El disco físico resiste en 15 tiendas de Valencia
Vinilos y cedés ya suponen sólo un 10% del negocio en España, pero los vendedores constatan un creciente interés de jóvenes con tocadiscos tras la pandemia: «Un álbum vale 30 euros, pero tienes la música en tus manos», destaca un melómano de 19 años
Feria de julio, FIB, Medusa, Rototom... En verano la música suena con fuerza en los festivales, en las calles, en los pubes y chiringuitos. Pero, ... más allá de los directos, ¿cómo consumimos hoy este arte? Mayoritariamente en 'streaming' de plataformas, con un 88% de las ventas, pero con un prolongado aguante del formato físico, que se lleva un 10% en el reparto del negocio. Contra todo pronóstico y con relevo generacional.
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Así se desprende del último balance de la música grabada en España presentado por la asociación Promusicae. A pesar de una caída interanual del 13% de las ventas de música que gira y se toca cuando la hacemos sonar, el vinilo está salvando contra todo pronóstico la vieja escuela melómana mientras el cedé, este sí, se desploma en el consumo a pasos agigantados con un 25% menos de volumen de negocio.
¿Necesitamos tocar aquello que amamos? Pues parece que sí. Al menos, todavía. Ni Amazon, ni Spotify, ni Tidal ni plataformas digitales hermanas han acabado con el deseo de ir a una tienda de discos, comenzar a pasar carátulas hasta encontrar lo que se anhela y luego adorarlo entre manos en la escucha, seguir letras en el libreto o admirar el lomo en los estantes de casa. Esta resistencia se plasma en 15 tiendas especializadas que subsisten en Valencia y su área metropolitana pese a que la gran mayoría tira hoy de móvil y cascos 'bluetooth' como medio para disfrutar de las composiciones.
Alguien podría pensar que estos comercios durarán hasta que duren los más veteranos melómanos con tocadiscos o reproductores de cedé. Pero no. Vendedores de estas tiendas constatan un «creciente interés» por el vinilo entre jóvenes, un fenómeno con eclosión «tras la pandemia» y que muestra cierto relevo generacional en un formato al que casi se dio por muerto en 2013. En ese año se vendieron sólo 140.000 unidades en toda España y en 2024 fueron más de un millón y medio.
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En FNAC San Agustín, por ejemplo, la sección de vinilos ya tiene casi tanto espacio como la de cedés. Y entre los que más buscan los jóvenes están los de Taylor Swift, Aitana o Charlie xcx. O algunas bandas sonoras míticas presentadas con el aspecto original de sus primeras ediciones, como 'Harry Potter' de John Williams, o la incombustible recopilación de 'Pulp Fiction'.
En el ámbito del compact disc, el fenómeno del K-Pop ha llevado al comercio a apostar por una estantería de unos cuatro metros dedicada íntegramente a este género asiático. Como describe Pedro Barber, responsable de la sección, «buscan cofres de artistas como BTS o Blackpink donde prima el coleccionismo», con ediciones multiportadas, cromos, posters y otros objetos especiales que no se pueden encontrar en el consumo digital. «El fan del K-Pop es tan fiel a estas bandas que no le importa estirarse un poco más en gasto» con las ediciones físicas colmadas de 'merchandising' adicional.
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A sus 49 años, Barber atesora una colección de 300 vinilos y cedés en su casa. Es padre de dos hijos de 10 y 14 años que disfrutan de una cuenta familiar de Amazon y, pese a su corta edad, «se interesan por los vinilos de Kaleo, Metallica o Guns N' Roses». Como reflexiona el vendedor, «yo soy de la opinión de que lo digital se oye mejor, pero el vinilo es una experiencia más personal, menos impuesta que la música de plataformas de 'streaming'».
En FNAC estiman en un 70% el aumento de ventas del vinilo desde 2020. Pandemia y bono cultural marcan el impulso por este formato entre los jóvenes, mientras la venta de cedés cae un 20%. «Y el cassette ha vuelto desde hace dos años», apuntan, aunque tímidamente, con jóvenes que buscan cintas de Triangulo de Amor Bizarro, Lola Índigo o clientes a la caza de un walkman. Y sí, se venden.
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Jóvenes en 'Oldies'
El formato físico musical aguanta con fuerza en 'Oldies', tienda nacida en 1982 y templo histórico de los discos en Valencia. Como Amsterdam, Harmony, Digital Records... «Esto da para vivir y vemos futuro en el negocio», celebra Mario Ballester, de 31 años. Junto a tres colegas de su generación tomó la decisión de quedarse con el negocio en pandemia. Y tras el coronavirus, «el vinilo vivió un boom muy importante».
El álbum nuevo en este formato está por 30 euros, pero Oldies ha llegado a vender recientemente uno de coleccionista de The Beatles por 2.500 euros. Con el disco de homenaje a Los Planetas, 'Super H', «tenía más reservas que discos nos llegaron». Mil unidades fulminadas a toda velocidad por una generación de jóvenes melómanos hambrientos de música que gira y se toca.
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Mario cree que en la pandemia «muchos jóvenes se replantearon cosas y quizá el tiempo en casa les permitió redescubrir el formato físico» de la música. Como el cliente de 25 años que acaba de llevarse un álbum de Chris Isaak. Se llama David y tiene 22 años. Otros muchos fieles a 'Oldies' buscan, entre otros géneros, indie de los años 80 y 90.
El vendedor cree que el disco hay que acompañarlo con un buen equipo en casa «y disfrutarlo sin cascos». Y que cautiva «por la estética de la portada grande», que agranda la obra. Pese al declive generalizado en ventas del cedé, 'Oldies' también les dedica su espacio. «Recientemente, hemos alquilado un rincón en el bar de al lado, para ubicar algunas colecciones que pueden tener salida», describe el comerciante.
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Alejandro Badillo es un joven melómano de Massamagrell. «Tengo 19 años y tocadiscos. Algunos me llaman 'viejoven', pero la música suena de lujo, mucho más natural». Aprecia, además, «el placer del coleccionismo». Él, como la mayoría en su generación, también usa Spotify «pero con el disco te concentras más en la escucha». Gracias al tocadiscos, que fue un regalo de su novia, disfruta hoy de la colección de su padre y también sus nuevas adquisiciones: Tyler The Creator, Linkin Park, Artic Monkeys...
«Los vinilos son más caros. Un álbum te cuesta 30 euros. Desde luego, resulta más barato para cualquier joven la suscripción«, reflexiona Alejandro. Pero con todo, «la inversión en un disco vale la pena. Tienes la música en tus manos, es algo especial, una sensación muy bonita... Lo que escucho lo estoy tocando. Es la experiencia de ver cómo funciona, de contemplar los lomos en la estantería. Quiero seguir haciéndolo, coleccionando poco a poco según permita mi economía».
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Como cuenta en un documental el mítico músico y productor Quincy Jones, «no se puede vivir sin música». Y muchos valencianos siguen queriendo convivir con ella, tocarla, verla e incorporarla a su hogar. No sólo en la pantalla del móvil o en eso que llamamos 'nube'. Cerca, en tierra, entre los dedos, en un rincón de casa o llenando estantes.
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