El ocaso de las vocaciones en la Comunitat
La región pierde en ocho años casi un millar de religiosos y registra el cierre de media docena de monasterios de clausura y 77 sedes de comunidades
LOLA SORIANO
Valencia
Viernes, 29 de abril 2022, 00:33
La desaparición de la comunidad de franciscanos en Pego después de cuatro siglos de historia y el cierre de la casa de las Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia ... en la ciudad de Valencia, tras 132 años de presencia en la capital, son dos de las noticias que se han dado a conocer esta semana. Se trata de dos casos concretos, pero la realidad es que detrás de estos anuncios hay datos estadísticos que demuestran que se está produciendo un ocaso de vocaciones en la Comunitat Valenciana.
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A esta situación de disminución drástica de las vocaciones hay que unir que, en la mayoría de comunidades de hermanas y monjes, los religiosos tienen avanzada edad y no es frecuente el relevo generacional.
Como muestra de este problema basta con consultar las estadísticas que publica Confer, Conferencia Española de Religiosos a nivel estatal y que, en el caso de la Comunitat Valenciana, registra casi un millar menos de religiosos en ocho años.
Concretamente, el descenso se cifra en 848 monjas y hermanos menos en ocho años, ya que en 2013 había 3.184 religiosos en la Comunitat, tanto en Orihuela-Alicante (675), en Valencia (2.216) como en Segorbe-Castellón (293) y en 2021 la cifra se ha quedado en 2.336, repartidos en Orihuela-Alicante (439); Valencia (1.660) y Segorbe-Castellón (237).
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Si se observa la estadística entre 2021 y 2020, sólo en ese año se pasó de 2.443 religiosos a 2.336, es decir, fueron 107 menos.
Esta falta de vocación y de renovación también se está reflejando en el resto de España, ya que según Confer, desde 2015 a 2021 un total de 1.222 comunidades religiosas se han visto obligadas a cerrar sus puertas. De hecho, entre 2020 y 2021 son 148 las que han dicho adiós, al pasar de 4.641 comunidades a 4.493 en toda España.
De este modo, en las comunidades de vida activa son 848 las monjas o hermanos que se han perdido, lo que ha llevado al cierre de 77 sedes de comunidades en toda la Comunitat, ya que en abril de 2022 son 199 las casas de comunidades existentes, mientras que en 2019 eran 215 (16 más que ahora) y en 2017 eran 276 (77 más que ahora).
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En el caso de los monasterios o conventos de vida monástica o de clausura, el vicario episcopal de Vida Consagrada del Arzobispado de Valencia, Martín Gelabert, estima que son seis o siete los centros que se han cerrado en los últimos diez años.
Cierre de centros de clausura
Entre los ejemplos que cabe citar se encuentran por ejemplo las Pasionarias de Torrent (monasterio de Santa Gema), ya que sólo tenían tres monjas y finalmente se han trasladado al País Vasco; las Agustinas de Torrent, donde también quedaban tres hermanas y al parecer la propiedad estaba en venta y las dominicas también de Torrent, que finalmente se han reagrupado en Paterna, si bien la primera sede se está empleando temporalmente como punto de primera acogida de refugiados ucranianos, a la espera de trasladarse a pisos.
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Y es que no hay que olvidar que en 2016 hubo una instrucción del Papa en la que se daba un plazo para cerrar los conventos de clausura (no los de vida activa) en el caso de que no hubiera seis procesas solemnes y eso se ha ido traduciendo en fusiones de conventos.
Otro ejemplo son las clarisas de Xàtiva que se fueron de la capital de la Costera en 2001 para agruparse en Canals. En este caso, el edificio primero se vendió a un constructor de Zaragoza para hacer un hotel de lujo, pero al quebrar la empresa se lo quedó un banco. Posteriormente al entrar el PSPV al gobierno de Xàtiva se adquirió la propiedad porque querían conservar el edificio que es Bien de Interés Cultural (BIC) y si bien se intentó que fuera un parador y luego un hotel, finalmente parte se destinará a Palacio de Justicia y la parte protegida será un centro cultural donde se expondrá el legado del cantante setabense Raimon (centro Raimon de actividades culturales) y habrá auditorio y sala de exposiciones.
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Los cierres se producen tanto de convento de clausura como de vida activa y los ejemplos son muy diversos, ya que por ejemplo en 2017 se fueron los últimos cuatro frailes franciscanos del convento de la Purísima Concepción de Benissa, y se proyectó alquilarlo para abrir un hotel; las Siervas de María se fueron de Mislata en 2010. Tampoco siguieron en Burriana las dominicas ni los tres frailes carmelitas de Burriana (en 2019). Las Agustinas Descalzas dejaron Xàbia en 2003 o las dominicas no están en Carcaixent desde 2010.
