El Papi con su indumentaria «Salvem l'Albufera» en el amistoso Valencia - Castellón. LP

El Papi, valenciano y valencianista volcado con la Albufera: «Es nuestro patrimonio»

Pedro Puchades, quien fuera dueño del bar de la ciudad deportiva del Valencia CF durante 30 años, ha explicado su nueva iniciativa con la que quiere contribuir a la recuperación del humedal

Pablo Lara

Valencia

Martes, 19 de agosto 2025, 16:28

Pedro Puchades López, más conocido como Papi en el contexto del fútbol valenciano, es el mejor ejemplo de sentimiento valencianista. A punto de cumplir 81 ... años —los celebrará el próximo 5 de septiembre—, este vecino de Valterna sigue viviendo intensamente su pasión por el Valencia CF. Desde pequeño, el club ha sido uno de los pilares de su vida e incluso formó parte de su experiencia laboral durante 30 años. Papi estuvo tres décadas al frente del bar de la ciudad deportiva de Paterna, epicentro de la cantera blanquinegra, donde fue testigo del crecimiento de generaciones de futbolistas, desde los alevines hasta el primer equipo, incluyendo también al femenino.

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Papi no es un aficionado cualquiera. Su vida gira alrededor del Valencia CF, y cada día comienza antes del amanecer, a las cinco de la mañana, para estar siempre listo en los campos de entrenamiento. Ha dedicado sus días al Valencia, y nunca ha dejado de animar, colaborar y participar en cualquier cosa, por mínima que fuera. Aunque no acude a Mestalla para ver al primer equipo —y la normativa le impide usar allí su inseparable megáfono—, es un fijo en los partidos de todas las categorías inferiores. Con su voz inconfundible y su entusiasmo contagioso, anima sin descanso a los chavales: «Los nanos vuelan cuando oyen mi voz. Tengo el séptimo de caballería: ¡vamos a la carga!», afirma con orgullo.

El Papi es querido por todos: jugadores, entrenadores, familias y aficionados. «He estado con todos, desde las altas esferas hasta los hombres del campo y las mujeres de limpieza. Todos me conocen y me quieren», confiesa emocionado. Su vínculo con la cantera es tan fuerte que muchos futbolistas lo recuerdan desde pequeños y aún hoy lo saludan con afecto, al igual que sus familias. Su presencia se ha convertido en un símbolo de entrega y amor por el club, y su huella permanecerá eternamente en los pasillos de Paterna.

Para él, el Valencia CF no es solo un club: es su segunda casa, su familia extendida, una misión de vida que lo mantiene en movimiento y le da energía cada día. «Aquí se huele el césped cortado, se oyen los chavales, se siente la vida», dice con emoción. Su figura ha trascendido los resultados deportivos. Pedro es el vivo reflejo de la pasión, el respeto y la entrega. Un valencianista «a muerte, a muerte, a muerte», que con su fidelidad ha dejado una huella imborrable en la historia sentimental del Valencia.

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Su lucha por recuperar la Albufera

Pedro Puchades no solo ha entregado su vida al fútbol y al Valencia. Como gran valenciano que se considera, Papi ha decidido enfocar sus energías en una causa sagrada para la ciudad: la defensa y regeneración de la Albufera. «Llevo toda la vida ayudando. No me viene de nuevo hacer algo por los demás, pero esta vez es por nuestro patrimonio, ¡por la Albufera!», afirma con convicción.

Consciente de que no es una figura de poder, pero sí alguien muy conocido en el entorno del Valencia, Pedro decidió hacer lo que mejor sabe: estar presente, hacerse ver y transmitir un mensaje claro. Lo hace a su manera, con gorras, camisetas, mochilas, sombrillas y hasta su coche, todos decorados con el lema Salvem la Albufera. «La sombrilla tiene ocho gajos: uno sí, uno no, con el mensaje de la Albufera y con el escudo del Valencia. Así nadie puede decirme que solo hago política. Intercalo, porque también estoy con mi Valencia».

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Gorra en apoyo a la Albufera de Pedro Puchades. PABLO LARA

Su compromiso es máximo, y ha llevado esta reivindicación incluso a los partidos del Valencia, como en la pretemporada ante Castellón y Leganés, donde animó al equipo y promocionó su causa. «Lo que hago, lo hago con el corazón».

Para Pedro, la Albufera es mucho más que un paisaje: forma parte de su identidad valenciana. No habla desde la distancia, sino desde la experiencia de quien la ha recorrido en barca o en patín, viendo de cerca garzas y patos. «Lo he vivido. He visto su belleza de cerca, y por eso me duele verla así». Por eso insiste: «Me dejen o no, no voy a quitarme la Albufera de encima. Haré todo lo que pueda para que vuelva a ser lo que fue».

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Su compromiso no busca culpables, sino soluciones. «No hay que señalar, sino regenerar», repite. Consciente de que el camino será largo, confía en que las pequeñas acciones de cada persona sumen en la recuperación. «Nadie me puede prohibir que yo vaya con mi gorra por la calle o que lleve carteles en el coche. Y si alguien me ve y se pregunta: ¿esto qué es? Ya está, ya he sembrado algo». Su mensaje es tan claro como su voz con megáfono en los campos de Paterna: «Mi objetivo es salvar la Albufera».

Una vida entera entregada a los demás

Su nueva iniciativa para tratar de recuperar la Albufera no surge de casualidad. Papi lleva toda una vida al servicio de los demás: «Soy una persona con ganas de ayudar a los necesitados». Al igual que la Albufera necesita la lucha no solo de Pedro, sino de todo el mundo, el valenciano de 81 años suma una nueva causa solidaria a su larga lista de contribuciones.

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Su historial solidario es tan extenso como auténtico, y está lleno de pequeñas grandes gestas hechas siempre con el corazón y sin pedir nada a cambio. Durante las riadas de la DANA, ya mayor y con problemas de salud, organizó colectas y reunió tanta ayuda que tuvo que alquilar un furgón para transportarla. También ha colaborado con las monjas que atienden a indigentes, consiguiendo radios para acompañar a los más vulnerables; ha apoyado proyectos para niños con cáncer en Paterna; y ha impulsado almuerzos solidarios con Cáritas, donde todo lo recaudado iba íntegramente a fines sociales.

Entre sus gestos más entrañables, destaca la vez que logró 500 euros en alimentos gracias a una cadena de supermercados, convenciendo con su entusiasmo y compromiso. Él mismo se define como un «hombre anuncio»: convierte su coche, su ropa y su megáfono en altavoces de causas solidarias, siempre de forma gratuita. Pedro no busca reconocimiento ni cargos. Su única recompensa es poder ayudar, con la misma pasión y entrega que lo han convertido en una figura querida dentro y fuera del fútbol. «No soy nadie, pero si puedo ayudar, ayudo. Porque hay mucha gente buena, y yo solo soy uno más», concluye.

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