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Vista área reciente del estadio. JL BORT

Diez meses que aceleraron el Nou Mestalla

El Valencia recibió al inicio de año las visitas institucionales y después fue cerrando los frentes | Ahora hay más de 200 trabajadores, cifra que contrasta con la polémica del principio ya que el número de operarios llegó a ser casi ridículo

Sábado, 29 de noviembre 2025

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No serán los dos mil años que duró la construcción de la Gran Muralla de China pero el parto del Nou Mestalla va a equipararse a la pirámide de Guiza, pese a la diferencia tecnológica que hay. Veinte años –hasta 2027– será de cualquier forma una eternidad para un club como el Valencia que se ha visto arrastrado casi al fondo del pozo por esa megalómana idea de grandeza surgida tras los éxitos de principios de los dos mil. Como marcha atrás no se pudo dar pese a aquella estrambótica –o genial– frase de Amadeo Salvo que decía que lo mejor que se podía hacer era dinamitar la mole de hormigón de Cortes Valencianas después de tantos años varada en la pobreza, al Valencia solo le quedó la opción de tirar para adelante. Balón largo y a ver qué pasa. Y fue hace precisamente hoy domingo 324 días –el 10 de enero de este mismo año– cuando el Nou Mestalla entró en una nueva dimensión. Desde ese momento, los obreros pululan en sus entrañas y cada vez se empiezan a ver más novedades.

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Diez meses después y a pesar de las corrientes de opinión –algunas cargadas de razón– que consideran que no había que haber dejado a Peter Lim maniobrar poniendo en riesgo la viabilidad a futuro de la entidad, no queda otro remedio que admitir que el Nou Mestalla empieza aunque lentamente a levantar el vuelo. «Hemos resucitado a un muerto», suele decir Javier Solís cuando intenta describir todo el significado que encierra la reactivación de las obras. Para el director general del Valencia –centro de las críticas de la oposición valencianista– 2025 no puede haber sido un año más gratificante. Estrenó paternidad por partida doble: una niña de carne y hueso que cumple sus primeras semanas de vida y una criatura de hormigón que va camino del Mundial 2030. Aunque todavía estaba vigente el mandato de Layhoon cuando llegó esa fecha de enero, en estos diez meses la actividad en torno al estadio ha ido de menos a más, tanto para el dirigente como para el resto de ejecutivos del club, tanto para Inma Ibáñez en la parte financiera (con lo de Goldman Sachs) como para Jorge García en el área de marketing, y sobre todo para Christian Schneider –director de operaciones– en la parte urbanística. Este último, por cierto, asistía ya con otro talante hace unos días al Estadios Summit celebrado en Madrid. Hasta presumía Schneider de que en el recinto hubieran estos días más de 220 obreros, cifra que por otra parte va a ir aumentando conforme vayan avanzando los trabajos. Esos dos centenares de currantes actuales no tienen nada que ver con los poco más de dos docenas que había en las primeras semanas y que fue durante mucho tiempo objeto de todo tipo de críticas y chistes.

Hasta la llegada en la madrugada del lunes pasado de los dos primeros pilares –ya hay construidos en la fábrica gallega más de la mitad–, la cronología en Cortes Valencianas se ha visto salpicada de visitas protocolarias de autoridades del mundo del fútbol (Uribes por el CSD, Louzán por la Federación Española, Gomar por la Territorial y Martín por LaLiga) pero no de la esfera política al más alto nivel. Sólo el secretario autonómico de la Generalitat Valenciana, Antonio Galvañ, acudió en abril para mostrar por un lado su apoyo institucional y por otro ofrecer el Invassat para resolver cualquier cuestión de la prevención de riesgos.

En realidad, esta obra no sólo tiene un riesgo, tiene dos. Uno es que se vuelva a parar por cuestiones económicas y otro que las cuentas previstas a futuro no salgan como están planificadas (se multiplicarán por tres los ingresos, defendía Inma Ibáñez en junio) yeso abra en canal al Valencia. De ahí que, con diferencia, la fecha de más impacto tenga que ser ese 26 de junio cuando se anunció oficialmente el préstamo de Goldman Sachs que sirve por un lado para reestructurar y unificar todos los créditos que tenía el Valencia y, por otro, asegurarse la financiación necesaria para acabar el estadio. De no haberse hecho esta maniobra, es más que probable que Meriton hubiera seguido mareando la perdiz a unos y a otros. A Kiat Lim, de cualquier forma, le tocará lidiar en la junta del día 17 con los accionistas y exhibirá músculo por estos avances que se han apreciado en torno al nuevo campo. Kiat visitó la obra el 5 de marzo, cuando lo que se estaba haciendo era principalmente quitar los matorrales acumulados durante dieciséis años.

El Valencia ya ha comenzado a sacarle partido a todo lo que envuelve a este proyecto. No sólo por la venta del terciario de Atitlan sino por el negocio que cerró el 6 de mayo con Legends. Esta firma se hizo con 6.500 localidades vips para su posterior comercialización. Hay otros acuerdos de renombre, como el que se anunciaba el 26 de agosto con Elevate para que se encargue de buscar una firma que quiera poner el apellido al Nou Mestalla, y el del 15 de octubre con CBRE para que encuentre de una vez por todas comprador para la golosa parcela del viejo Mestalla.

No fue hasta finales de año cuando el Valencia saldó con el Ayuntamiento las cuentas que tenía pendientes. El 28 de octubre abonó 11,3 millones por el polideportivo y el 11 de noviembre otro medio millón de euros por los restos arqueológicos. Eso sí, antes el Consistorio aprobó (votaron a favor PP, Vox y PSPV) el terciario. Dentro de un mes justo, los técnicos municipales deben pasar nuevo examen (pasaron y aprobaron uno el 29 de mayo). Se supone que ya con algunos pilares levantados.

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