«La Albufera necesita de todos con un apoyo real»
Las dos integrantes de la Comunitat, pioneras hace dos décadas, lamentan que parte de Valencia aún vive de espaldas a las necesidades del parque natural
Huele a fresco en la puerta de la Lonja de la Comunidad de El Palmar, un día cualquiera en el que por fortuna no ha ... aparecido la lluvia. La suerte favorece a los grupos de ciclistas que llenan las terrazas de los bares a la hora del almuerzo. Carmen Serrano y Amparo Aleixandre, de la junta directiva y secretaria respectivamente de la entidad nacida en 1250, salen para atender a LAS PROVINCIAS. El asunto no es sencillo, dado que se trata de que expliquen cómo ha cambiado el colectivo de pesca los últimos 25 años, cuando las mujeres no podían pescar todavía y, sobre todo, el parque natural de la Albufera, con sus urgencias y necesidades tras la nefasta dana.
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Las inundaciones del 29 de octubre se notaron mucho, sobre todo por la imposibilidad de faenar un mes y medio. «La campaña de la anguila fue un desastre el pasado año», dice Amparo. Ahora con las lluvias tienen el problema de la paja del arroz. «Al pudrirse, está causando anoxia en el agua y es un problema que denota una falta de gestión en el lago porque no es de ahora, sino desde siempre», asegura.
«No podemos estar así porque la anguila está cada vez más cerca de la extinción y hay más veda. Con esos residuos y lo que producen la estamos matando», afirma sobre la normativa vigente que prohíbe las quemas. Carmen dice sobre esto que entiende el veto de algunos plaguicidas por sus componentes químicos, pero la alternativa no puede ser «lo que está ocurriendo ahora. ¿Tienen que recogerlo a mano?».
Serrano añade a esto que buena parte de la opinión pública en Valencia «vive todavía de espaldas a la Albufera, a sus necesidades. La Albufera necesita de todos con un apoyo real». Para Amparo, la Albufera de los años 50 «no es la de hoy en día», para destacar esa imagen engañosa que tienen muchas personas sobre el parque natural, quizás demasiado bucólica y que deje aparte las urgencias y demandas de las familias que viven de ella, como las de El Palmar.
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«Cuando yo estudiaba en Valencia había mucha gente que no conocía dónde estaba la Albufera o El Palmar y hoy en día hay mucha gente que todavía no la conoce», apunta Carmen. «Igual que Valencia vivía de espaldas al mar, la Albufera y El Palmar igual. Todavía hoy no consideran las necesidades administrativas que tenemos para conservar y cuidar lo que tenemos. No están lo involucrados que necesitaríamos con El Palmar y el lago».
Acerca de las necesidades, señalan el entramado de instituciones que gestionan y tienen competencias en el parque natural. «La Albufera necesita que la política quede fuera», apunta Amparo, para añadir la falta de «implicación con un plan, pero no un titular, sino un plan de acción ya, no podemos esperar». Carmen apunta que a la Albufera se le «lava la cara y se la maquilla todos los días, pero necesita un buen baño».
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El dragado del lago lo ven viable por completo. «Hay técnicas que dan garantías», dicen acerca de un debate abierto desde hace décadas. «Beneficia a los pescadores», aseguran. Ahora, con la reconstrucción tras la dana, es el momento para encargar un proyecto que se haga de una vez, aseguran ambas. «La lubina y la gambeta han desaparecido casi porque necesitan agua limpia».
De los planes conocidos, comentan que a veces «se destina más dinero para un estudio que para el problema que debe ser resuelto». «Lo de arreglar el colector lo he conocido desde hace mucho tiempo y en la junta rectora se dicen muchas cosas pero no se hacen».
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Igual opinan sobre la limpieza tras la dana. «No se quitó todo lo que se debía por lo costoso que era, ahora va a crecer lo verde y quedará tapado, pero ahí está», apunta Amparo. Carmen tercia diciendo que hasta la limpieza en El Saler sería mucho mejor con algunas prácticas que se permitían antes. «Tanta prohibición no es buena», considera.
