Cuando la movilidad se para al fallar un simple ascensor
Usuarios en silla de ruedas de la red de metro y de los autobuses metropolitanos critican las averías y la falta de mejoras para sus viajes
«Vivo aquí al lado pero a veces tengo que venir desde Picanya». Carlos López, un joven de 22 años que necesita una silla de ... ruedas para su movilidad, se desespera por las averías de los ascensores en la red de metro y los problemas para viajar en los autobuses metropolitanos para ir a Valencia.
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Carlos vive a poca distancia de la estación Torrent Avinguda de Metrovalencia, donde charla con LAS PROVINCIAS. Al otro lado de la fachada de cristal, el ascensor que utiliza para bajar al andén. La semana pasada sufrió una nueva avería. Una más.
Las roturas tanto de los ascensores como de las escaleras mecánicas bloquean en la práctica cualquier opción de viajar para los usuarios que se mueven en silla de ruedas. «La alternativa que me dan es que coja otro metro hasta las estaciones de Torrent o Picanya», afirma el joven.
Los dos casos tienen sus pegas. En el primer caso, Carlos asegura que la distancia entre los vagones y el andén hace que tenga miedo de que las ruedas delanteras, donde lleva un acople que le permite utilizar un motor eléctrico, se quedan bloqueadas.
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«Es un peligro, ya pasaba antes de la dana y ahora se mantiene. Tienen que arreglarlo porque de lo contrario puede ocurrir algo serio», sostiene. En plena conversación llega un amigo, José Luis Mateos, vecino de Valencia, que también necesita una silla de ruedas para moverse, y por lo tanto, «víctima» de las deficiencias del transporte público.
José Luis lo tiene muy claro. Los autobuses de la EMT, los «rojos», funcionan muy bien, todo lo contrario de lo que sucede con los metropolitanos, los «amarillos». En su opinión, se dan demasiadas ocasiones en las que los conductores señalan que carecen de rampa o está averiada. «Aunque sea de forma manual, tienen una que pueden desplegar», asegura.
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En su caso, la estación de metro que le pilla más cerca de casa está en la avenida del Cid. «Cuando el ascensor está roto, la opción que tengo es bajar en 9 d'Octubre o en Ángel Guimerá. Suelo elegir la primera porque está más cerca», sostiene. Por la acera y con paciencia va eludiendo obstáculos hasta llegar a su domicilio. Algo parecido le ocurre a Carlos cuando no puede bajar en Torrent Avinguda pero en su caso, al preferir Picanya por seguridad, la ruta hasta su domicilio la hace por un carril bici.
¿Por qué suceden las averías? Fuentes de Metrovalencia señalan sobre esto que no hay una estadística sobre las causas, mientras que los dos usuarios tienen una respuesta meridianamente clara: se trata de lo que llaman un uso indebido de los elevadores. «Estamos hartos de ver a gente que no debe utilizarlos cómo lo hacen», sostienen ambos.
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Los ascensores no son de uso exclusivo, aunque sí hay una «preferencia total» para algunos colectivos, como se indica en la cartelería colocada en las puertas. Así, se habla de embarazadas, personas, con carritos de bebé, ancianos, usuarios que llevan niños, carritos de la compra o necesitan bastones para andar. Y más grande aparece también el logo de las personas que van en silla de ruedas.
Por el contrario, tanto Carlos como José Luis indican que se encuentran con frecuencia con viajeros que llevan patinetes eléctricos, bicicletas plegadas, maletas o, simplemente, les dicen ante sus miradas que tienen «un problema como que se marean en las escaleras mecánicas o tienen un problema en las piernas».
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Sobre esta relación, desde Metrovalencia señalaron que no se puede acceder al metro con patinetes o bicicletas. «Las vemos», replican los dos jóvenes mientras charlan junto a la estación Torrent Avinguda.
Ambos coinciden en que el uso indebido debería ser sancionado, lo mismo que viajar sin billete, aunque ni en la normativa de la empresa autonómica ni en el Plan de Accesibilidad Universal vigente desde hace unos tres años se mantienen prohibiciones expresas, con lo que desde la compañía responden a esto diciendo que «si los pillamos y es mucho avisamos pero no hay una sanción establecida».
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Los usuarios en silla de ruedas preferirían algo más de «mano dura», lo mismo que ocurre con las normas sobre las escaleras mecánicas. «Cuando llego y el ascensor está roto, podría subir por las escaleras haciendo un caballito pero no me dejan», dice. Entonces no le queda otra que bajar en otra estación. La dana ha obligado a reconstruir parte de las líneas de l'Horta Sud, aunque en la accesibilidad sostiene que queda margen de mejora.
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