El Palau de les Arts abría su nueva temporada con el estreno de esta producción de 'Faust' que, tras Valencia, podrá verse en la Scala, Staatsoper de Berlín y el Teatro Real. En esta semana se cumplen los veinte años de nuestro teatro y, pese a su juventud, ya tiene un lugar consolidado en la primera línea internacional; muestra de ello es poder coproducir con teatros como la Scala y, además, ser el primero en estrenar la producción. Johannes Erath deslumbró hace unas temporadas con 'Les contes d'Hoffmann' y regresaba para llevar a escena otro gran título francés. Su propuesta se articula alrededor de una especie de mezcla entre lo religioso y lo circense donde elementos litúrgicos y espacios religiosos se entremezclan con una estética de circo, teatro y cabaret. Así, por ejemplo, la firma del contrato se sustituye por una especie de eucaristía demoníaca.
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El director de escena deslumbró en los dos primeros actos con un derroche de imaginación y una virtuosa dirección escénica. Sin embargo, el pulso narrativo fue decayendo en los actos siguientes y las ideas parecían ir agotándose. Esa pérdida de pulso se debió en parte a un retrato de los personajes algo monótono en el que todos aparecían como infantilizados frente a un Mefistófeles que los maneja a su antojo. Algo de verdad hay en ello, pero si Mefistófeles puede hacerlo es porque sabe leer los deseos y las miserias de los demás para poderlos manipular y para mostrar eso, hay que profundizar en la psicología de cada rol.
Faust
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Gounod
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I. Auón-Rivas, A. Exposito, R. Iniesta, F. Sempey, B. Sala, E. Buachidze. G. Coma-Alabert.
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J. Erath, dirección de escena
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Cor de la Generalitat. Orquesta de la Comunitat, L. Viotti
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Palau de les Arts, 3 de octubre de 2025
Iván Ayón-Rivas volvía a Valencia tras su éxito la temporada pasada interpretando a Ravel y Puccini. El tenor tiene una luminosa vocalidad latina que usó para satisfacer las indicaciones dinámicas de la partitura. Se mostró especialmente hábil en los agudos ofreciendo resueltas filaturas con las que atacaba en forte para conducir al piano, satisfaciendo así una escritura en la que los agudos están en piano. Sin embargo, en el más conocido (el do de su cavatina) una inoportuna flema afeó el efecto. Una simple anécdota que solo le puede ocurrir a un artista que quiere darlo todo. Así que vaya por delante nuestro reconocimiento a una interpretación de primerísima clase.
Ruth Iniesta es una cantante de extraordinaria inteligencia musical y aristocrática escuela. Observó hasta el mínimo cada detalle, creando un retrato de Margarita de soberana profundidad.
Pero si hubo un artista que llenó de carisma la escena fue Alex Esposito. El bajo italiano es un excelente belcantista, pero, además, un magnífico actor. Destaca, en los papeles demoníacos y Mefistófeles es ideal para él ofreciendo una interpretación de referencia gracias a una plasticidad vocal deslumbrante. Del resto del reparto destaca Florian Sempey como Valentin quien llenó de dramatismo su reaparición en el acto cuarto, si bien es cierto que en el segundo la voz sonó fría y su preciosa aria quedó deslucida. Ekaterine Buachidze, por su parte, fue un exquisito Siebel.
Pero si hubo un triunfador absoluto a nivel musical, ese fue, sin duda, Lorenzo Viotti. El joven director es ya una de las grandes estrellas del panorama internacional y su actuación, en un foso como les Arts que se caracteriza por contar con auténticos mitos de la batuta, es de las mejores que se han visto en este teatro. Desde el primer compás presenciamos una lectura intensa, minuciosa, brillante por momentos y delicada e íntima en otros. En sus manos la orquesta sonó como un instrumento perfecto, los cantantes dieron lo mejor de sí y el coro ofreció una muy brillante interpretación.
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