Estela Sanchis: «Negamos el morbo por nuestra educación cristiana, pero la curiosidad es buena»
Lanza 'Hasta aquí todo va bien', una primera novela que ahonda en asuntos como la violencia sexual, el deseo oscuro, el miedo, la maldad y los límites entre el bien y el mal
La pérdida del miedo, la violencia sexual, el morbo, la irreverencia, los límites entre el bien y el mal, entre lo público y lo privado, ... entre la integridad física y el deseo oscuro. Todos estos ingredientes se entremezclan en 'Hasta aquí todo va bien', la primera novela de Estela Sanchis, la escritora y artista valenciana que ahonda en la toxicidad y la dependencia en las relaciones con un texto crudo e incómodo pero inevitablemente absorbente gracias al morbo que suscita en cualquier persona que lo lea.
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Sanchis es, además de escritora, dueña de la conocida librería Bangarang de Valencia. Hablamos con ella sobre autoficción, morbo, arte y porno.
-Tu novela tiene un punto oscuro, obsceno que, tradicionalmente, se le ha tolerado más a hombres que a mujeres. Bukowski, por ejemplo, es considerado un genio y describe violaciones en sus libros. ¿Ha habido reticencias con tu historia por contar algo explícito y ser mujer?
-Pensaba que habría más, pero no del todo. Ahora ya estamos acostumbrados a leer otras cosas, narrativas más explícitas y arriesgadas de mujeres. Pero sí he notado un sesgo generacional. Hay una determinada generación que no entiende mi libro, que necesita una explicación que justifique el comportamiento de la protagonista. Creo que se trata de una generación que ha pasado por problemas más tangibles, más reales como la dictadura, la transición… Cosas nombrables. Los problemas de mi generación, quizás, son más etéreos. Entonces les parece raro, no entienden que mi personaje se meta en esas tesituras.
-Los personajes de tu libro, sin excepción, son grises. Hay maldad, pero también algo de bondad en todos ellos. Está bien leer historias que huyan de esa idea de maltratador maquiavélico y rabioso que solo vive para el mal.
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-Quise construir personajes humanos. Nadie es absolutamente bueno o malo. Todo puede ser excusable o comprensible con las claves adecuadas. Y todas las actitudes pueden ser cuestionables dependiendo del prisma desde el que las mires.
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-La novela también habla de las dificultades de ser artista, un oficio que no se basa en los resultados productivos y que, en consecuencia, arroja casi siempre al artista al malestar y la frustración porque no estás cumpliendo con lo que te pide el sistema: que generes dinero.
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-El arte es muy precario en España. No hay un sistema que sostenga las producciones más libres. Las escuelas están llenas de gente y luego no hay tantos artistas que hayan funcionado. Puedes intentar hacerte tu hueco, pero es como una cuenta atrás. Cuando eres joven y puedes optar a becas, bien, pero es muy angustiante. Yo no me he desvinculado gracias a la literatura. Encontrar esto ha sido una salvación, porque me daba mucha pena dejar el arte a un lado. Escribir me permite canalizar una energía creativa que permanecía dentro. Y la librería me hace sentir muy bien. La gestión cultural hace que la rutina de trabajo sea menos tediosa.
-Te he leído decir que una de tus dudas con la novela era que el personaje principal no tiene miedo a la violencia sexual porque viene de un mundo lleno de privilegios, lo que la pone en un punto más elevado que no te convencía. Háblame de esto.
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-No es que no me convenciera, sino que me daba miedo. Hay que ser consciente de los privilegios que uno tiene para no pensar que te lo mereces todo. Mi protagonista no tiene miedo y busca ella misma la violencia, cuando la realidad es que la mujer suele ser la víctima. Me daba miedo frivolizar sobre ese tema. Pero luego lo pienso y yo también he sufrido el patriarcado y la violencia. No he nacido en otro planeta, también tengo derecho a contar las cosas como quiero contarlas.
-Cuantas vueltas para justificar tu historia, ¿no? Este mundo nos obliga a estar mirándolo todo al dedillo. ¿No es agotador?
-Sí, ¡lo es! (ríe). Pero cuestionarse está muy bien. Nunca hay que dejar de plantearse las cosas, porque es sinónimo de sensibilidad.
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-El personaje de Gabor me ha parecido interesante. Es quien dirige la residencia artística de la protagonista. Es un pretencioso y un idiota que se cree superior. ¿El mundo del arte está tan lleno de Gabors como da la impresión?
