El vuelco lingüístico
EL ESTADO DE LA EDUCACIÓN ·
Marzà llegó con un 28% de alumnado escolarizado en valenciano y este curso alcanza el 61%. Objetivo político. La evaluación nos dirá si se cumple con el educativoSalió la noticia esta semana que 90 colegios públicos, de distintas autonomías, abandonan este curso el bilingüismo escolar. El propio de las comunidades autónomas monolingües que se basan en el uso temprano del inglés como lengua vehicular. De estos programas, el más criticado es el de la Comunidad de Madrid, fundamentalmente por el impacto mediático que aquella política regional tiene en todo el país, y por la distancia de modelo educativo entre quien gobierna y quien lidera la oposición educativa. Se da la circunstancia de que las mismas organizaciones que defienden las dificultades que genera la inmersión escolar en una lengua que no es la propia son la que abanderan los modelos de inmersión lingüística cuando se trata de otras lenguas oficiales que no son el castellano.
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No es lo mismo, claro, estudiar en inglés que en castellano o valenciano, pues la distancia entre unas y otras no es la misma, ni la presencia social del entorno de los alumnos tampoco. Y aunque no deja de ser un objetivo competencial de la Educación, la lengua extranjera, mayoritariamente el inglés, no tiene el peso jurídico y político que atesoran las lenguas oficiales. Lo pongo simplemente como ejemplo porque cala que introducir pronto y profundo una lengua en las aulas es siempre bueno y hace a los niños más inteligentes pero, como en todo, según y cómo, porque además de una lengua, hay que aprender unos contenidos, y para ello todavía la lengua de cada uno es imbatible.
Este curso, el nuevo modelo plurilingüe llega a los institutos. Publicó Las Provincias que la ley en la que el Gobierno del Botánico, a la segunda, creó su proyecto de idiomas en la escuela ha supuesto un vuelco en la distribución de éstas en las aulas lo que era uno de los efectos políticos deseados y esperados, se diga de manera explícita o implícita. Sobre el papel, un modelo de distribución de porcentajes de horas, como podía estar en el último borrador que presentó Alejandro Font de Mora cuando era conseller o el propuesto tantas veces, sin detalle, por Ciudadanos. Sobre el papel, porque por lo menudo el resultado es elocuente: Vicent Marzá se encontró con el 28% el alumnado escolarizado en valenciano y ahora hay el 61%.
No basta, claro, para satisfacer al sector escolar e ideológico que reclama un modelo de inmersión lingüística completo, que desearía ir más rápido y que ahora encuentra hueco normativo en la Lomloe para eliminar el mínimo del 25% de castellano que determinaron los tribunales y se recoge en la Ley de Plurilingüismo. Escuece todavía que con el PP existieran líneas íntegramente en valenciano que ahora no son posibles.
Tampoco convence a estos sectores que la implantación mayoritaria del valenciano en las aulas sea desigual y se mantengan las diferencias de programas según la titularidad del centro.
Este curso toca comenzar a evaluar el resultado de estos cambios lingüísticos, que es de lo que se trata, o debería tratar: mejorar la educación y no sólo cumplir objetivos políticos.
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Por eso, es importante recoger el guante lanzado por Inspección y es el infracertificación del valenciano en la enseñanza ordinaria donde un alumno de Bachillerato, con dos cursos estudiados más, obtiene el mismo título que el de la ESO. La idea es antigua, y ya el presidente Fabra lo propuso en un Debate de Política General. Pero ya saben, no todas las promesas de debates como el de ayer llegan a ser realidad.
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