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Es la nueva plaga de la delincuencia en Valencia. La Policía ya reconoce que estos robos superan a los tradicionalmente más repetidos en las calles de la ciudad: la fractura de cristales aparcados en la vía pública para sustraer objetos de valor del interior de los vehículos aparcados. Hoy el filón para los amantes de lo ajeno es la sustracción de bicicletas y patinetes (sobre todo lo primero) estacionadas en la calle. Los agentes se afanan en combatir la plaga, pero la rapidez de los delincuentes y el boom de estos vehículos y de las empresas de alquiler dedicadas a su distribución en la capital del Turia hace que en lo que va de año ya se hayan producido más de 300 sustracciones, como publicó LAS PROVINCIAS la pasada semana.
La picaresca de los delincuentes es el principal muro contra el que chocan los investigadores y las víctimas. Sus métodos, aunque rudimentarios, intentan siempre actuar con el mayor disimulo posible. Los robos se producen incluso a plena luz del día y en zonas especialmente turísticas. El Marítimo, y sobre todo la Marina, son los puntos más golpeados.
Testigos relatan a este periódico una de las estratagemas que emplea la banda (se sospecha de un grupo organizado en la mayoría de los golpes) para cometer sus fechorías. Los ladrones van provistos de un saco o una bolsa de gran tamaño. Aparentemente y desde el exterior no levanta sospechas. El truco está dentro. El envoltorio lo usan para tapar la cizalla que transportan, la herramienta que usan para cortar candados y cadenas de las bicis. Un agujero en el saco o bolsa les permite acercarse a los vehículos sin levantar sospechas. Por el orificio extraen la tenaza, cortan la protección y se marchan tan campantes con la bici o patinete.
«Ya no tengo esperanzas de recuperar mi bicicleta, pero al menos espero poder aparcar mi siguiente bici con cierta seguridad en un futuro». El lamento es de Borja. A él le robaron la suya en el propio parking de la Universitat Politècnica. Los ladrones no conocen límites. El valenciano trabaja en la Ciudad Politécnica de la Innovación. «El aparcamiento suele estar completo porque mucha gente utiliza este medio de transporte para ir a trabajar». Él estacionó en un semisotano del recinto universitario, donde incluso hay cámaras de seguridad. Nada detuvo a los delincuentes. Tras dejarla por la mañana y salir al mediodía para comer, «ya no estaba».
Borja, que pertenece a un equipo universitario de triatlón, se quedó sin una bicicleta por la que pagó más de 600 euros. No es el único deportista que ha sufrido el azote de esta plaga de robos. «A un compañero mío de equipo también le robaron cuando nadaba en la playa de la Patacona». Ni siquiera es tampoco el primer caso en una zona acotada y supuestamente vigilada como debe ser la Politècnica. «El personal de seguridad de mi instituto de investigación me dijo que ya habían robado otras dos bicis a colegas míos. Yo fui el tercero en menos de un mes», lamenta el afectado.
El exterior de los centros comerciales es otro de los puntos negros para este tipo de sustracciones. «A un amigo y a mí nos robaron dos bicicletas de alta gama que sumarían ambas casi 3.000 euros de valor. Las dejamos aparcadas en el exterior del Centro Comercial El Saler. Había un amplío dispositivo policial porque al día siguiente era la maratón. Estuvimos apenas media hora dentro y al salir no estaban». Daniel es otro de los que ha sufrido el azote de los ladrones de bicis. En este caso hace algún tiempo, pues su historia se remonta a 2023. Pero demuestra que las andanzas de los delincuentes llevan largo tiempo produciéndose.
La víctima recuerda cómo presentó denuncia ante la Policía Nacional pero ya nunca más volvió a saber de su vehículo ni del de su conocido. «Los encargados de seguridad del centro comercial nos dijeron que no podían dejarnos ver el contenido de las cámaras del recinto por la Ley de Protección de Datos», lamenta el hombre.
Daniel señala cómo durante su lucha por recuperar las lujosas bicicletas, tuvo conocimiento de la manera de actuar de estos grupos organizados. Ya lo adelantó LAS PROVINCIAS en artículos anteriores. Los propios policías con los que hablaron los dos afectados les indicaron que las sospechas apuntaban «a un grupo que iba en furgonetas, cortaban los candados y se llevaban las bicis».
Desde el colectivo de empresas de alquiler de bicis en la ciudad, que durante las últimas semanas se han reunido con responsables del Ayuntamiento de Valencia, Delegación del Gobierno, Policía Local y Nacional (ellos son las principales víctimas de estos robos), ya indicaron que el 'modus operandi' de estas bandas consiste en cargar en vehículos las bicicletas y, en menor medida, patinetes. Su primer destino suelen ser mercadillos en los que se venden por lotes, empaquetadas y cerradas hasta con bridas.
El seguimiento del GPS que llevan muchas de las bicis de las firmas de 'renting' ha permitido determinar cómo la mayoría de efectos sustraídos acaban en Marruecos, un floreciente mercado turístico y con eclosión también de estas mismas firmas dedicadas al alquiler. La Policía, según los empresarios, ya se ha comprometido a aumentar la vigilancia de este tipo de delitos en verano y principalmente en el Marítimo y zona de playas.
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