Vivir con la luz al cuello
Cruz Roja y Fundación Naturgy organizan talleres para ahorrar energía a aquellos que llegan a fin de mes sin poder afrontar los pagos de servicios esenciales
Uno nunca sabe lo que la vida le puede deparar. Su día a día se basa en acudir a su puesto de trabaja y convivir ... con la familia que ha creado y, de repente, toda esa realidad se esfuma y acaba cada final de mes con el agua al cuello para pagar la factura de la luz. O quizás sería mejor decir con la luz al cuello. Se trata de una situación que, por desgracia, se vive dentro de la Comunitat, y más de lo que nos gustaría. Sólo en la provincia de Valencia Cruz Roja ha atendido más de 500 personas en esta situación. Por eso, Cruz Roja y Fundación Naturgy tienen un programa conjunto para hacer seguimiento a personas vulnerables que necesitan ayuda con los pagos de su factura. Hasta 148 usuarios se han beneficiado este año de este programa.
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Así lo explica a LAS PROVINCIAS Irene García, técnica de medio ambiente en la oficina provincial de Valencia de Cruz Roja. «Se trata de un proyecto creado también para cuidar el medio ambiente. Buscamos ayudar a la gente vulnerable a ahorrar en la factura de la luz, pero también de fomentar el ahorro energético», explica la trabajadora. En definitiva, se trata de una serie de talleres informativos donde se les explica cómo leer la factura de la luz, también cómo solicitar el bono social del Gobierno de España para ayudar a afrontar los pagos, pero también se dan consejos para lograr pequeños ahorros que pueden mantener en la cartera hasta 120 euros al año si se llevan a cabo. Además, después de cada taller se reparte a los usuarios un 'kit' de ahorro energético con bombillas led, aislantes de puertas y ventanas, una regleta, o perlizadores de agua, que se enroscan en el grifo para reducir el chorro al abrir.
El proyecto de 'Pobreza Energética' que impulsan Cruz Roja y la Fundación Naturgy también contempla la realización de auditorías de viviendas donde se realizan rehabilitaciones que mejoran la eficiencia energética y reducen el consumo. En este marco, en Valencia este año se han realizado siete auditorías en domicilios que se han concretado en tres rehabilitaciones (eliminación de humedades, instalación de caldera de gas, cambio de puertas y ventanas), así como compra de electrodomésticos más eficientes como lavadora, deshumidificadores y radiadores.
Ruth Burdiel, técnica de intervención social y empleo de la oficina de Cruz Roja en Paterna, explica a este diario que, pese a la creencia general, la pobreza energética no entiende de perfiles. «Las personas que atendemos son vulnerables, están pasando por un mal momento. Pueden haber perdido el empleo, o el nacimiento de un hijo sin red de apoyo, un proceso migratorio que no sale como uno esperaba... Los casos son vario pintos», explica Ruth.
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«A lo mejor es complicado de percibir, pero para estas personas cada fin de mes es una lucha por hacer frente a los pagos. Además, con la luz, si no pagas te la cortan al instante, entonces es una situación muy difícil. El mero hecho de conseguir ahorrarles 10 euros cada mes ya es mucho para ellos», indica Burdiel.
En este sentido, desde Cruz Roja se trata de realizar un seguimiento integral a la vida de la persona vulnerable. «Trabajamos con ellos la gestión emocional, conocemos su situación familiar, compaginamos estos talleres con otros para mejorar su manera de enfrentarse al mercado laboral, de encontrar un empleo», comenta la técnica, que añade, «además, estamos en coordinación con los Servicios Sociales del Ayuntamiento de Paterna para aunar esfuerzos y que no haga cada organización la guerra por su lado. Se trata de coordinarse para ofrecer la mejor atención a la persona vulnerable.
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El pasado miércoles un voluntario de Fundación Naturgy, Raúl Díaz, acudió a la sede de Paterna para ofrecer a 15 personas estos talleres para ahorrar energía y reducir su factura de la luz. Entre los asistentes, María, Javier y María José cuentan a LAS PROVINCIAS cómo han llegado a esa situación.
