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La realidad tras la pillada de Coldplay: los engaños rompen más de 5.000 parejas al año en Valencia

Uno de cada cuatro valencianos admite haber sido infiel al menos en una ocasión. Cinco personas describen, desde el anonimato, su experiencia con las traiciones amorosas: «Perdoné por los niños, pero no pasaré una más» ¿Flaquea la monogamia?

Martes, 12 de agosto 2025, 00:26

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La cámara les apunta abrazados. Él se aparta. Ella también. Un secreto hecho añicos. La pillada de una infidelidad en pleno concierto de Coldplay ha sido una de las noticias más impactantes y comentadas del verano. Tras la anécdota se esconde una realidad social, la de la infidelidad, que, por su propia naturaleza, está envuelta en el tabú. ¿Hasta dónde podemos llegar en un universo de secretos?

Cada cierto tiempo brotan encuestas que aproximan cifras. Una reciente es el Estudio Sobre Hábitos Sexuales en España realizado de Diversual. Dos sexólogas consultaron a casi 5.000 personas de entre 18 y 60 años. En la provincia de Valencia, un 26% admitió haber sido infiel al menos una vez en una relación estable. En Alicante, un 29% y en Castellón, un 19%. A nivel nacional, los porcentajes de infieles por género son parecidos: 28% de los hombres y un 30% de las mujeres.

La famosa plataforma de citas Ashley Madison publicó a principios de año un ranking con las ciudades con mayor cantidad de infieles de España. Valencia está entre las diez con mayor cantidad de engaños amorosos, en el octavo puesto. Otro estudio de la web que anima a tener aventuras situaba la enfermería como profesión con más infieles, lo que trae a la memoria el caso de Maje y Salva, los amantes asesinos de Patraix.

Pero ¿qué es infidelidad? Obviamente, cada pareja establece sus propias reglas y el amor libre tiene sus seguidores. Sobre esta cuestión ha hablado el Centro de de Investigaciones Sociológicas (CIS). Un reciente estudio con casi 4.000 entrevistados muestra que hay bastante consenso: «mantener relaciones sexuales y afectivas con otra persona» es ser infiel para el 91% de la población.

Más allá de eso hay matices, zonas indefinidas. Por ejemplo, casi la mitad de los consultados, un 43%, considera que «dar un beso en los labios» a otra persona no es infidelidad. El 65% considera que sí lo es «mantener conversaciones subidas de tono a través de mensajes, teléfonos o redes sociales». Para tres de cada cuatro personas, tener relaciones sexuales por redes sociales sin contacto presencial también es traición amorosa.

Los abogados de familia valencianos tienen una visión privilegiada sobre esta realidad. Palmira Trelis, es letrada y presidenta de la sección de Familia y Sucesiones del Colegio de Abogados (ICAV): «La infidelidad está en la base de más del 50% de las rupturas, casi siempre ligada a otros problemas primarios como desgaste por problemas económicos, falta de atracción, o consumo excesivo de redes sociales».

El año pasado hubo en la Comunitat más de 11.581 demandas de divorcio (segunda mayor tasa de España). Esto significa que los engaños están destruyendo, como detonante final, algo más de 5.000 parejas consolidadas por vía legal. La sensación de los juristas es que ganan terreno de la mano de redes sociales que favorecen contactos con desconocidos «o buscar al novio de juventud mitificado».

Hablan de Tik Tok, Instagram o Tinder. Pero el catálogo es amplísimo: desde la mundialmente famosa Ashley Madison a Gleeden, Victoria Milan, Grindr, Tinder, OkCupid, Lovoo, Happn… Si bien cualquiera tiene cabida, se usan con frecuencia para contactos extramatrimoniales. Hay, incluso, una tecnología informática adicional: las aplicaciones que tapan comunicación o imágenes: Private Photo, Vaulty Stocks, Tiger Text, Snapchat…

Hay otro indicador: la proliferación en Valencia de hoteles centrados en los encuentros de pareja. Son los 'love hotels', algo alejados de la ciudad. Como Loob, junto a la A-3 en Mislata, Luve en la CV-35, o el de reciente apertura, Joc, en la V-31 (Pista de Silla)… No sólo va clientela que engaña a su pareja, pero sí rodean sus servicios y gancho publicitario con un halo de discreción, secretismo y privacidad que apunta claramente a los infieles. El eslogan de Loob, por ejemplo, es evidente: «Será nuestro secreto». Se define como un alojamiento «dirigido a parejas que buscan intimidad y discreción». Ofrece suites por cuatro horas desde 50 euros.

