El primer fármaco valenciano que pone en jaque al cáncer
Marisol Quintero, que estudió en Burjassot, lidera un equipo que desarrolla en Paterna el BO-112, un medicamento efectivo ante tumores en la piel
Cuando se habla de investigación contra el cáncer, el público en general se imagina un laboratorio vanguardista en un edificio inmenso con acceso restringido. «Esto ... es como si fuera una cocina», bromea Marisol Quintero, farmacéutica formada en las instalaciones de la Universitat de València en Burjassot. Lo dice sentada mientras ordena viales de BO-112, primer medicamento desarrollado en la Comunitat que ya se ha mostrado efectivo en determinados tumores, en concreto, de la piel. Detrás de ella, a través de la ventana, se ve la Pista de Ademuz.
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Tan lejos como en el Parque Tecnológico de Paterna, esta científica lidera un proyecto que nació hace 15 años y hoy está más cerca de convertirse en una nueva arma frente a la lacra llamada cáncer. «De una forma u otra todos tenemos una experiencia personal. Un padre, una madre un hermano... y cuando yo estaba haciendo la tesis doctoral, a un sobrino de 8 años le diagnosticaron un cáncer incurable», recuerda Marisol Quintero. El pequeño Nico falleció y aquella triste historia fue una semilla que germinó en el pensamiento de Marisol Quintero: «Hubo un momento personal que iba muy de la mano de lo que yo estaba haciendo en el laboratorio. Había una motivación muy clara por contribuir en lo que pudiera a desarrollar mejores tratamientos porque esto es una lacra que nos afecta a todos».
También a los inversores, que sostienen el proyecto del laboratorio Highlight Therapeutics, que vislumbra su acceso al mercado pero que aún precisa de que lo alimenten. «Es posible que tenga beneficio, pero a la hora de meterte en esta iniciativa piensas más en el bien que haces a la sociedad», constata uno de los empresarios que están respaldando económicamente esta investigación, que cuenta con el apoyo de la fundación Columbus.
El proyecto que lidera Marisol Quintero en Highlight Therapeutics tiene unos cimientos sólidos. «Es un estudio que sale del CNIO (Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas). De ahí que la comunidad científica no haya tenido dudas. Eso ha sido un hilo conductor para trabajar con grupos de altísimo nivel, internacionales o aquí en España», señala la farmacéutica valenciana, que incide en la firmeza con la que se han ido dando los pasos. Con máxima discreción a nivel mediático, pero buscando las máximas garantías: «Cuando dábamos un paso en la clínica venía muy trabajado todo el aspecto técnico. Cuando entras por primera vez en humanos hay un miedo de que lo que aportes al paciente no le ponga más en riesgo. En los tratamientos, sobre todo en oncología, siempre tienes que evaluar la seguridad».
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Y después de tantos años de trabajo, Marisol Quintero pronuncia una frase que repite una misma palabra y está llena de entusiasmo: «Esto ya no es si funciona o no. ¡Funciona, funciona, funciona...! Ahora hay que ver dónde funciona mejor, dónde puede aportar más valor... y esa es en la fase que estamos». El estudio de melanoma, según precisa la farmacéutica, terminó hace un par de años y los resultados se publicaron en una revista científica un mes atrás: «Gente muy importante se ha aproximado a nosotros. Estoy hablando de grupos como City of Hope, MD Anderson o Mayo Clinic. Hay ya a un nivel de validación y reconocimiento por la comunidad internacional que ya trasciende de que tengamos que estar nosotros empujando el proyecto».
Tras esos primeros resultados en melanoma, ahora el equipo de Highlight Therapeutics está centrándose en otro cáncer de la piel mucho más frecuente, los tumores basocelulares. ¿Y qué hace el BO-112? Quintero da una explicación sencilla de algo que científicamente seguro que es mucho más complejo: «Cuando nos infectamos con un virus o con una bacteria, nuestro sistema inmune reacciona. Pues cuando un tumor crece, no lo detecta como extraño y ese es el problema. Lo que hacemos es mandar una señal de que sí es extraño y meterle una potencia de destrucción a ese sistema inmune para que se cargue a esa lesión», explica la investigadora: «Lo que veíamos es que en un porcentaje de los casos el tumor desapareció, las lesiones tratadas y, en algunos casos, las no tratadas».
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Ese paso para encontrar pacientes que quieran participar en el ensayo era complicado. Normalmente se desarrolla en enfermos muy avanzados, que prefieren intentarlo a quedarse con la duda. «Son los médicos los que meten a los pacientes en los estudios. Los tratan en los hospitales y saben cuáles están por la labor y a los que es mejor no tocar», indica Marisol Quintero. Pero ahora todo ha cambiado: «Cuando se comunica lo que estamos haciendo, son los pacientes los que se ponen en contacto con nosotros, también a nivel internacional. Y hay que ser muy rigurosos. El desarrollo farmacéutico tiene sus pasos y hay que trabajar con los médicos. Aplicar todos los mecanismos que protejan al paciente, debemos tener muy en cuenta que estamos hablando de gente que está en un momento muy vulnerable».
El BO-112 va camino de la comercialización: «Los proyectos en desarrollo deben superar la fase 3, y nosotros estamos al final de la fase 2. Ahora valoramos la oportunidad de mercado, pero lo que sí está claro es que vamos a utilizar el producto en tumores de la piel». Highlight Therapeutics deberá valorar la rentabilidad económica y dónde se aporta más valor al paciente. Esa balanza mostrará cuáles serán los siguientes pasos.
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Marisol Quintero, la valenciana que estudió farmacia pero no quería trabajar en una botica ni dedicarse a la enseñanza está más cerca de cumplir su sueño, desarrollar un medicamento efectivo contra el cáncer. «La clave es rodearte de gente que sabe más que tú y lo ha hecho más veces. Y normalmente esas personas no están en España», desliza. Ella hizo la tesis en Londres, dirigida por Salvador Moncada, que había trabajado en la industria farmacéutica. También estuvo codo con codo con Chris Boshoff, actualmente director científico y presidente de Investigación y Desarrollo de Pfizer. «Entonces tomé la decisión de que quería aportar algo», recuerda Marisol Quinero. Trabajó en la Fundación Botín y en el CNIO. «Ahí es donde empecé a entrar en oncología con más dedicación. Lo que yo quería era desarrollar un proyecto propio», indica. Y entonces le llegó la propuesta de Damià Tormo de liderar un proyecto en Valencia. «Al principio pensé: '¿Dónde me he metido?'». Pero tiró adelante y 15 años después, ahí están los resultados del BO-112. Son los frutos de la semilla que plantó Nico.
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