarcador. Durante todos esos años, también se adecentaron la zona de vestuarios o la sala de prensa. En una instalación municipal, uno de los aspectos más curiosos es que al Valencia Basket no le ha salido gratis su condición de usuario preferente. Sólo contando desde esa segunda gran reforma hasta la actualidad, donde se cambió la cara al pabellón con la actual pintura exterior o los asientos naranjas, la entidad de Juan Roig ha invertido en las mejoras del recinto más de 2,5 millones de euros. A lo que hay que sumar el alquiler anual de la instalación, tanto para entrenar como para disputar los partidos. También llegó el aire acondicionado al recinto, para superar alguna anécdota con tinte surrealista como recuerda Paco Igual: «Durante la retransmisión de un partido por Canal Plus, un periodista sacó un hidrómetro para medir la humedad que hacía y probar que la condensación provocada por el agua en suspensión se veía en la cámara. Tras la reforma, los vestuarios se anegaban cuando llovía mucho porque el nivel freático está más alto que las duchas. Eso no pasará en el Roig Arena pero la Fonteta no se construyó pensando en que algún día la pista estaría bajo de la cota cero».

Desde la desaparición del Ros Casares en 2012, su última Liga en casa la ganó en 2008 puesto que sus últimos tres títulos ligueros los levantó en Salamanca, el Valencia Basket se quedó como usuario único de la Fonteta porque antes ya habían caído otros históricos equipos de polideportivo que también utilizaron la instalación como el Vijusa de fútbol sala, que ganó una Copa de España en 2002 en el pabellón al vencer a El Pozo Murcia por 6-5, o el Balonmano Valencia. Para que se volviera a celebrar un título de baloncesto hubo que esperar cinco años. Mereció la pena, porque fue la gran fiesta de la historia de la Fonteta. El 16 de junio de 2017, el Valencia Basket tumbó al Real Madrid por 87-76 para poner el 1-3 en la final y asegurarse su primera, y hasta ahora, única Liga masculina. La espontánea invasión de pista recordó a la histórica del ascenso a la ACB en el 88 y fue el símbolo de una celebración antológica. Afortunadamente, la Fonteta aún ha tenido tiempo de celebrar tres títulos más en sus últimos ocho años de historia. En 2019 llegó la Eurocup, el último título masculino hasta ahora, de la mano de Jaume Ponsarnau en el banquillo, en 2021 la Supercopa de Europa femenina tumbando al todopoderoso Ekaterimburgo y la historia siempre recordará que el último título valenciano en la Fonteta llegó el 12 de mayo de 2024, cuando el Valencia Basket ganó 61-44 al Perfumerías Avenida en el segundo partido de la final de la Liga Femenina.

La Fonteta también ha sido testigo de decepciones para los equipos valencianos, como la final perdida de la Eurocup de 2017 contra el Unicaja o la Liga Femenina que le levantó el Universitari al Ros en 2003 en el último suspiro, pero lo más importante es que ha logrado vertebrar la afición al baloncesto en Valencia cuando todo eso, en el invierno de 1983, era una quimera. La Fonteta por entonces estaba predestinada a pasar a la historia deportiva por el atletismo, con aquel duelo mítico en marzo de 1987 entre José Luis González y Said Aouita en los 3.000 metros donde no se batió el récord del mundo bajo techo pero el toledano sí que pulverizó la plusmarca española. Más de 38 años después de aquella cita, la Fonteta baja el telón pasando a la historia del imaginario colectivo del deporte como ese pabellón, el más antiguo de la actual ACB, en el que jugó sus partidos el Valencia Basket.

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