Dídac Asenjo es sociólogo y politólogo por la Universitat de València (UV). A su entender, «debido a la hipervigilancia e hiperconectividad ahora es mucho más sencillo pillar a los infieles». Cita al sociólogo polaco Zygmunt Bauman y su obra 'Amor líquido': «En la modernidad líquida los vínculos afectivos son más volátiles y débiles». Para Asenjo, en el combate monogamia vs. poligamia, la primera quizá resista por otra fuerza: «la problemática de la vivienda, donde es necesaria la unión duradera de al menos dos personas para poder independizarse».

Pero ¿por qué falla la sinceridad? ¿Por qué no dejar al otro antes que traicionarle? El sociólogo alude al «miedo a destruir lo construido, en especial en la familia tradicional consolidada», el temor al «estigma tanto al infiel como al engañado, algo que puede generar problemas de salud mental y hasta laborales». Añade otro factor: «La satisfacción, la adrenalina que puede aportar las relaciones y el deseo sexual ilícito».

Para Asenjo, la infidelidad es multicausal. Abarca «desde la falta de comunicación en pareja sobre qué tipo de relación necesitan sus miembros hasta unos celos patológicos». La contradicción. Es decir, «no podemos aceptar que nuestra pareja mantenga relaciones sexuales con otros, mientras nuestro deseo sexual nos lleva a tener dichas relaciones». Cita también el poder de atracción de la «nueva experiencia sexual» cuando la de la pareja estable ya ha alcanzado su límite.

La infidelidad es «un terremoto emocional muy parecido al duelo». Lo define así Paula Muiñós, psicóloga especializada en parejas, entre otras áreas. Quien la sufre puede padecer «pérdida de autoestima, desconfianza generalizada, culpa o deseos de venganza», si bien «depende mucho de la personalidad». En casos extremos aparece un «estrés postraumático relacional». El trabajo a 'dobles' en las terapias «no es nada fácil». A la pareja dispuesta a reencontrarse «hay que darle su tiempo». La herida de la traición puede cicatrizar con un mínimo de tres meses de apoyo psicológico a razón de, al menos, una sesión semanal.

Sólo quien ha vivido la infidelidad sabe bien lo que significa y la huella personal que deja. Para conocerlo mejor mostramos ahora cinco historias reales de engaños amorosos en Valencia, presentadas desde el anonimato y relatadas en primera persona.

  1. Sonia 40 años

    «He perdonado varios engaños por mis hijos»

Estoy casada con un hombre que me ha sido varias veces infiel. Ni los muchos años de pareja ni tener dos hijos de 3 y 6 años fueron un obstáculo para que tonteara e incluso tuviera encuentros a mis espaldas con otras mujeres. Tampoco pareció importarle la paternidad o la responsabilidad familiar.

Él me lo ocultó pero engañar hoy es mucho más complicado que antes. Todo se queda en los teléfonos. Llamadas, mensajes, fotos… Un día, ante las dudas, le revisé el móvil y descubrí lo que me temía. Había estado con otra mujer y me lo estaba ocultando. Luego supe que había habido más.

Sentí una gran rabia y durante un tiempo estuve decidida a romper la relación. Él trataba de justificarse, pero sus razones me parecieron egoístas. Me sentí despechada e incluso estuve a un paso de comenzar una nueva historia de amor. Pero con hijos ese paso es más complicado. Al final, he decidido darle una última oportunidad. He perdonado por los niños. Espero que esta vez no vuelva a burlarse de mi confianza. Cuando sucede algo así es imposible ver a tu pareja con los mismos ojos y siempre estás alerta. Tengo claro que no pasaré una más.

  1. Ángela 19 años

    «Su infidelidad marcó mi confianza en nuevas parejas»

Con 17 años pillé a mi primer novio siendo infiel. Fue en una fiesta. Al llegar, tras saludar a mis amigos, intenté encontrarle. Estaba bailando entre un gran grupo de amigas. Al saludarme fue distante. Me enfadé, pero lo dejé pasar. Media hora después bajaba al baño de la mano de una chica. Entré en pánico. No quería creer lo que veía y me alejé todo lo que pude. Respiré hondo y una amiga me dijo que no sólo se había liado con esa chica, sino también con otra. Dos en una hora y media.

