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Escarlett, la nonata de ocho meses de gestación, en una imagen de ecografía facilitada por su abuela. LP

Escarlett: la víctima 229 de la dana de Valencia que murió en el vientre de su madre

El amargo testimonio de su abuela: «Janine iba a ser madre soltera. Su primera hija era su ilusión y trabajaba duro por ella al volante de un camión. Ahora he perdido a las dos y sólo pido justicia»

Domingo, 14 de septiembre 2025, 14:22

Es una de las historias más dolorosas que deja la dana del 29 de octubre. La víctima más joven de la catástrofe ha sido, paradójicamente, ... la última en ser reconocida como fallecida a consecuencia de las riadas, la que deja la cifra del horror en 229 tras el reciente reconocimiento judicial de esta pérdida como consecuencia del desastre. Faltaba un mes para su nacimiento cuando su madre, Janine Mercado Rodríguez, como tantos otros, fue arrastrada por el agua.

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Hoy es su madre, la abuela de Escarlett, la que ve al fin satisfecha su voluntad de que ambas, y no sólo Janine, fueran contabilizadas judicialmente entre las víctimas. «Esto trae un poco de alivio, pero queremos que se haga justicia», clama una destrozada Mary Rodríguez antes de desgranar todo lo que perdió, de golpe, aquella tarde.

La mujer de 48 años llegó a España desde Bolivia junto a su esposo en 2003. Es madre de dos hijos, Janine y otro hijo. Los hermanos tenían 7 y 11 años «cuando me los traje a Valencia». Buscaban una vida mejor y consiguieron labrar su futuro paso a paso, ella limpiando en casas y los hijos como transportistas.

Janine estudió en Luis Vives, pero orientó su camino al trabajo desde joven. Primero cuidó a personas mayores y, con 26 años, se puso al volante de un camión como autónoma, al igual que su hermano. Como relata su madre, «se quedó embarazada y el padre no quiso hacerse cargo, rompieron e iba a ser madre soltera» de la pequeña Escarlett. Era su ilusión, su primera hija tras una etapa de lucha y altibajos.

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La joven boliviana vivía sola en Godelleta, en un piso alquilado. «Era muy activa, muy trabajadora», recuerda su madre. «Le quedaban dos días para la baja por embarazo y todos le decíamos que parara, que podría tener un accidente. Pero ella quería terminar el mes de octubre, sacarse el dinero para criar a su hija», asegura Mary.

Janine Mercado Rodríguez, fallecida junto a su hija Escarlett de ocho meses de gestación. LP

La cuna ya estaba montada y muchos de los objetos para Escarlett, adquiridos. Por si la niña en camino se adelantaba. «El lunes fue a buscar el carro para la bebé y, el miercoles, tenía la última ecografía». Como tantas otras veces, fue de Godelleta a Ribarroja, cogió el camión en el polígono, e hizo su trabajo. Ya por la tarde, hizo el recorrido a la inversa. Y fue ya en coche, de vuelta a casa, cuando el desbordamiento del Poyo le sorprendió en la rotonda de Ribarroja.

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«Logró salir de su coche, se refugió en otro junto a otras personas y me telefoneó», relata su afligida madre. «¡Me estoy ahogando!», le decía. «Intenta estar tranquila. Hazlo por la bebé», le aconsejó la abuela antes de recibir una última ubicación desde el móvil de Janine. A partir de ese momento, silencio a mensajes y llamadas. Sin rastro de su hija embarazada.

«No me quiero deshacer de nada»

«La busqué con mi pareja con la última ubicación, pero estaba todo cortado y era imposible. No pude pasar». Siguieron cuatro días de rastreos desesperados, de ayuda suplicada en redes sociales con la foto de Janine. Pero nada. Hasta el 2 de noviembre. «La encontró la pareja de mi exmarido. A unos 200 metros de la última ubicación».

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Como ensalza Mary, «Janine era tranquila, sociable, trabajadora. Muy responsable. Y con su nueva hija estaba muy ilusionada». Recuerda sus palabras: «Quiero conocer su carita y tenerla en mis brazos». Tras la doble pérdida, las cosas de la niña «las recogimos en cajas y no me quiero deshacer de nada. Su cuna, su bañera, sus biberones... Lo tengo todo en mi casa de Valencia».

La abuela de Escarlett piensa inscribir en el registro a la pequeña que no llegó a conocer el mundo, una posibilidad legal que se brinda después de los seis meses de gestación. Hoy Mary sigue de baja laboral. «Días bien, dias mal, pastillas, visitas al psicólogo, al psiquiatra…». Le queda el consuelo de su otro hijo, el hermano de Janine, superviviente de la riada en Ribarroja. «Él tampoco tenía ganas de trabajar, lloraba mucho, pero se dio cuenta de que no quedaba otra. De que si se quedaba en casa igual era peor y ya no levantaba cabeza». Son las vidas quebradas que quedan tras la catástrofe. Las otras víctimas.

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