La copropiedad llega a la Comunitat: comprar sólo una parte de una casa para utilizarla en vacaciones
La inversión comienza en una octava parte de la casa y da derecho a usarla las semanas proporcionales durante todo el año
El negocio inmobiliario vive una auténtica revolución, con la llegada de numerosas fórmulas que tratan de atraer a quienes buscan una alternativa a las tradicionales ... de compra o alquiler. Los motivos son muchos. Desde la flexibilidad laboral, a las necesidades de no establecerse en un sitio fijo o necesitar cambios de espacio en la vivienda. Términos como flexliving, coliving o senior living son ya habituales en este sector. A ellos, se suma ahora la copropiedad, que acaba de aterrizar en la Comunitat Valenciana, con una fórmula para que los compradores se hagan sólo con una parte de la propiedad y le den uso sólo el tiempo equivalente a su porcentaje de titularidad. En destinos vacacionales como Jávea, Dénia y varias localidades más de la Costa Blanca ya existe la posibilidad de comprar sólo una parte de una casa. Y con esa cotitularidad, poder disfrutarla durante las semanas que te corresponde.
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Este sistema nada tiene que ver con el sistema de multipropiedad, que tan de moda se puso en los 90 y que acabó prohibido por el fraude que suponía. Aquello era una fórmula rígida y cerrada por la que el cliente acababa pagando una letra de manera indefinida por el uso de un inmueble en semanas fijas que, en muchos casos, estaban fuera de la temporada vacacional. Ahí no había escrituras, ni vínculo con la vivienda. Solo un compromiso eterno con algo que no sentías propio.
La copropiedad surge desde otro lugar. En concreto, quienes apuestan por comprar una parte de una vivienda se convierten en propietarios y así consta en la escritura del inmueble. Pero, de este modo, comprando sólo una fracción, pueden contar con una segunda residencia de una manera más flexible y sin tantas cargas económicas, teniendo en cuenta el uso ocasional que le quieren dar. Además, las viviendas que se ofertan son de lujo y con ubicaciones muy destacadas.
En la Comunitat, la copropiedad ha llegado de la mano de la empresa Vivla, que cuenta ya con este sistema en otras comunidades y zonas de turismo estacional como estaciones de esquí. La firma ve este sistema «más justo, más flexible y más emocional» porque funciona sin las cargas de la propiedad tradicional y sin renunciar a lo que verdaderamente al tiempo de desconexión, explica Carlos Gómez, CEO de la compañía.
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«Nuestro modelo permite a las personas convertirse en propietarios legales de una fracción de una casa verdaderamente excepcional. No estás comprando tiempo, ni una promesa. Estás comprando una parte real, con escritura, de un hogar gestionado con estándares altísimos. Compartes la propiedad con otras familias, y juntos accedéis a una casa cuidada, 100% mantenida, lista para llegar y disfrutar en cualquier momento del año», detalla.
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En su web se pueden ver las casas que ahora mismo se ofrecen en copropiedad. Hay fracciones de una octava parte de la casa (que es el mínimo en que se divide) desde 90.000 euros. Es lo que se puede pagar por una parte de un apartamento en Baqueira, o los 145.000 euros por una octava parte de un chalet de lujo en una de las mejores urbanizaciones de Jávea. Se puede comprar desde una octava parte a la mitad del inmueble y disfrutarlo ese tiempo. Además, se puede intercambiar la estancia con otros propietarios de otras casas vacacionales, en otro destino.
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El mecanismo es sencillo. La propia empresa que gestiona las ventas de las casas cuenta con una aplicación en la que cada copropietario elige y reserva, cada año, las semanas que querrá pasar en su residencia. En ese tiempo, nadie más tiene acceso a la casa. De hecho, se la encuentra en perfectas condiciones porque la empresa gestora se encarga del mantenimiento y limpieza, además de la decoración y el diseño.
