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El corte de suministro que dejó sin luz a millones de usuarios en la Península Ibérica el pasado 28 de abril ha puesto a prueba la solidez del sistema eléctrico español. Más allá del impacto inmediato, el episodio ha vuelto a centrar el foco en cuestiones estructurales: la gestión de la red, el papel de las renovables, el debate sobre las nucleares y la necesidad de interconexión con Europa. En medio de un acontecimiento que quedó en un susto, cabe poner el foco en la situación de la energía de la Comunitat, tanto en su generación como en su demanda. Y el análisis no deja lugar a dudas, la Comunitat depende de la producción de terceros para abastecer más de la mitad de la energía que necesita.
Así lo indican los datos de demanda y generación de energía que ofrece Red Eléctrica respecto a la actividad en 2024. Mientras la Comunitat produjo en todo el año 15.158 GWh, la necesidad de la región ascendió hasta los 26.561 GWh. Con estos números, también se sabe que el territorio necesitó de 13.669 GWh de saldos de intercambio internacional para abastecerse por completo. Las cifras reflejan el nivel de dependencia exterior que tiene la Comunitat para alcanzar su nivel de consumo. Por otro lado, es importante resaltar que la región valenciana fue la segunda comunidad con mayor dependencia de los saldos de intercambio internacional, sólo por detrás de Madrid, que por supuesto demanda más energía que la Comunitat.
Tras el apagón, pronto surgió la polémica con respecto a la responsabilidad de las renovables dentro de las causas del suceso. Por otro lado, otra corriente liderada por el presidente del Gobierno aseguró que las nucleares habían dificultado más la situación por la atención que necesitaron para mantenerlas estables. Existen aquellos que quieren acabar con la nuclear y otros tantos que desconfían de la potencia renovable. Mientras tanto, en la generación de energía de la Comunitat la convergencia entre unas y otras es esencial para alcanzar los niveles de producción habituales.
Si se coge el porcentaje de producción de cada energía en la región por meses, se aprecia esa relación que existe entre la nuclear y las renovables. Para empezar, más de la mitad de lo producido en 2024 proviene de la nuclear (52%). Sin embargo, es importante destacar que el nivel de producción de esta energía depende de la fuerza de generación de las renovables. Por ejemplo, durante el mes de marzo del año pasado, renovables como la eólica (28,9%) o la solar (8,5%), tuvieron una gran importancia de generación. En estos casos, la nuclear deja de producir tanta cantidad energía (19,1%), pues el sistema tiene la capacidad limitada y las renovables son más baratas.
Del mismo modo, en meses donde la renovable disminuye su capacidad de generación, como ocurrió en mayo de 2024 (eólica 11% y solar 7,4%), la nuclear produjo energía hasta abastecer un 60% de toda la producción de dicho mes. Estos vaivenes demuestran que la producción eléctrica de la red de la Comunitat es dependiente del entendimiento entre un tipo de energía y otro, lo que también disminuye la dependencia total por alguna de ellas. Con este contexto, la región no podrá depender exclusivamente de las renovables hasta que no sea capaz de producir toda la energía que aporta la nuclear.
Nuclear y renovables parecen condenadas a entenderse. De media, las energías renovables llegaron a cubrir en todo el año el 22,4% de la producción energética de la Comunitat. Por el momento, se encuentra muy lejos de alcanzar el nivel de producción suficiente para cubrir la energía que genera la nuclear. Mientras tanto, el reloj todavía corre, y desde 2019 se agendó que la Central Nuclear de Cofrentes llegaría a su cierre definitivo en 2030. Para entonces, no sólo se necesitaría aumentar la generación de las renovables, si no también asegurar una estabiilidad en la producción y mantenimiento de su red, con el objetivo de no volver a vivir episodios como el del pasado 28 de abril.
Con la situación contextualizada, y reconrdando que el apagón fue a nivel nacional, es evidente que la Comunitat -como el resto de regiones- depende de toda la red del país en materia de seguridad energética. Si la red de España cae, la de la Comunitat también lo hará. Por eso se buscan respuestas. Pese a que la Red Eléctrica logró restablecer el suministro en apenas doce horas, la magnitud del fallo —uno de los más relevantes de las últimas décadas— ha desatado un aluvión de incógnitas. ¿Qué falló realmente? ¿Está preparada la red para soportar niveles tan altos de generación renovable? ¿Es necesario repensar la estrategia de transición energética?
