Un ciclo glorioso poco reconocido en el Valencia CF
El equipo de Mestalla logró, entre 1967 y 1972, un título de Liga y un subcampeonato, además de ganar una Copa del Rey y llegar a tres finales más
Paco Lloret
Sábado, 22 de junio 2024, 00:55
Un título de Liga y otro de Copa. Un subcampeonato liguero y otras tres finales coperas disputadas. Este es el balance protagonizado por el Valencia ... durante un lustro. Un ciclo que no goza del reconocimiento debido. Sucedió entre 1967 y 1972. Mundo ocupaba el banquillo cuando arrancó esta etapa que acabó con Di Stéfano. Mestalla vivió una época intensa con cambio de actores, porque si se comparan las plantillas, se deduce que sobre la marcha se produjo una renovación profunda. Los dos grandes referentes de este tránsito son el defensa Juan Cruz Sol y el centrocampista Pepe Claramunt.
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Se habla del Valencia de la Posguerra, el de los años 40, con su célebre delantera eléctrica, y del equipo que nace a finales del siglo XX y toca el cielo en 2004, como los dos mejores de la historia. Seguramente sea así. El primero de ellos disputó cinco finales de Copa en 8 años, ganó tres Ligas y quedó subcampeón del torneo de la regularidad en una ocasión. Sin duda, se trata de un registro extraordinario que podía haber sido incluso mejor de no haberse sufrido la maldición de las tres finales consecutivas perdidas en Montjuic.
En otro contexto, con las competiciones internacionales asentadas, surge el Valencia de Ranieri en 1999, que desaparece del escenario tras sus grandes logros en 2004. Una Copa, dos Ligas, dos finales consecutivas de la Liga de Campeones, la conquista de la Copa de la UEFA, y un par de Supercopas para la colección, la primera, en España; la segunda, en Europa. El ciclo nace y muere con el entrenador italiano, el principal artífice desde el banquillo. A continuación, Héctor Cúper y Rafa Benítez implantan y consolidan un modelo que sitúa al Valencia en la cúspide. Una obra mejorada.
Quizás sea porque no hubo la continuidad debida en el tiempo y porque sobre la marcha se produjo un relevo generacional, pero el Valencia de finales de los sesenta y principios de los setenta se ha hecho acreedor a una mayor consideración. Todo empieza con una camada histórica que ya había vivido los éxitos en la Copa de Ferias a principios de la década. Mestre, Roberto, Guillot y Waldo, son los principales baluartes. La conquista de la Copa de 1967 les encumbra. Las victorias en el Carranza ante el Peñarol, campeón de la Libertadores y de la Intercontinental, y posteriormente ante el Real Madrid, campeón de Liga, en una versión oficiosa de una Supercopa clásica a un partido, refrendan el gran nivel de aquel equipo.
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En el siguiente ejercicio, el 67-68, el Valencia debuta en la Recopa, para caer en cuartos ante el poderoso Bayern de Munich, vigente campeón. En la Liga protagoniza una campaña regular, acaba cuarto y entra en Europa. La defensa del título copero se esfuma en cuartos frente al Atlético, la bestia negra en este torneo durante aquellos años. El club cumple sus Bodas de Oro en la temporada 68-69. Año especial. Se sube al tren europeo gracias a un triunfo crucial en Mestalla ante los colchoneros, a los que devuelve la moneda de la Copa en la penúltima jornada del campeonato. Los madrileños se quedan fuera de los torneos continentales.
El componente sesentero de la plantilla se va marchitando. Antes de la revolución que pone en marcha Alfredo di Stéfano en el verano de 1970, el Valencia vive un ejercicio en el que va de menos a más. No empieza bien pero se entona sobre la marcha. Joseíto deja el banquillo a las primeras de cambio. El tándem Buqué-Artigas endereza el rumbo. Un triunfo en San Sebastián en el último partido clasifica al Valencia para Europa. Después, viene la Copa. Los de Mestalla vuelven a plantarse en la final. Se confirma la maldición del escenario barcelonés. Esta vez, la derrota sucede en el Camp Nou.
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La renovación de la plantilla no impide que algunos de los integrantes con más años de experiencia destaquen. Es el caso de dos asturianos: el portero Abelardo, y el interior y capitán Paquito, que van a dar el do de pecho con una regularidad asombrosa. A su lado una defensa inexpugnable y una inyección de juventud en el ataque: Sergio, Forment, Valdez. Una combinación explosiva. Mestalla se transforma y se entrega a la causa. Ambiente irrepetible en las gradas. El Valencia gana la Liga y se planta invicto en la final de Copa con la fatalidad de cruzarse con un arbitraje de juzgado de guardia.
Todo apunta a que nace un gran Valencia, cuya vigencia será breve: tan sólo un año. La campaña 71-72 deja dos subcampeonatos y un sabor amargo de frustración. La muerte de Vicente Peris supone un duro revés del que la entidad tardará en recuperarse.
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