Al fin, paz en Vietnam
Efeméride. Se cumplen 50 años de la firma de los acuerdos que fijaron las bases para acabar con el conflicto. LAS PROVINCIAS lo contó con una portada impactante
F. P. PUCHE
Sábado, 14 de enero 2023, 23:27
Nuestra portada, ese día, el 25 de enero de 1973, fue de impacto: el periódico se vendió por miles. «Paz en Vietnam», decía el titular. Pero lo que arrebataba era la imagen de un niño vietnamita, que miraba a la cámara con ojos tristes mientras sostenía con los bracitos un enorme fusil ametrallador. Se cumplen ahora 50 años de aquella página; medio siglo de los acuerdos de París que sellaron un alto el fuego en la larga guerra, de doce años. Y aunque el conflicto duró todavía dos más, aunque hubo después muchas nuevas víctimas, estableció una realidad: Estados Unidos no podía vencer ya en aquella partida y el presidente Nixon aceptaba poner las bases para llegar a un final.
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No era una imagen del día. No era la consabida fotografía oficial de la firma de un protocolario acuerdo de alto el fuego. Pero la intuición periodística de nuestra subdirectora, María Consuelo Reyna, se inclinó por la estampa sensible de un niño. El texto era breve, pero clarificador como un editorial: «Es un niño vietnamita. Qué importa cuál de los dos Vietnam sea su casa. Sus rasgos son los de todos los niños vietnamitas. En su mirada, todo un mundo. En sus hombros, un juguete. Y algo más que un juguete. Es la imagen de todo lo que conoce. Guerra y destrucción...».
Esa portada, nada convencional, sorprendió, para empezar, en la propia redacción. Pero con ella, el periódico hizo una apelación a la paz, a la esperanza de que terminara por asentarse en una tierra asolada, algo que muy pocos periódicos hicieron en el mundo ese día. La noticia, que los teletipos repitieron una y otra vez, decía que, tras meses y años de negociaciones sin éxito, una enorme mesa redonda instalada en un salón del lujoso Hotel Majestic de París había sido testigo de la firma de tres documentos por parte de las delegaciones de los Estados Unidos (William P. Rogers), el gobierno de Hanoi (Nguyen Duy Trinh), el Vietcong (señora Nguyen Thi Binh) y el gobierno de Saigon (Tram Van Lam). De ese modo, se ponía un punto final de esperanza en unas negociaciones que habían durado cuatro años y ocho meses; unas complejísimas negociaciones en las que se discutió, para empezar, la forma misma de la mesa de los debates -que primero empezó siendo cuadrada y al final fue redonda- por parte de unas delegaciones irreconciliables que exigieron llegar al salón utilizando una puerta distinta cada una.
Ese lujoso hotel parisino tiene larga historia. Fue la primera sede de la Unesco, pero mucho antes se llamó Hotel Península y Hotel Palais de Castille. Precisamente entonces fue residencia de la reina Isabel II de España, exiliada.
En el Muro Memorial de Vietnam que recuerda a los 58.000 norteamericanos muertos en el conflicto, una impresionante pared de mármol ubicada en los jardines del Obelisco, el primer caído es del año 1959. Y los hay, por docenas, muertos en 1975 y 1976.
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La guerra, en realidad, tuvo una primera parte en la que Francia, potencia colonial en Indochina, se enfrentó a las guerrillas comunistas del Viet Min, entre 1946 y 1954, con fuerte apoyo financiero norteamericano. El caucho, materia prima para los neumáticos de medio mundo, estaba en el trasfondo de la primera guerra local tras la Guerra Mundial. Con la de Corea, sería el conflicto más serio de la primera parte de la Guerra Fría. En 1955, los acuerdos de Ginebra partieron Vietnam en dos estados. El decidido apoyo del presidente Kennedy, en 1960, al gobierno del sur, implicó directamente a Estados Unidos en el territorio, que se vio ante la ayuda y presencia china junto a Vietnam del Norte.
La guerra de los sesenta
La influencia cultural y social de la guerra fue decisiva en los años sesenta, tanto en Estados Unidos como en Europa. El conflicto no solo se cobró miles de vidas de jóvenes norteamericanos, sino que fue la fuerza motriz que impulsó, además de insumisiones y deserciones, todo un movimiento pacifista y de protesta que se extendió a la cultura musical, la canción protesta y el hipismo.
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Buena parte de los objetores o pacifistas que dejaron Estados Unidos para no ser alistados, emigraron a Canadá y a Europa. Suecia recibió a muchos, pero también recalaron en otros países: la isla de Ibiza, en los sesenta, recibió a no pocos de ellos, que importaron la forma de vivir discreta y humilde que después daría paso al movimiento hippie. Gran parte de lo que conocemos de rebeldía, cambio cultural y toma de conciencia en los años sesenta tiene como telón de fondo las ofensivas que uno y otro bando protagonizaron, con batallas terribles, desembarcos, resistencias heroicas, asesinatos sin control, bombardeos masivos con napalm o productos químicos.
También es necesario aludir al periodismo de primera línea. Más allá de la censura oficial, y del control gubernamental o militar, resulta ahora evidente que sin la actitud libre y esforzada de los medios norteamericanos, que ejercieron la libertad de expresión de un modo admirable, la opinión pública mundial no hubiera tenido nunca los datos -grabaciones, testimonios, imágenes, crónicas- que desplegaron en el mundo movimientos de protesta contra la guerra.
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