Fui a hablar con él. Ni se inmuto y siguió bailando. Bajé las escaleras completamente destrozada y con rabia. Al salir estaba uno de sus mejores amigos ahí para consolarme. Decidí hacer a mi pareja lo mismo. No estoy orgullosa de haber caído igual de bajo, pero tampoco me arrepiento. Si me hubiera quedado con los brazos cruzados y llorando le hubiera dado todo el poder. Eso sí me hubiera destrozado.

Desde entonces me ha escrito más veces de las que puedo contar, me ha pedido volver y me ha dicho frases inolvidables. Esa infidelidad marcó un antes y un después en cómo veo las relaciones y mi confianza en las parejas que tengo.

  1. Francisco 20 años

    «Engañé a mi novia y luego ella fue infiel a su nuevo novio conmigo»

 

Sucedió durante un viaje a Mallorca, en julio de 2023. Allí conocí a Bea, una chica espectacular. Nos terminamos llevando muy bien. Me tenía que volver a Valencia, pero seguimos hablando un tiempo, pues me gustaba mucho. Empezamos a salir y hasta me desplacé a la isla un par de veces a verla.

En septiembre, al empezar la universidad, la relación se complicó. No nos veíamos mucho. Una vez al mes y con suerte. Llegaron las fiestas de mi pueblo y coincidí con una chica que me había atraído toda la vida. Me fui a los campos con ella y nos acostamos.

Después me sentí bastante arrepentido por Bea. Pero decidí serle totalmente sincero y no ocultar lo que había pasado en Valencia. Lo hablamos y decidimos que lo mejor era dejarlo, pues la relación a distancia era difícil. Lo más chocante es que, pasado un tiempo, ella también fue infiel. Le puso los cuernos a su actual novio conmigo. Ocurrió sólo una vez. Creo que siguen juntos y no se lo ha contado.

  1. Laura 19 años

    «Me dijo que lo dejaba con su pareja y no era verdad»

Una noche conocí a una chica a través de una compañera de piso. Me contó que la situación con su novio era malísima, que la maltrataba psicológicamente. Él vivía en Países Bajos y aseguró que lo iban a dejar ya. Salimos de fiesta, se me acercó y me preguntó si me gustaban las mujeres. Yo iba bastante borracha y caí. Se me metió en la cabeza que lo iban a dejar y no paraba de repetírmelo. Quise justificarme y sentir que no pasaba nada, que no hacía nada malo. A la mañana siguiente desperté y me culpé. Además, a los diez segundos de liarse conmigo hizo lo mismo con una amiga y hasta se acostó con otro.

Lo viví como un lío más, no le di importancia. Lo encajé más como algo entre amigas. Al poco tiempo me enteré de que siguieron juntos y ni siquiera habían hablado lo de la ruptura. Fue todo un discurso que me había montado. Hoy en día ya sé que no lo dejó y que le ha puesto los cuernos al menos 20 veces más.

  1. Juanjo 21 años

    «Me engañaba con citas de una web y yo perdonaba»

Mi expareja me puso los cuernos muchas veces. Ni sé el número. Un viernes de marzo nos fuimos a cenar. Me confesó que había quedado con un chico al que conoció en una web de citas, pero que no había pasado nada. Y que estaba tan arrepentido que me lo contaba. Me enfadé, le perdoné y le hice jurar que eso no volvería a pasar. Tonto de mí.

En junio, otra vez. Me confesó que se había pasado fotos íntimas con un chaval también de la web. Otra vez me dijo que estaba muy arrepentido y que había sido por una mala racha. Volví a perdonar, el mayor error de mi vida. Luego me llegaron capturas de él con otro en esta plataforma. Dijo que le habían usurpado la identidad. Aunque era mentira, le creí.

Ya vivía envuelto en dudas y le revisé el móvil. Tenía descargada la aplicación Grindr. Le supliqué que me dijera la verdad y él lo negaba. Al final ideé un plan rebuscado. Le dije que había contactado conmigo mucha gente para decirme lo que estaba haciendo. Confesó: había tenido más de siete relaciones, gente de la web. Aprovechaba mientras yo estudiaba para engañarme. Pasé dos días llorando, pero me di cuenta de que no valía la pena. Después sentí indiferencia y un asco que frena cualquier recuerdo. Salvo una llamada, no ha vuelto a haber contacto.

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