Resistir ante la adversidad

Salvar vidas. Esa es la misión. Poco más y nada menos. Los profesionales sanitarios no pueden bajar los brazos, no ahora. Están agotados, llevan sobre sus espaldas nueve meses de lucha contra la peor crisis sanitaria que la mayoría hemos vivido, pero no pueden rendirse. Empezaron la guerra sin armas -léase equipos de protección-, han sufrido dolorosas bajas y han puesto el grito en el cielo en busca de ayuda, un auxilio que ha llegado a cuentagotas. Pero tienen que resistir ante la adversidad y a la espera de que la vacuna ponga fin a la pesadilla. Pese a que algunas decisiones de Sanidad llegaron tarde -la contratación de refuerzos- y otras fueron precipitadas -los hospitales de campaña-, pero de poco sirven ahora los reproches. El enemigo es el Covid-19.

La prioridad máxima de la Conselleria de Sanidad este año, y también la más urgente, es tratar de contener una pandemia que ha iniciado el ejercicio desbocada. Disminuir el número de fallecimientos, evitar la saturación hospitalaria, especialmente en las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI), y volver a recuperar la trazabilidad de los contagios es el principal reto. Para ello, además de la red sanitaria pública, la Comunitat cuenta con la ayuda de los cuestionados hospitales de campaña, el recinto provisional de la antigua Fe de Campanar, así como el personal y las instalaciones de las clínicas privadas.

La herramienta que servirá para de verdad plantarle cara a la Covid-19 será la vacuna, y por eso, administrar todos y cada uno de los viales que lleguen será básico. Sanidad, tanto el ministerio como la conselleria, se enfrenta a la mayor operación logística de las últimas décadas, dada las condiciones necesarias para el traslado de la vacuna, que debe conservarse a unos 80 grados bajo cero en todo momento. El reto supone no desperdiciar ninguna de las dosis que lleguen -en neveras convencionales únicamente resisten cinco días- y que los residentes las reciban lo más pronto posible.

La pandemia ha provocado que la modernización de los centros de salud sea ya imprescindible. Dotar de recursos suficientes a Atención Primaria, sobre todo de tecnología para practicar la telemedicina y facilitar el acceso de los pacientes a la información y a las centralitas, se antoja vital. Los actuales dos circuitos, para pacientes Covid y aquellos afectados por el resto de patologías, mantienen colapsados los consultorios y a un buen número de pacientes esperando a ser atendidos por su médico de familia, por lo que la aspiración es facilitar herramientas a los profesionales para aliviar la situación.

La Comunitat cerró el año con cerca de 60.000 pacientes a la espera de recibir una intervención quirúrgica y otros 200.000 aguardando una cita con el médico especialista. Las demoras en la asistencia no urgente se han visto agravadas por la pandemia, por lo que el reto es reducir de nuevo estos retrasos y recuperar, al menos, los tiempos medios de espera previos a la explosión del Covid-19. El objetivo, por tanto, es pasar de los actuales 120 días de demora a los 80 de hace poco menos de un año.

La sanidad pública valenciana adolece desde hace una década de una falta estructural de profesionales debido, principalmente, a los recortes fijados durante la última crisis económica, por una oferta insuficiente de plazas de especialización y por unas poco atractivas condicionales laborales, lo que impulsa a buena parte de los profesionales a desarrollar su carrera en otros territorios. Revertir la situación es el difícil reto de Sanidad. Además, otra importante aspiración debe ser reducir los conflictos laborales abiertos con las fuerzas sindicales y que se vienen traduciendo en protestas a las puertas de los centros sanitarios. El objetivo debería ser reforzar las plantillas y, al mismo tiempo, mejorar las condiciones de médicos, enfermeros, celadores y el resto del personal sanitario.