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José Manuel García-Margallo posa para la entrevista en la redacción de 'La Verdad'.

«No es el PP el que se la juega en estas elecciones, sino España y los españoles»

Candidato del Partido Popular al Congreso

José Vicente Pérez Pardo

Jueves, 23 de junio 2016, 01:24

José Manuel García-Margallo es un político respetado hasta por quienes son sus antítesis, como el propio Pablo Iglesias lo reconoció en Alicante el viernes. Siempre es un referente de análisis.

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-¿Qué hay de nuevo que contar en esta campaña solo seis meses después de la anterior convocatoria a Cortes Generales?

- Han pasado seis meses y parece que sea mucho más tiempo, el PP tiene un discurso, un relato y unas propuestas. Nuestro discurso es que somos el partido del empleo, de la defensa de las libertades y de la recuperación, porque así lo hemos demostrado. Nuestro relato es cómo estaba España cuando llegamos al Gobierno y cómo ha mejorado, así como el peligro que supone el avance de los extremismos para la recuperación y para el propio futuro de España y los españoles. Y hemos incorporado 26 nuevas propuestas para el 26 de junio que constituyen un compromiso a favor de las personas, a favor de España, de la Comunitat Valenciana y la provincia de Alicante.

- La mayor diferencia tal vez es que el PP no se la juega contra otro partido moderado como el PSOE, sino que Unidos Podemos se perfila como alternativa. ¿Cómo hemos llegado a esta situación?

- No es el PP quien se la juega. Es España y son los españoles. Los que buscan el primer empleo, los pensionistas, los que quieren estabilidad en su puesto de trabajo. Y son los españoles quienes deben decidir qué políticas quieren. Pero lo que es evidente es que si lo que quieren es continuar la senda de la recuperación, del empleo y de las libertades la única opción es el Partido Popular. No es tiempo de probaturas, sino de plantear qué futuro queremos. Existen demasiados retos en el horizonte de los próximos años como para apostar por los ensayos.

- Usted mismo ha manifestado su preocupación por esta situación. ¿No la ha fomentado el PP de alguna manera al no abstenerse en el pacto PSOE-Ciudadanos?

- La soberanía nacional reside en el pueblo español. Y el pueblo español, convocado a las urnas el pasado 20 de diciembre, decidió conceder mayoritariamente su confianza al Partido Popular. No al PSOE y no a Ciudadanos, que resultaron segunda y cuarta fuerza política. Por tanto, lo que hicimos fue ser consecuentes con el resultado electoral. Propusimos un gran pacto al que se denominó la gran coalición, que debía efectuar las reformas pendientes desde una mayoría amplia en el respaldo y en la representación parlamentaria. Nadie nos siguió. Es más, nos obviaron. El futuro trae retos que solo un gobierno sólido, estable y coherente puede afrontar.

- ¿No es demasiado arriesgada la situación en la que estamos con esta polarización?

- El riesgo que tenemos ante nosotros es evitable si los partidos tradicionales y mayoritarios apostamos por un gran pacto que incluya todos los niveles de Gobierno del Estado. Se trata de colaborar desde la altura de miras, el consenso y el acuerdo. Escuchar al otro y no a sí mismo. Eso, está en nuestras manos, pero también en las de Partido Socialista, que deberá elegir entre la moderación del PP y el extremismo de Podemos, lo que en esta provincia se denomina 'A la valenciana'.

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- Con un tercio de los electores indecisos, según el CIS, todo está en el aire, algo que, quiero recordar, no se había dado antes.

- El escenario político ha cambiado y hay que adaptarse a él. Esta es la realidad. En la Transición también había un marco amplio de partidos. Y resolvimos aquella situación desde el acuerdo y el consenso. Algo que ahora mismo echo de menos, sobre todo, porque desde mi experiencia creo que son momentos de escuchar, de ponerse en el lugar del otro y de avanzar, respetando unas normas básicas y siendo muy conscientes de que lo que está en juego es el futuro de España y de los españoles.

- Usted pidió perdón por no haber conseguido el quinto diputado para el PP el pasado 20D. Si no lo logran, ¿lo entenderá como un fracaso?

- Tanto yo como todo el Partido Popular de Alicante está echando el resto en esta campaña. No se trata de buscar el quinto diputado sino de trasladar a las personas que las políticas que proponemos son las adecuadas. Y yo creo sinceramente que esa percepción ya es alta, superior incluso a la del pasado diciembre. Lo más importante que hemos hecho ha sido volver a conectar con la sociedad. Y, eso, a día de hoy, ya es un triunfo. Los alicantinos y alicantinas perciben que los entendemos y el PP que los alicantinos le entienden. Posiblemente, porque somos el único partido que habla en positivo de la provincia de Alicante desde el convencimiento.

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- Las últimas encuestas no son muy favorables al PP, con porcentajes por debajo del 30%. ¿Hay mucho voto oculto o mucho voto cabreado?

