«Eh xiquets, sabeu qui soc? Soc Puchades»
La exposición en Sueca coincide con el debut un 29 de septiembre de 1946 de quien ha sido para muchos el mejor jugador de la historia del Valencia
Rubio, alto (gastaba en la época un 46 de pie), fibroso, guapo, 'llaurador' de los de partida en el casino después de comer, campechano, con ... genio arrebatador, suecano, futbolista... y con el murciélago del escudo del Valencia cosido al pecho hasta la muerte. Y este último apunte, que conste, no es desde luego una frase sacada del manual. «La noche antes de morir, cuando ya estaba muy malito, decía: 'deixeu-me, que demà he d'anar a entrenar'». Con esa fidelidad al momento lo recuerda Elo, presente en el adiós de quien para muchos aficionados ha sido el mejor jugador de la historia del Valencia: Antonio Puchades Casanova. Elo, Paz y Pilar son sobrinas de la leyenda suecana y quienes de alguna forma están recibiendo el cariño de todos los sectores del valencianismo en esta despedida de l'Any Puchades que conmemora el centenario de su nacimiento.
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Tonico, para ellas el 'tío Toni', fue a la vez corazón y pulmón de un equipo al que dedicó cuerpo y alma durante doce temporadas y con el que ganó la Liga de 1946-47, la Copa de 1949, la Copa Eva Duarte de 1949 y la Copa de 1954. Para que se hagan una idea aquellos de la Generación Z y los Millennians, David Albelda –al que elogiaba al igual que a Fernando Gómez– vendría a ser la versión más parecida y moderna de aquel futbolista al que nunca se le acababa la gasolina, que formó un tándem de lujo con Pasieguito y que renunció en su día a fichar por el Barcelona pese a la tentadora oferta de cobrar tres veces más de lo que era capaz de pagarle Luis Casanova.
«Era molt del poble, familiar, un segon pare per a les meues germanes i per a mi. Ell anava caminant per Sueca i atenia a tothom i, a vegades, quan veia als xavals jugar al futbol al carrer, s'acostava i els deia: eh xiquets, sabeu qui soc? Soc Puchades», dice Pilar, la menor de las hermanas, mientras recorren las tres el campo municipal que lleva su nombre y que tiene su busto a la entrada, un espectacular mural y una larga viñeta compartimentada en el muro del campo.
Tonico fue el tercer hijo de Bernardo y Elodia, al que incluso un día llegaron a prohibir jugar al fútbol. «Eran cinco los hijos: Bernardo –padre de las protagonistas de este reportaje–, Pepe, Antonio, Elo y Andrés. El tio Andresín falleció a los once años por culpa de una meningitis. Decían que jugaba al fútbol incluso mejor que Tonico», apunta Paz, la más futbolera de las hermanas y que no se pierde un solo partido del Valencia en Mestalla. Puchades fue futbolista porque su destino estaba marcado a fuego, más allá de las necesidades y los brazos que requería la familia para el cultivo del arroz.
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Este lunes precisamente, cuando el Valencia reciba al Oviedo en Mestalla, se cumplirán 80 años de aquel Celta-Valencia en el que Luis García Pasarín decidió que debutara ese portento suecano. «Sueco no, de Sueca», decía. La alineación de aquel 29 de septiembre de 1946 no tenía desperdicio: Eizaguirre, Álvaro Pérez, Juan Ramón, Puchades, Cayetano Menarguez, Ortúzar, Igoa, Seguí, Epi, Amadeo y Mundo. El resultado no pasará a la historia (1-2) pero sí el estreno precisamente de quien llevaba el dorsal 6 y que entró en el once entre otras cosas por el estado tan embarrado del terreno de juego. De los arrozales al barro de Vigo y de ahí al título de Liga. Tenía 21 años pero su vida cambió radicalmente a partir de esa tarde.
Pocos podían imaginar que aquel chaval que jugaba a escondidas de sus padres, que de tanto pegarle al balón rompía las alpargatas y que no dejó su afición gracias sobre todo al empeño que le puso uno de sus maestros del colegio, don José Mahiques –fue quien facilitó su fichaje por el SD Sueca–, acabaría siendo el mejor futbolista del Mundial de Brasil de 1950, en el que España terminó cuarta. «El 'tío Maracaná' le llamábamos a veces por las historias que nos contaba. Aquel viaje dio para mucho. Nos decía que el avión de aquella época era un petardo y que en el vuelo de vuelta a España, todo el mundo se puso a rezar. Mira si lo pasaron mal que nada más llegar todos fueron a la Virgen a dar las gracias «, explica Paz, mientras Elo apuntilla: «Nos dijo que nuestra abuela le puso dos maletas para el Mundial. En una llevaba la ropa y la otra iba llena de comida».
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Hace unos días, la Asociación de jugadores del Valencia participó en la inauguración de la exposición sobre esta leyenda que está estos días en Sueca con motivo del centenario de su nacimiento (4 -6-1925). Luego será el turno de Ontinyent, Benetússer y acabará en El Perelló. «Se nos cae la baba con todo el reconocimiento que se le está haciendo», admite Paz, que no duda en apuntar que Puchades se ponía de los nervios cuando veía por la televisión perder al Valencia. «Si querías irle a pedir algún favor, debías pedírselo la semana en la que el equipo ganaba.Si no, estaba de mal humor».
Es más que probable que se le hubieran llevado los demonios si hubiera visto al equipo coquetear con el descenso. «Tenía mucho cariño a Arturo Tuzón y también a Jaume Ortí, de ellos decía siempre que querían mucho al Valencia. Con el resto de directivos con los que coincidía era siempre educado. El tío Toni hubiera hecho lo que fuera por el Valencia».
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