Dada la creatividad del autor cordobés Juan Carlos Rubio no sorprende ver dos obras suyas programadas a la vez en los teatros Olympia y Talía. ... Ambas son monólogos muy distintos con dos protagonistas conocidas y populares: Paloma San Basilio con 'Dulcinea' y Toni Acosta con 'Una madre de película'.
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Esta última es un texto sensacional sobre el síndrome del nido vacío. Toni Acosta es una madre, Eva María, cuyo hijo decidió irse a Boston. Ella le ha buscado una carpeta y así empieza un espectáculo rebosante de ingenio con decenas de referencias cinematográficas, películas y bandas sonoras (más una versión peculiar de la conocida canción 'Eva María' de Fórmula V), con sensacionales arreglos de Mariano Marín, y las transiciones de escenas con términos del léxico cinematográfico señalados por la protagonista.
Rubio ha sido hábil dirigiendo con vitalidad y dinamismo, subrayando los toques de humor, sobre todo los más inteligentes. Saca un gran partido a Toni Acosta demostrando que es una gran actriz, lastimosamente encasillada a la imagen cómica televisiva. Se aleja de ella, aunque la saque cuando es necesario, y da una lección demostrando valer para el humor y para el drama. Hace presentes a los personajes referidos, como su hijo, la amiga Sandy, su madre o Eustaquio, dando viveza al monólogo. Quizá si Rubio hubiese finalizado en el momento del regalo del hijo, el resultado habría sido perfecto completamente, pero es inteligible que Acosta haga partícipe a su público cantando 'Eva María' y algo más.
Dulcinea / Una madre de película
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Texto y dirección: Juan Carlos Rubio Dulcinea:
'Dulcinea' es un monólogo diferente. Empezando porque la protagonista, la cantante y actriz de 'Evita' y 'El hombre de la Mancha', Paloma San Basilio, está acompañada al piano por Julio Awad, demostrando la importancia que tiene la música para Rubio (recordando sus trabajos 'En tierra extraña' y 'El novio de España'). Combina el canto con la palabra y el piano a veces aporta sonoridades ambientales.
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El texto está muy bien planteado y construido, con lo original conviviendo con fragmentos de obras de Cervantes y unos monólogos finales de 'Vida de don Quijote y Sancho' de Miguel de Unamuno. Hay una parte metateatral que funciona, como en 'Una madre de película', incluso con la ruptura de la cuarta pared para preguntar al público si ha leído el 'Quijote'. Sin duda, destaca el doble juego entre la comedia y el drama, y la ficción y la realidad cuya oposición se borra, llevándola lejos con Dulcinea, noble dama, y Aldonza Lorenzo, campesina, reivindicando su historia oculta porque no aparece en la novela. Muy acertada Paloma San Basilio en la interpretación con distintos tonos y eficaz Julio Awad en la música y como actor por sorpresa.
Las dos escenografías son de Leticia Gañán y Curt Allen Wilmer En 'Una madre de película' es una caja de sorpresas, por lo que esconden los cubos grises mientras que en 'Dulcinea' son unos telones oscuros transparentes y al fondo molinetes de juguete gigantes, ironía con respecto a los molinos de Don Quijote. Las iluminaciones de Nicolás Fischtel, siendo diferentes, aportan la misma función al crear atmosferas distintas, con unos juegos de luz endiablados y variopintos en 'Una madre de película', y los oscuros con foco de relieve para la actriz en 'Dulcinea'.
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Juan Carlos Rubio volverá en enero al Olympia con otra obra muy distinta, 'Música para Hitler'. Más versatilidad a añadir a estas obras de protagonista femenina.
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