Análisis
El vicario episcopal de Vida Contemplativa, Martín Gelabert, opina que se trata de «un problema social y global porque hay menos vocación en toda Europa y no sólo en el caso de religiosos de clausura». Recuerda que «hace años España exportaba muchos religiosos a latinoamérica y ahora el proceso es inverso», aunque la llegada tampoco es muy numerosa.
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Opina que el ambiente social y religioso ha cambiado en las últimas décadas y añade que «cuando antes una persona manifestaba inquietudes religiosas el confesor solía orientarles a la vida de clausura y ahora quizá se enfoca más a la vida activa laica, a la ayuda en grupos parroquiales, comunidades neocatecomunales o grupos juveniles».
DATOS
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199 sedes de comunidades religiosas de vida activa hay abiertas en la región, 77 menos que en el año 2017.
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848 hermanos y monjas se han perdido en ocho años.
La disminución importante de ingresos también se está notando en los centros formativos. El rector del seminario de Moncada, Fernando Ramón, explica que «en los últimos quince años la media de personas en formación es de entre 40 y 50». Unos años entran siete nuevos, otros doce, pero la media en proceso de formación es de medio centenar.
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Ramón recuerda que allá por los años 50 «llegaron a haber más de 900 seminaristas». Y añade que cuando él estuvo estudiando en el seminario, había entorno a un centenar.
Opina que la carencia de vocaciones «se deriva del descenso de la vida cristiana, de la práctica religiosa» y añade que «hay que volver a evangelizar. La solución es presentar a Jesucristo y la vida cristiana desde la experiencia». De igual modo indica que suelen recibir correos de gente de otros países que quiere desarrollar la vocación en Valencia, pero afirma que precisan vocaciones locales.
«Entre las pequeñas pensiones y los dulces, salimos adelante»
Las hermanas clarisas tenían hasta 2014 dos importantes sedes en la capital de Valencia, el convento de la Trinidad, donde fue abadesa Sor Isabel de Villana (figura importante de la literatura valenciana) y el convento de la Puridad. En ese año ya sólo quedaban cuatro monjas de clausura en la Trinidad y, por eso, finalmente tuvieron que optar por la fusión. Tres de las hermanas se integraron con las clarisas de la Puridad y una marchó a prestar el servicio de cuidado de su madre. Entonces en el convento de la Puridad eran doce hermanas y al llegar las tres nuevas sumaron quince. Pasados los años quedan nueve, porque algunas han fallecido, hay otra que está en una residencia y otra fue a otra casa. De las nueve monjas actuales, siete tienen entre 70 y 90 años «y las otras dos hermanas tienen 30 años. Son africanas y llegaron a este convento hace diez años», explica la madre superiora, sor María Mercedes.
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Ahora, además, están a la espera de que lleguen dos monjas más procedentes de Kenia. Ante la pregunta de qué actividades realizan para poder sustentarse, la madre superiora indica que «vivimos de las pensiones y de los dulces artesanales que realizan en el obrador las dos hermanas más jóvenes». Por eso afirma que «entre las pequeñas pensiones y los dulces, salimos adelante». Recuerda que «antiguamente recibíamos ayudas de bienhechores, pero ahora ya no llegan porque la gente también tiene muchas necesidades».
Las clarisas siguen siendo las propietarias del histórico convento de la Trinidad, pero está cedido a las Siervas del Hogar de la Madre que antes estaban en Torrente y que se dedican a cuidar enfermos y organizar charlas.
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Otro caso de fusión entre monjas de una misma congregación es la de las Agustinas Descalzas. En este caso, las hermanas de Benigànim se estaban haciendo mayores y pidieron ayuda a las monjas de Alcoy. Finalmente las segundas tuvieron que irse de la sede alicantina. Cuando llegaron a Benigànim había cinco hermanas, cuatro locales y una de la vecina localidad de l'Olleria. La última monja de las veteranas de Benigànim falleció en 2021 y ahora son ocho hermanas, dos de ellas conocidas por promocionar la canonización de la Beata Inés por un canal de redes sociales. En el caso de la sede de Alcoy, ahora se encuentran las Servidoras del Señor y de la Virgen de Matará (de origen argentino).
Desde las Agustinas Descalzas de Benigànim opina que «hoy en día hay menos vocaciones, pero no toman este camino porque no lo conocen, porque el Señor da la felicidad». En este caso, las hermanas se dedican a cuidar a las más mayores y sobreviven con pequeñas pensiones y con la venta de objetos de recuerdo de la Beata Inés. En este convento las monjas tienen entre 87 y 43 años.
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