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A CUBIERTO

El poder de cohesión del fármaco

La Agencia Europea del Medicamento ha unido a la sociedad alicantina y ha llevado a Echávarri y a Puig a mostrarse más cariñosos que nunca con Coepa tras haber metido la pata con la patronal

José C. Martínez

Lunes, 8 de agosto 2016, 12:06

Los fármacos no solo se distinguen por su inherente principio terapéutico. Ahora sabemos que también gozan de un poder de cohesión desconocido hasta la fecha. Alicante puede dar fe de ello. La iniciativa del alcalde Gabriel Echávarri de luchar por la sede de la Agencia Europea del Medicamento ha experimentado un gran salto de calidad gracias a un acto multitudinario celebrado esta semana en el Ayuntamiento de Alicante, en el que se puso en escena el apoyo unánime de instituciones y miembros de la sociedad civil a ese proyecto. La campaña para promocionar la capital alicantina como emplazamiento de esta euroagencia, a la que se adscriben 800 funcionarios y cuyo impacto económico anual se estima en unos 50 millones de euros, se ha consolidado y echado raíces justo cuando el Gobierno central en funciones decidió que su apuesta sería Barcelona.

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Desde ese momento, la sociedad alicantina, en lugar de resignarse, se puso en movimiento con más determinación aún para tratar de hacer ver a Bruselas que Alicante, donde ya está la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea (EUIPO), sería la sede ideal. Hasta el Partido Popular de Alicante respalda esta campaña, a pesar de que su dirección nacional no está por la labor. Pero, claro, hay ocasiones en las que un político no puede desviarse de los intereses locales, y esta es una de ellas. Y, por supuesto, el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, sabedor de que está obligado a ganarse simpatías en el sur de la Comunitat, se ha subido rápidamente al mismo carro.

La unión generada por la adhesión al proyecto de Agencia Europa del Medicamento en Alicante no es "per se" indicador de nada positivo, puesto que ya vimos, en otras épocas y con otros gobernantes, comportamientos parecidos en relación con iniciativas tan ambiciosas como disparatadas, según quedó probado años más tarde, como Terra Mítica o Ciudad de la Luz, por citar los dos más escandalosos. Sin embargo, en esta oportunidad, a primera vista, no se atisba nada que pueda resultar contraproducente para los intereses alicantinos, sino todo lo contrario. Estamos ante una institución europea que sale del Reino Unido a causa del "Brexit". Alicante solo tendría, en todo caso, que facilitar la instalación ofreciendo terrenos adecuados para ello y acelerando la tramitación derivada de la implantación de este organismo. Todo son ventajas económicas sin necesidad de utilizar recursos propios. De ahí que haya esa dura pugna por conseguir la sede de la euroagencia medicamentosa.

La campaña generó esta semana, en un intervalo de solo 24 horas, un grave desencuentro y una feliz reconciliación entre el tripartito de Alicante y la patronal provincial Coepa, o, mejor dicho, entre el alcalde Echávarri y el presidente en funciones de la entidad, Francisco Gómez. La organización que todavía representa al empresariado alicantino fue apartada del acto y se cedió todo el protagonismo que le correspondía a un instituto de estudios económicos, como es el "lobby" Ineca. El alcalde reconoció su error y al día siguiente, aprovechando que coincidió con Gómez en otra comparecencia pública, le pidió perdón. Pero fue más allá y le prometió que él y su entidad serían desagraviados en un acto que ya se prepara en la misma línea para el mes de septiembre en la Universidad de Alicante.

Lo dicho, el medicamento parece que, además de combatir todo tipo de males, une más que el pegamento. Al menos así ha resultado esta semana en Alicante, donde personalidades de los ámbitos más dispares han hecho piña en torno a una idea que puede resultar de lo más terapéutica y estimulante para la capital de la provincia, en la actualidad carente de proyectos de envergadura sólidos que sirvan para impulsar y diversificar la economía local. Porque de Ikea llevamos hablando años, pero, por unas causas o por otras, nadie es capaz de atajar los problemas que, ya sea por supuestas conexiones con la corrupción o por falta de un suelo que convenza a la multinacional, impiden que esa inversión eche a andar.

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