Torás, donde el fuego se quedó a las puertas

Los vecinos de esta localidad del Alto Palancia se han encontrado un paisaje dantesco, con campos cultivados sin tocar junto a otros abandonados totalmente calcinados

Álex Serrano

Valencia

Sábado, 20 de agosto 2022, 20:29

Resulta difícil imaginar el infierno en que se convirtió Torás en la noche del martes al miércoles. Pero las fotos de los vecinos que vuelven ... este sábado a sus casas evidencian que la lucha de los bomberos contra el fuego fue casa a casa y puerta a puerta, casi espalda con espalda contra los muros de piedra de las viviendas. Fue ahí, en Torás, donde se vivieron las horas más críticas del incendio, donde el fuego más cerca estuvo de engullirlo todo. Llamas que podían superar hasta en varios metros la altura del árbol que quemaban se abalanzaban sobre las casas en una noche naranja y terrorífica mientras lejos los vecinos temían que pasara lo peor. La estampa este sábado es tan desoladora como elocuente, con campos abandonados convertidos en puro hollín y otros cultivados que han aguantado con estoicismo.

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Carla es una de estas vecinas. A apenas metro y medio quedaron las llamas. «Los bomberos han estado a la puerta de las casas», comenta. «Está todo milimétrico, las llamas se quedaron muy cerca», cuenta, todavía con el susto en el cuerpo. Los residentes que han vuelto a Torás se han encontrado un paisaje descorazonador y, entre el agradecimiento a los servicios de emergencia, también hay un punto de enfado. Primero porque la zona fue asolada por una importante nevada en 2019, que dejó decenas de árboles caídos por el peso de la nieve y las ventiscas. «Era un vertedero de leña», explica Carla. Y segundo porque algunos residentes no pueden evitar pensar que los campos se dieron por perdidos. «Los vecinos viven de ellos y parece que no hayan importado», indica su novio Raúl, que reconoce que las prioridades eran salvar las casas.

Zona abrasada en Torás, este sábado.

Ellos han tenido suerte. O quizá no es cuestión de hablar de suerte, sino de trabajo. Disponen de una parcela en el pueblo, donde cultivan hortalizas. Se ha salvado. En su totalidad. Ni un brote quemado mientras a su alrededor todo son parcelas ennegrecidas por la ceniza. «Hay muchos campos que la gente ha dejado de cultivar porque da mucho trabajo. El 70% de ellos se han perdido. En cuanto el fuego pillaba dos o tres seguidos, todo ardía», comenta Carla.

Y luego está la cuestión de las casas, testigos mudas de una batalla desigual que los davides de los bomberos ganaron contra el Goliat del monstruo de Bejís. «Las que estaban abandonadas y tenían el monte detrás, se han quemado. Pero en las demás, no están ni las fachadas quemadas. Los bomberos debían decir, 'por aquí no pasas', porque si no no me lo explico», indica Carla. Y no pasó: el fuego, vencido contra todo pronóstico.

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Un campo cultivado, sin tocar, junto a otro arrasado por las llamas.

Quedan por delante fechas complicadas, días y días de limpieza y de trabajo. Y también de no bajar la guardia. Carla ha tenido que conectar la manguera a la ducha para refrescar un zona de la que salía humo en una parcela ya abrasada. «No va a salir llama otra vez, pero hay que vigilar», asegura. Torás descansa tras días largos y noches aún más largas y sus alrededores se han convertido en lomas negras donde antes había el verde más rico del Alto Palancia. Los vecinos vuelven a sus casas y la pesadilla parece haber remitido, pese a que el fuego se quedó, literalmente, a las puertas del pueblo.

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