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Ribó vende su Valencia virtual
Compromís y PSPV han empezado a bombardear con figuraciones de obras sin plazos a un año de las elecciones municipales
Aun año de las elecciones municipales, el gobierno municipal de Valencia de Compromís y PSPV ha comenzado a sacar la colección de cromos para enseñar a los vecinos los proyectos que ansía ver convertidos en realidad. Algunos tienen plazos al estar ligados a fondos europeos y la obligación por lo tanto de que estén acabados antes de diciembre de 2023. Otros siguen en el apartado de los deseos.
La realidad es que el mes de abril ha acabado con una ejecución del presupuesto municipal de apenas el 6%, con un desembolso de 15 millones de euros en el primer cuatrimestre del año. Poca cosa teniendo en cuenta que se trata de un año preelectoral, el último realmente en el que podrán terminarse equipamientos de calado antes de los comicios. Las siguientes cuentas serán todavía más de propósitos.
«La Valencia virtual está muy bien, pero parece que todas las recreaciones están hechas un domingo de primavera por la mañana», asegura con sorna un vecino de Guillem de Castro, una de las iniciativas planteadas este mandato y que de momento no ha pasado de la presentación de la idea y los primeros estudios.
Hay iniciativas como la peatonalización de la avenida Malvarrosa que han sido cuestionadas por los vecinos del barrio
La transformación de una parte de la ronda de Ciutat Vella, desde la plaza de Toros hasta llegar al IVAM y convertirlo en el llamado bulevar cultural es sólo una de las iniciativas que se han planteado, con una reducción de carriles para el tráfico e incluso la supresión del túnel de Ángel Guimerá.
La idea más reciente que se ha colocado a la vista de los electores es el concurso internacional de ideas para el Parque de Desembocadura. Treinta y cinco millones de euros de inversión, aunque en lo aprobado este viernes por el Ayuntamiento figura una partida que apenas supera los 15 millones. Se trata de la primera fase, desde el puente de Astilleros hasta el puerto. El resto depende de cuestiones como la prolongación del túnel de Serrería.
En la presentación, ni el alcalde Joan Ribó ni la vicealcaldesa Sandra Gómez dieron plazos del inicio de las obras. Sólo se sabe que el equipo ganador se llevará un millón de euros entre el proyecto y la dirección de obras, y que tendrán ocho meses para redactar la primera fase, que estará en ejecución dos años.
Otras recreaciones virtuales es más sencillo de convertirlas en realidad, como la supermanzana de Orriols, presentada esta semana y que asciende a un gasto de 2,4 millones de euros. Los vecinos del castigado barrio apoyan la peatonalización de las tres calles y la apertura de plazas, aunque matizan que la pérdida de plazas de estacionamiento debe ser compensada en otros lugares, en concreto un solar que ahora es un barrizal cuando llueve.
Hay cromos que dependen de otras administraciones, como es el caso del Parque Central. El canal de acceso, 400 millones de inversión, debe todavía ser objeto de un convenio que no se ha firmado. El alcalde Ribó dijo a finales de abril que este mes, mayo, debe ser cuando suceda eso. Pero ya el pasado noviembre mostró la recreación de un gran jardín en el bulevar García Lorca, por donde ahora discurre las vías.
En los próximos doce meses hay otros proyectos más modestos con los que acudir a la campaña electoral. La reurbanización de varios solares alrededor de la subestación eléctrica de Patraix es un ejemplo. Los vecinos han salido a la calle este lunes en su protesta anual para reclamar el traslado de la instalación eléctrica fuera del barrio, en favor de un centro de día de mayores en la misma parcela. El asunto está «dormido», como admitió el primer edil hace escasas fechas. La que ya se conoce como plaza de Favara es la promesa más inmediata.
En algunos casos es imposible que los proyectos estén listos durante este mandato y otros dependen de la participación de varias administraciones.
El Cabanyal atesora una buena colección de recreaciones, que suman en total 19,5 millones de euros. La más impactante es la finalización de la avenida Blasco Ibáñez (12,5 millones), con una zona verde arbolada, para lo que es necesario expropiar parcelas de Adif. El plazo de obras, cuando se empiece, se presume de un año.
Igual de importantes para el barrio son las reformas de las calles conde de Alaquàs, Vicente Guillot o Vicente Gallart, entre otras, con itinerarios de preferencia peatonal. De momento se ha contratado la redacción de proyectos, que se enmarcan en el Plan Edusi de fondos europeos, una de las iniciativas que más retraso acumula por problemas de gestión en el Consistorio, a lo que se ha añadido modificaciones en instancias europeas acerca de las inversiones que podían ser presentadas.
Junto con otra remodelación del entorno del mercado municipal serán la carta de presentación del gobierno municipal dentro de un año, en un segundo mandato que todavía está pendiente de la aprobación definitiva del Plan del Cabanyal.
La peatonalización de la avenida Malvarrosa es la iniciativa de mayor calado de las propuestas por el gobierno municipal, que han tenido que hacer frente al aumento del descontento vecinal en un barrio eminentemente obrero y por lo tanto en apariencia más afín en las próximas elecciones. El aumento de la conflictividad por el tráfico de drogas y los problemas de convivencia ha dirigido el foco hacia la gestión del Ayuntamiento, que ahora se ha puesto las pilas.
En una reunión con vecinos, la vicealcaldesa Sandra Gómez planteó el derribo de uno de los bloques de Casitas Rosa, la peatonalización de la avenida y la reurbanización de un par de plazas. Inversiones para las que su concejalía anda más que justa de tiempo de cara a que sean una realidad antes de mayo de 2023.
Otras iniciativas van para largo. El concurso de reforma de la plaza del Ayuntamiento está en mantillas y ahora se está en la fase previa de selección de los equipos finalistas. Lo mismo ocurre con la remodelación definitiva de Pérez Galdós y Giorgeta, dado que incluso la obra provisional está sin acabar todavía.
Otra, en este caso liderada por Compromís, es la denominada renaturalización del nuevo cauce, una idea que se arrastra desde hace años, cuando el alcalde Ribó lo planteó en un debate sobre el estado de la ciudad. Se trata de ajardinar de alguna manera el lecho del Plan Sur y permitir el acceso peatonal, igual que se ha hecho en otras ciudades con los cauces de sus ríos. La diferencia principal es que el de Valencia es artificial y se encuentra rodeado por sendas carreteras, lo que hace casi inviable que sea visitable.
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