Carlos López, el chico que compite contra sus piernas
El joven de 18 años, que irá al quirófano para tratar de paliar una rigidez en sus extremidades casi desde que nació, ha practicado varios deportes
Carlos estudia un módulo de informática y redes, pero a él no le va demasiado la tecnología. Lo que de verdad le apasiona es la repostería: «Pero desde pequeñito. Hacer tartas, bizcochos, me gusta mucho. ¿'Masterchef'? No te creas que no me lo he planteado». Y más allá de la cocina, su vida gira en torno al deporte: ha nadado, jugado a fútbol, quiere perfeccionarse en el pádel, ha practicado atletismo... y todo a pesar de una rigidez en las piernas que sufre casi desde que nació. Ya ha pasado por el quirófano y, en los próximos meses, volverá a la mesa de operaciones. Mientras tanto, en su silla de ruedas, compite, niega el 'no' que parecen querer imponerle sus extremidades.
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«Nació de 28 semanas, parecía un pollo de estos envasados. Y en las UCI hay bacterias de todo tipo», comenta Eva Llorca, madre y gran apoyo del joven. El embarazo era de trillizos. Uno falleció antes de nacer y otro, al poco de llegar al mundo. Carlos López venía luchador de serie. Salió adelante, a pesar de la meningitis que derivó en una sepsis general. Resistió pero le quedó como secuela la rigidez en sus dos piernas.
«Estuvo tres meses en la incubadora. Yo iba todos los días al hospital a darle el biberón», relata Eva. Los primeros recuerdos de Carlos son de varios años más tarde: «De un día que estaba jugando con mi hermana a pasarnos una pelota de reglamento. Yo andaba con una especie de tacatá y yendo hacia atrás por una rampa me caí y me golpeé». Se abrió una brecha en la ceja: «Me asusté mucho al ver la sangre que, del chillido que pegué, mi madre estaba ahí en menos de un minuto».
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Quizás fue aquel día cuando en la familia entendieron definitivamente que Carlos necesitaba quemar toda la energía que llevaba dentro. Por eso se sumergió en el deporte adaptado. Literalmente, porque lo primero que probó fue la natación. «Es un luchador, desde los tres meses lo llevamos a rehabilitación», destaca la madre. Primero se desplazaba con un andador, ahora ya lo hace a bordo de la silla de ruedas.
Pero esto no le ha parado. Ha hecho vida normal en un colegio de Torrent, donde reside, y este año ha realizado el curso medio. Pero igual que a nivel profesional, en el deporte sigue buscando su sitio. «Soy muy competitivo, así que me encantaría ir a unos Juegos Paralímpicos», asegura Carlos. No será en fútbol, que le aburrió: «Estaba en un club de Alaquàs, que había como 60 personas. A mí me ponían de portero. Hasta nos invitaron a jugar en el campo del Levante, pero a mí no me gustaba estar todo el partido ahí parado, sin hacer nada».
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Así que decidió seguir buscando su sitio en el deporte, mientras sigue compitiendo con sus piernas. «En 2014 me operaron de la cadera y del pie. Tengo ahí tantos tornillos que parezco una ferretería. Pero no sirvió para nada», señala Carlos con una sonrisa que esconde cierta desilusión: «Tuve que estar dos meses y medio en la cama. Lo que más me dolió es que me pillaron por medio las Fallas, que me encantan».
Por eso ahora, que le han propuesto volver a pasar por la mesa de operaciones, no le hace ninguna gracia. «El médico me ha dicho que si tuviera mi edad, ni se lo pensaba. Pero, ¿y si vuelvo a estar unas semanas en la cama y no sirve para nada?», desliza. Pero mirando la situación con optimismo, la intervención quirúrgica también puede paliar esa rigidez en las piernas que actualmente lo mantiene postrado en una silla de ruedas. Que no parado, porque eso para Carlos es innegociable.
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Al final accederá a la operación. Pero él lo que quiere es perfeccionar su pádel. «También probé con el atletismo, con los lanzamientos, pero no iba conmigo», señala. Le gustan las carreras y por eso ahora está en el club de ciclismo adaptado que ha impulsado Ruth Aguilar. Por la rigidez de sus piernas no puede correr en handbike, la que el deportista va tumbado. Pero sí con otra bicicleta que es un acople a su silla de ruedas. Se ha aficionado a las carreras populares y trata de no perderse una. «Si por él fuera estaríamos todos los domingos», comenta Eva. Sabe de sobra que a su hijo no lo frena nadie.
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