- Bueno, las últimas, últimas ya están por encima del 30%. Existe una concienciación social del momento histórico en que nos encontramos. Un cruce de caminos del que depende la dirección en que España transite en el futuro. Nosotros proponemos la defensa de las libertades. Y, desde ahí, se labra un futuro. Y, luego, hay evidencias de que nuestro programa se fundamenta en bases reales. Por ejemplo, nos comprometemos a crear 500.000 puestos de trabajo anuales porque ya lo hemos hecho en esta misma legislatura que ahora termina. Nadie más ha sido capaz de esto.

- ¿Cómo puede vender el PP gestión si lleva en su candidatura a Gerardo Camps, cuyos gastos al frente de la Conselleria de Economía han sido tan criticados?

- Gerardo Camps no está imputado, como se decía antes, o investigado, como se dice ahora. Si eso ocurriese, Gerardo sabrá adoptar las decisiones precisas.

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- Usted manifestó que se habían «pasado cuatro pueblos» con los recortes. ¿Nos esperan otros cuatro años de recortes o estos esfuerzos son parte del pasado?

- Fue una frase mal entendida que como ahora se dice se ha viralizado demasiado. No me estaba refiriendo a la política española sino de la de la Unión Europea porque las perspectivas financieras para el periodo 2014-2020, los presupuestos para entendernos, han sido más cicateros que los que estuvieron vigentes los siete años antes. Un disparate en tiempos de recesión económica. La prudencia en materia financiera es una virtud. El santo temor al déficit, como diría Echegaray, es un disparate. Las dietas para perder grasa son muy sanas pero si uno se pasa, el resultado es desastroso. Como diría un médico muy sabio: «Muerto el enfermo, suspender la medicación».

- Han conseguido centrar el debate electoral en torno a la economía, justo cuando España baja de los cuatro millones de parados.

- Es evidente que estamos mejor que al inicio de la legislatura antepasada (no hay que olvidar que vamos a las urnas tras un periodo de varios meses buscando un gobierno estable). No se trata de bajar de cuatro millones, sino de buscar el pleno empleo. Convertir los trabajos temporales en fijos y garantizar sueldos más dignos que los actuales.

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- Todo se basa en el crecimiento económico previsto. ¿Otea nubes negras en el horizonte internacional? ¿Hay riesgo de volver a la recesión por factores externos o es algo que está en la mano de los españoles?

- Todos los informes internacionales pronostican una cierta desaceleración económica mundial y eso a nosotros nos coge con una economía mucho más sólida que en 2012, pero todavía bastante delicada. Hemos salido de la UVI, pero todavía no estamos para correr un maratón.

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- ¿Cuántas veces ha salvado el Gobierno a España de Bruselas? ¿Le espera alguna sanción por el incumplimiento del déficit a la vuelta de elecciones?

- En Bruselas todo el mundo sabe que hemos pasado de ser el enfermo de la UE, con una economía al borde de la quiebra, a ser el mejor alumno en crecimiento, empleo y exportaciones. El déficit público ha pasado del 9% al 5%, en medio de la mayor recesión que España ha sufrido en mucho tiempo. No me parece lógico que se piense en sancionarnos.

- ¿Será posible bajar el déficit por debajo del 3% con las comunidades autónomas en guerra?

- Como decía el presidente Azaña, las comunidades son Estado. Y significa que todos debemos caminar en la misma dirección. Porque juntos, saldremos adelante, pero si empezamos a anteponer criterios particulares no llegaremos a ninguna parte y los esfuerzos habrán sido baldíos.

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- ¿Qué opinión le merece la opción de Ximo Puig de concurrir con Podemos y Compromís en una única candidatura al Senado?

-Ximo Puig gobierna en la Generalitat con Podemos y Compromís y, al parecer, quería reeditar este pacto a nivel electoral. De haberlo hecho, habría radicalizado mucho a su partido que, por el volumen de votos obtenidos, posiblemente no habría sido cabeza de león, sino cola de ratón. Yo creo que el PSOE de toda la vida tiene poco que ver con Compromís y Podemos, pero tal vez se trataba de un estrategia de Puig para tapar los malos resultados que, al parecer va a cosechar el Partido socialista.

- No puedo obviar dos asuntos internacionales, especialmente el Brexit, en el que tanto se juega la provincia de Alicante. ¿Cómo cree que acabará todo? ¿Se teme lo peor, como apuntan las encuestas?

-Espero que el Brexit no se produzca. Y si se produce, lo más probable es que las relaciones entre Reino Unido y la Unión Europea sean muy similares a las que tiene la Unión Europea con Canadá. Es decir, exoneración de aranceles para el 99% de los bienes y servicios. Las consecuencias sobre el comercio bilateral serían poco importantes. Respecto al turismo, no creo que tenga consecuencias de ningún tipo.

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- El debate territorial parece que se ha aplazado por las elecciones, pero ¿cree usted que se volverá a poner encima de la mesa después del 26J? ¿Hacia qué sentido?

-Indudablemente. En muchos sentidos. Tendremos un problema si Podemos gobierna por su postura en cuestiones como las que afectan a Cataluña. Debemos afrontar también la reforma de la financiación autonómica para solucionar de la manera más favorable a los intereses de la Comunitat Valenciana y de España el desaguisado que nos dejó el sistema nefasto de Zapatero y el PSOE. De ahí la importancia de que los partidos más moderados conformemos esa gran coalición de la que antes hablaba.

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