En 2000, por comparar con la fecha propuesta para la charla, participaron en el sorteo anual de zonas de pescas unas 75 personas. «Va a seguir bajando», comenta. Otros municipios, Silla y Catarroja, cuentan con pescadores, aunque sin lonja abierta, con lo que no tienen la misma capacidad comercial.
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La mayor parte de las familias tienen otras actividades. «Eso empezó con el impacto de la contaminación. Por eso empezaron a compatibilizarlo con la agricultura y la hostelería», comenta Amparo. También debe tenerse en cuenta el calendario de pesca autorizada, de noviembre a abril para la anguila, aunque el resto del año pueden capturas cangresos azules o llises, entre otros.
Para Carmen, vivir sólo de la pesca en la actualidad es más complicado. «Sí que he visto en casa de mi suegro cómo mantenía a la familia con la pesca». Ahora, el cangrejo azul ha pasado de ser una amenaza a una oportunidad aunque consideran que no es la solución: «Es un parche», sentencias ambas.
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«Se trata de un oficio que necesita un gran esfuerzo físico. Sí que hay personas que viven de la pesca, pero no las 300 personas que lo hacían antes», indica Amparo. «Antes, los padres nos animaban a salir de aquí cuando empezó a decaer la actividad económica, a buscarnos la vida», dice.
La Comunidad pesca en aguas continentales, en la Albufera, con lo que está adscrita a la Conselleria de Medio Ambiente. «No estamos reconocidos a nivel pesquero. Estamos haciendo una actividad pero sin los mismos derechos que la pesca marítima, por ejemplo para acogerse a los fondos europeos que ayudan mucho en cuestiones de vedas», dice Amparo, para añadir que lo mismo ocurre en cuestiones de cobertura médica o la jubilación.
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Es un caso complicado, pero que debería resolverse. «En el río Guadalquivir se pesca y hasta Sevilla se consideran aguas marítimas», dice Amparo, mientras que Carmen apunta que falta «consideración política en esto», una idea más con la que insiste en que en muchas cuestiones se vive de espaldas a la Albufera y sus necesidades.
«Los pescadores podrían jubilarse a los 55 años», apunta Amparo, para destacar que la legislación actual de pesca reconoce a la acuicultura. «¿Por qué no ocurre lo mismo con la pesca continental?», se pregunta.
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«Ya sé que el impacto sobre el PIB que ejercemos no es importante, pero la historia, la cultura y la tradición que defendemos deben contar», defiende. «Si queremos no se convierta en un parque natural deshabilitado, debe haber un equilibrio socioeconómico en la zona».
Amparo asegura que la Comunidad «está sufriendo una gran metamorfosis porque uno de los problemas que tenemos es la falta de relevo generacional», afirma. Las 60 personas que salen a faenar diariamente sería muchas más, asegura, si entre otras cuestiones tuvieran reconocidos derechos laborales como cualquier trabajador del mar.
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«Esa falta de relevo viene muy ligado a cómo está la Albufera», lamenta sobre las dificultades para mantener un caudal de agua adecuado o hacer frente a las amenazas cotidianas del humedal, donde lo más visible es la contaminación por vertidos.
«El cambio sobre las mujeres pescadoras está asumido»
«El cambio está asumido», dice Carmen acerca del conflicto abierto a finales de los años 90 para que las mujeres pudieran pescar con todos los derechos como socias de la Comunidad. «Siempre habrá quien se perpertúe en su posición negacionista, pero la gente está satisfecha por el cambio porque ha sido beneficioso». Junto a otro grupo de mujeres de la asociación de Amas de Casa Tyrius, recibió el galardón Valencianos por el Siglo XXI de LAS PROVINCIAS por esta iniciativa que marcó un cambio en el régimen interno de la entidad. Amparo entró en 2001 y Carmen en 2008 tras un proceso judicial.
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