-Diría que no. Gabor representa cosas que he visto en diversos hombres de mi vida, y en hombres de las mujeres de mi alrededor. El paternalismo y el hecho de hacerte de menos no son cosas de los hombres en el arte, sino de los hombres en el mundo, de la sociedad machista. En el arte hay imbéciles y personas maravillosas. Es cierto que hay cierta desconfianza en general de la sociedad hacia el arte porque parece un mundo elitista, pero los trabajadores del arte no dejan de ser gente muy precaria, y en ese sentido predomina en mayor medida un intento de ayudarse unos a otros que cualquier otra cosa.
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-Hablas también del arte como salvoconducto para desertar de una vida tediosa, frase literal tuya. Por un lado, vale, escapas del tedio de la oficina, de la jornada laboral de 8 horas, de la monotonía. Pero al otro lado hay precariedad, hay inseguridad, hay frustración, hay vacíos… ¿Qué es mejor?
-Para mí, creo que lo mejor es la incomodidad, ir de un lado a otro, la inestabilidad, que te obliga a moverte constantemente. Y por otro lado, el tedio también es necesario a veces, para no estar todo el tiempo en el filo de la navaja.
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-Últimamente hay muchos detractores del morbo, que abunda en tu libro. A veces resulta molesto que el morbo esté mal visto aunque no sirva a fines sensacionalistas. ¿Qué opinas?
-A mí me encanta. Fíjate en la definición de morbo: Interés malsano por algo. No entiendo por qué se dice que es algo malsano. El morbo abarca cosas de las que no queremos hablar porque socialmente son percibidas por una educación cristiana que incomoda y te impide hablar de ello. Parece que rechazar el morbo te da más estatus. El ser humano tiene curiosidad, y eso es bueno. Nos gusta saber sobre cosas que no hemos experimentado.
-Siempre te han interesado desde el punto de vista artístico los límites entre la vida pública y la privada. Saltar por encima de ellos y entremezclarlos. Este libro también ha sido un salto a la piscina en ese sentido, ¿no? ¿Has jugado mucho con esos limites?
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-La verdad es que sí, porque al exponer cosas poniendo mi nombre al personaje refuerzo la idea de que todo ha pasado de verdad. Pero me gusta esa ambigüedad que genera. Me lo pasé muy bien escribiendo, fue muy estimulante. Y luego, el límite entre lo público y lo privado, ese punto difuso e inestable, me interesa mucho. Traspasarlo es un atrevimiento, está al límite de la moral y la legalidad.
-Tú libro va sobre violencia sexual. Vivimos en un mundo en el que la mayoría de hombres consumen porno, y el porno se basa en dinámicas de violencia muy peligrosas, porque quien lo consume habitualmente, está demostrado, cada vez necesita más y más estímulos, más fuertes, más heavies.
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-Me parece horrible y aterrador, y nada halagüeño, pero al mismo tiempo, el porno está en todos lados, y no por dejar de mencionarlo desaparece. Hay que combatir esta realidad con porno de calidad, feminista. Y con control a los pequeños, pero también se combate no estigmatizando las fantasías. Me da miedo cómo pueden llegar a entender el sexo las nuevas generaciones por culpa del porno, y más cuando es tan fácilmente accesible. Pero creo que también hay que hablarlo, entender que una fantasía no tiene por qué corresponderse con tus intereses en la realidad.
-¿Crees que vamos a mejor o a peor?
-Todas las generaciones piensan que la siguiente será peor. Creo que vamos a mejor, porque las mujeres cada vez tienen más conciencia de su poder. Son las que cambiarán las cosas. Y los hombres son cada vez más educados en la tolerancia, en la normalidad y no en la agresividad. Es cierto que ahora se ven más violencias, pero igual es porque se verbaliza más. Antes se callaban.
-Se ha visto que ha crecido mucho la extrema derecha en la intención de voto de los más jóvenes.
-Me parece aterrador y a la vez natural que se opongan al poder del momento, que está lejos de ser maravilloso. Probablemente tendremos un gobierno de extrema derecha en algún momento, y cuando ocurra, quiero creer que los jóvenes volverán a su cauce. Me gustaría pensar que esto es una fluctuación coyuntural.
-¿Alguna recomendación como librera para los tiempos que corren?
-'Las pequeñas virtudes' de Natalia Ginzburg, por la centralidad del tema de la educación. Habla de educar a los niños en esas pequeñas virtudes que tienen que ver con la humanidad, la responsabilidad con el entorno... Creo que esto es especialmente importante ahora mismo. Y además es un diario sobre la guerra y la pobreza que nos enseña y alerta del horror que podemos vivir en situaciones que cada vez nos son menos lejanas. Es importante tener en cuenta que estas cosas pueden volver a pasar y que está en nuestra mano hacer algo.
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-¿Próximos proyectos?
-Estoy escribiendo una novela de ficción que tiene que ver con la gemelidad. Tengo una hermana gemela e hijos gemelos, así que me interesa muchísimo este tema.
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