Tres arquitectos de la UPV serán los encargados de construir el templo central del 'Burning Man'
El festival de Nevada es un espacio para el duelo y el recuerdo que reunirá a 80.000 personas
Rosana Ferrando
Valencia
Martes, 15 de julio 2025, 12:32
Tres arquitectos de la Universitat Politènica de València serán los primeros españoles en construir el 'Temple of the Deep' para el festival 'Burning man' de Nevada que se celebrará en el desierto de Black Rock, del 24 de agosto al 1 de septiembre. Como ya adelantó LAS PROVINCIAS el pasado 26 de junio, el artífice principal del monumento será Miguel Arraiz. A él se han unido Javier Bono Cremades y Javier Molinero.
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Arraiz y Bono se conocieron cuando el segundo trabajaba en el estudio Arqueha. Juntos hicieron el Pabellón de la Capital Mundial del Diseño, en la plaza del Ayuntamiento de Valencia, en 2022. Cuando surgió la idea de presentarse al concurso, contaron con Javier Molinero, arquitecto miembro de Badallar Estudi. No es la primera vez que el artista fallero Miguel Arraiz va al evento en Nevada. LAS PROVINCIAS ya contó como llevó su proyecto 'Renaixement' inspirado en la arquitectura gótica de la Llonja de Valencia. Su experiencia le abrió paso para participar en el concurso.
Tanto la figura principal, 'The man', como el santuario son las estructuras que salen a concurso porque son las construcciones más destacadas del encuentro. Se prevé que allí se reúnan 80.000 personas antes de que ardan, como las fallas, el 31 de agosto. De los doce proyectos internacionales se eligió el valenciano.
Ahora el equipo se encuentra dividido entre Valencia y Estados Unidos: Miguel Arraiz está en California desde febrero, donde coordina la captación de fondos y el equipo humano voluntario que se encargará de fabricar las piezas. Mientras tanto, desde la capital de la Comunitat, los dos Javier han desarrollado el proyecto junto con Elisa Moliner y Josep Martí. El grupo se reunirá para el inicio del evento y viajarán al desierto para coordinar el montaje.
Los artistas siguen la doctrina de 'non-profit' de forma radical. Trabajarán por amor al arte y «por amor al festival», como dice Javier Bono. El presupuesto asciende a 800.000 dólares, de los cuales, 150.000 son proporcionados por la organización del certamen.
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El edificio tendrá 14 metros de alto y 30 de diámetro, y se construirá en madera en bruto, sin colas ni productos contaminantes, porque el festival tiene como filosofía reducir todo lo posible las emisiones de carbono y los residuos, los cuales se recogerán cuando se queme la construcción. Esta práctica está basada en el concepto 'leave no trace', lo que consiste en dejar el desierto tal y como se encontró.
El templo es un espacio de recogimiento y para compartir el duelo, por lo que está separado de la zona dedicada a la música, el baile y la fiesta. Es donde la gente va a procesar la pérdida de sus seres queridos con fotos y objetos pertenecientes los que ya no están. Los arquitectos valencianos llevarán fotografías de personas que perecieron a causa de la riada del 29 de octubre del año pasado.
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En la trayectoria de las construcciones del festival, se aprecia una tendencia por la proyección del templo hacia el cielo. Este año no será el caso, ya que, como explica Javier Bono, profesor e investigador de la UPV, la intención de su estructura es que mire hacia «dentro de la persona».
La idea de los arquitectos valencianos se inspira en la técnica japonesa 'kintsugi', que literalmente significa «reparación con oro». Consiste en reconstruir piezas de cerámica rotas con el metal dorado, de manera que, en lugar de ocultar el daño, lo destaca. La reinterpretación que han hecho los pensadores se ha llevado a cabo con unas grietas que dejan ver el interior, de forma que se da la sensación de volumen y de que hay algo más allá. Por la noche, la parte de dentro se ilumina y la luz sale por las grietas como si fuese el oro.
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