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Leiva dedica su concierto en Valencia a las víctimas de la dana: «Os tenemos muy presentes»
El cantante llena el Ciutat de Valencia en una noche muy emotiva donde hubo una comunión perfecta: «Sóis el mejor público de esta gira»
Leiva apareció por el estadio Ciutat de Valencia a ganar el partido. La ciudad celebraba la Gran Nit de Juliol y el madrileño se unió a la fiesta con un conciertazo, en el que se le vio muy a gusto, de menos a más, donde se vació hasta el último gramo, si es que a ese cuerpo fino como el de una libélula le queda algún gramo de grasa. Todos ganaron. La gente, porque se lo pasó en grande; y Leiva, porque se fue empapado, por el calor, el que caía a plomo sobre Valencia y por el que le brindaron sus fans. «Sóis el mejor público de esta gira», señaló para el delirio general.
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El madrileño no vino de paso, se hizo Gigante, como el nombre de la gira, e inundó de rock el estadio. Muchos decibelios. Antes de ser gigante, Leiva fue pequeño, y en un momento del concierto recordó esos inicios en la sala Wah Wah, en pleno Cedro, donde sólo unos pocos estaban para escuchar sus principios. Los bajos fondos y el aprendizaje es la EGB de los grandes estadios. Para ese puñado de fieles tuvo Leiva un recuerdo, igual que para la Valencia de la dana, la Valencia que ha sufrido, a la que dedicó el concierto porque al final hay que buscar vías de escape para olvidar la tragedia: «Volvemos a Valencia después de un tiempo y nos acordamos de toda esa gente que sufrió la dana. Sabemos que habéis estado desatendidos pero os tenemos muy presentes, a aquellos que siguen reconstruyendo sus vidas y sus casas. Vamos a estar aquí también por ellos». Valencia necesita bailar, cantar y olvidar sus penas.
El exmiembro de Pereza ha hecho con Gigante, su sexto álbum, un relato muy intimista, de introspección y no pudo faltar, casi al final del concierto 'Caída libre', ese tema a pachas con Robe de Extremoduro, donde hubo que meter el verbo 'remontar' para que todo encajara. Pero Leiva no compareció para acariciar gatos, que también los hubo, sino para dar caña, para esas posturas imposibles donde se sujeta en el escenario como un flamenco en la Albufera, zancudo de botas blancas y pantalón campana, camisa empapada y rizos que gotean bajo su inseparable sombrero.
El concierto comenzó con temas de su último álbum para poco a poco introducir esos clásicos que todos cantan como el cancionero de un catecismo: 'Sincericido', 'Terriblemente cruel', 'No te preocupes por mí', 'La llamada', 'Lady Madrid'... Hubo un momento, cuando el concierto empezó a crecer, que la ola era imparable, con un Leiva extasiado junto a su hermano, Juancho de Sidecars, sudando a chorros en una noche donde la humedad valenciana se exhibió en todo su esplendor.
Leiva no vino de paso, puso buena cara a esos inconvenientes del oficio como es que se rompa la guitarra con el contador a cero y no poder empezar el concierto como a él le hubiera gustado, o que a mitad se le estropee el auricular, o esa «pequeña mierda» como él la llamó. Leiva se dejó todo en el escenario, en uno de los grandes, sino el mejor, concierto que ha pasado este tórrido verano por Valencia. Leiva, que bueno que viniste.
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El exmiembro de Pereza combinó sus exitos de siempre, con sus temas más rockeros, con sus nuevas canciones, más íntimas y producto de un proceso de mayor madurez en ese tránsito que ha convertido a Leiva en uno de los grandes referentes de la música española en este momento.
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