Sin trabajo y a cargo de un bebé de 18 meses
María ha acudido a estos talleres como parte de su proceso para acceder al ingreso mínimo vital. «Tenía la vida hecha. Mi trabajo, mis dos nenas, mi pareja. De un día para otro la relación se terminó, dejé el trabajo y tengo que cuidar de mis hijas», explica. En un abrir y cerrar de ojos, la vida de María había cambiado por completo. «Una tiene cinco años y la otra uno y medio. El padre me pasa una manutención y cuida de ellas, pero aún así no me da. Son varios meses que pido ayuda a mis padres, pero no puede ser así toda la vida», lamenta.
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Según cuenta María, las posibilidades de encontrar trabajo al contar que tiene hijos pequeños y es soltera, le complica la posibilidad de ser contratada: «Cada vez se hace más difícil afrontar los pagos. En Cruz Roja me están ayudando a ahorrar y a presentarme mejor para encontrar empleo, así que espero que salgamos adelante poco a poco».
Buscar la reinserción y no llegar a fin de mes
Javier vivía en la Plata y se marchó a la Coma para huir de la droga: «Nos vendieron la Coma como un barrio de clase trabajadora, pero que va. Ese barrio fue una bomba de relojería. Acabé dejándome llevar por la mala vida de la juventud. Me casé y tuve tres hijos». Según explica el usuario, con el la crisis del 'boom' inmobiliario «se me fue la cabeza», y acabó preso. Hace dos años quedó en libertad, y desde entonces ha buscado reinsertarse, pero la vida se le ha complicado sobre manera: «Siempre he trabajado en puestos que han requerido un esfuerzo físico, y hace escasas dos semanas me han diagnosticado una hernia. No sé que voy a hacer ahora».
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El hombre explica que paga por una habitación en un piso compartido con otra persona, pero que casi no duerme allí. «Mi madre está muy delicada de salud y duermo muchos días en el hospital con ella», explica. Así, Javier explica que hasta ahora sus hermanos le han ayudado a hacer frente a las facturas durante todo este tiempo, «pero no puede ser así. Mis hermanos no me han abandonado en ningún momento. No pude pagar facturas, no pude ayudar a mis hijos, no pude ayudar en mi casa, que uno pues roza la depresión. Hay cosas que si no estuviera mi familia no las aguantaría, ¿sabes?».
Con estos talleres y el apoyo de Cruz Roja, Javier afirma que puede pedir las ayudas de Servicios Sociales necesarias para salir adelante. «Lo de los papeles es una locura. Sabes que hay gente que te pide una ayuda porque vive en la calle y tardan un año», lamenta. Javier, con la ayuda que recibe ahora, espera «respirar un poco» y «poder devolver a la familia todo lo que me han dado».
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Dependiente de la Renta Valenciana para avanzar
María José vive sola con su hijo de 16 años. No consigue encontrar un trabajo, y cree que el hecho de padecer una discapacidad puede estar afectando a su vida laboral. «Vivo con lo justo que me llega del ingreso mínimo vital, por eso vengo a estos talleres y he pedido la renta valenciana. Tengo a mi hijo y consigo trabajar», explica la mujer.
María José puede evitar emocionarse al contar su historia porque explica que sus padres son los que le han estado ayudando mucho hasta ahora. «He pasado a pedir ayuda a un amigo, porque mi madre se ha puesto enferma y pueden preocuparse por mí estando ellos como están. A mi amigo le puedo deber dinero, así que cada vez que ingreso algo le pago las deudas», cuenta desesperada.
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La mujer explica que gracias a Cruz Roja pretende realizar el curso de carretillera a ver si le ayuda a encontrar trabajo en algún almacén. «Necesitamos un trabajo ya. La factura de la luz la pago como puedo porque ahí perdonan una. Sin embargo ya tengo deudas con el agua, que te la cortan durante un tiempo y tengo margen para afrontar los gastos».
María, Javier, María José, son sólo algunos de los casos que viven en la Comunitat ahogados por las facturas. Perfiles distintos con un mismo problema, porque como explicaban las técnicos de Cruz Roja, «No hay un patrón. Uno puede sufrir un par de tropezones en un corto plazo que le lleven a una situación de vulnerabilidad, esto le podría pasar a cualquiera».
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