La idea surgió tras un análisis sencillo de los datos de ocupación de las segundas residencias, que según especifica Vivla, «permanencen vacías más del 80% del año». Es decir, «están infrautilizadas, se deterioran con el tiempo, y aun así siguen generando gastos de mantenimiento, impuestos, imprevistos o de gestión». Por eso, la inversión en una vivienda vacacional puede acabar pesando más de lo que aporta a su uso y tenerla, puede acabar siendo una obligación y no un disfruta. Pero con la copropiedad, sólo se paga por el tiempo que se va a pasar. De hecho, si finalmente no podemos pasar nuestras semanas de vacaciones, se puede alquilar ese tiempo a un tercero, porque la vivienda es de nuestra propiedad, igual que una en régimen ordinario. Con la novedad de que también se pueden intercambiar semanas con otra persona o acudir a otra de las casas de este sistema si su copropietario está de acuerdo en el cambio o tiene semanas vacías.
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«Es una manera flexible, inteligente y muy humana de tener una segunda vivienda, pero no deja de ser una inversión, porque al final estás comprando un activo con revalorización histórica lo que significa que si quieres vender tu participación en un futuro, puedes hacerlo sin problemas beneficiándote de la plusvalía», explica el CEO de Vivla.
Y, ¿qué tipo de relación hay que tener con el resto de copropietarios?Pues generalmente, ninguna, porque no tienen por qué conocerse de nada. Aunque también existe la posibilidad de sí hacerlo, porque acaban compartiendo algo tan importante como una casa, aunque no coincidan. «No obligamos a convivir, pero sí facilitamos encuentros auténticos entre personas que comparten una misma forma de entender el tiempo, el descanso y la vida, es la comunidad que estamos formando y eso genera confianza, colaboración y una red silenciosa pero real entre propietarios», explican desde la promotora.
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El tipo de clientes que se interesan por una copropiedad son personas que no solo buscan una segunda casa, sino una manera diferente de habitarla, sin tantas cargas. Entre los copropietarios, explican desde la empresa, hay gente muy real, con vidas muy intensas, que eligen compartir momentos especiales con los suyos y que ya no quieren cargar con la rigidez y el coste de una segunda residencia tradicional. «Muchos vienen de grandes ciudades, están acostumbrados a altos estándares y buscan una forma de invertir que también les dé disfrute. Tenemos familias jóvenes, parejas que rehacen su vida, jubilados activos y perfiles internacionales», cuentan. Lo que todos tienen en común es una forma de pensar más moderna: buscan flexibilidad, calidad de vida y acceso a lugares únicos sin renunciar a su libertad.
Eduardo Sicilia, por ejemplo, es uno de los copropietarios que ha optado por este sistema. Lo ha hecho porque de otro modo, no podría comprarse una casa como la que ahora tiene compartida. «En este formato puedo disfrutar de una casa fantástica de forma fraccionada. Nunca pensé que esto podía ser una opción hasta que conocí el tipo de casa». Compartir la vivienda tiene sus contras, claro, porque no se puede usar cuando uno quiera, sino cuando le toca. Pero a Eduardo le compensa. «Ojalá fuera el único propietario, claro. Pero así sólo he pagado una octava parte y no me hago cargo ni del mantenimiento. No me tengo que preocupar de nada», explica.
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¿y qué pasa si un copropietario quiere vender su parte porque no quiere seguir manteniendo la vivienda? O al revés, si quiere disfrutarla durante más semanas. En este sistema se puede vender la participación en cualquier momento y recuperar la inversión inicial. Incluso, de una revalorización del inmueble. Al fin y al cabo, es una propiedad como las tradicionales, aunque se trate de una parte. Y en caso de que se quiera disponer de algo más que una octava parte, se pueden adquirir hasta cuatro participaciones. Es decir, la mitad de la casa. «Esto no es solo una forma inteligente de invertir, sino una manera de tener casas que se viven, no que se acumulan. Esa es la clave», explican desde la compañía.
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