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Desde el sector, algunos prefieren no precipitarse con las conclusiones. Xavier Cugat, directivo del ámbito de las energías renovables, insiste en que «realmente nadie sabe lo que ha pasado y quien diga lo contrario, miente». A su juicio, el sistema sufre desconexiones de plantas casi a diario, pero esta vez la respuesta no fue eficaz. «Lo relevante no es que se desconectaran instalaciones, sino que no se supo gestionar», sostiene.
Cristina Corchero, investigadora del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC), coincide en señalar que la infraestructura «es muy resiliente y fuerte» y que la red española, en comparación con otras europeas, es estable. El problema, dice, no es tecnológico, sino operativo. «Las desconexiones automáticas siguen protocolos previstos, la red tiene que estar preparada para soportarlo», explica.
Uno de los elementos que ha generado mayor polémica es el papel de las energías renovables. Durante el apagón, la generación solar y eólica representaba cerca del 60% de la electricidad en la península. Algunos han apuntado a la falta de inercia que generan estas fuentes como uno de los factores desencadenantes. Cugat considera que esa afirmación es errónea: «Quien diga que fue un problema de inercia está mintiendo. Hemos tenido días con menos inercia global y no ha pasado nada». La inercia, recuerda, se calcula nodo a nodo —hay más de 650 en todo el país— y no se puede generalizar a nivel estatal.
Corchero también pide evitar el enfrentamiento entre tecnologías: «El debate no debe ser renovables contra nucleares. En Europa vamos hacia una generación más limpia, pero la clave es cómo lo gestiona cada país. La nuclear puede aportar, pero no es la única opción». Para ella, la prioridad es diseñar un sistema capaz de acompañar el crecimiento renovable con mecanismos adecuados. En este sentido, ambos expertos coinciden en señalar la importancia de reforzar el control y la flexibilidad del sistema. Según Cugat, Red Eléctrica «tiene un poder total sobre la red» y dispone de herramientas para evitar que una caída como la del pasado lunes ocurra. «No es un problema de hardware, sino de gestión y control. Para mí, lo que ha fallado es el 'software'», afirma.
Sobre la posibilidad de un sabotaje o un ciberataque, Cugat lo descarta casi por completo: «No se puede provocar esto actuando en un solo punto. Haría falta una coordinación milimétrica en muchos lugares a la vez. Además, si hubiera sido un ciberataque, lo lógico es que no se hubiera recuperado la red tan rápido ni se hubiera salvado Baleares».
Otro de los ejes del debate es el grado de interconexión eléctrica con el resto del continente. España mantiene una limitada capacidad de intercambio con Francia, lo que refuerza su aislamiento energético. Corchero recuerda que esta condición geográfica penaliza la estabilidad del sistema: «Somos una península y eso nos limita. Europa lleva años insistiendo en que hay que mejorar esa interconexión».
Cugat también ve en la interconexión una oportunidad: «Tener más capacidad de conexión con Francia reforzaría la robustez del sistema. Aunque en este caso, no olvidemos que Francia se desconectó y nos dejó solos». Aun así, destaca otras soluciones en marcha, como el desarrollo de sistemas de almacenamiento, que podrían aportar una flexibilidad «brutal» al sistema español.
Mientras se recopilan datos y se reconstruye la secuencia de eventos que llevó al apagón, los expertos coinciden en que no habrá una causa única. «Como en un accidente aéreo, se analizarán muchas cajas negras y se descubrirán múltiples factores», explica Cugat. Lo cierto, apunta, es que «esto ha sido un fallo de gestión, y la responsabilidad es de Red Eléctrica».El episodio ha dejado al descubierto no tanto una debilidad tecnológica como una exigencia operativa: adaptar la gestión del sistema a un mix energético en plena transformación. Un reto que exige no sólo infraestructuras, sino decisiones estratégicas a la altura del cambio en marcha.
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