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Emociona cómo describe el trabajo de los sanitarios y demás empleados en las residencias. La piel se eriza cuando habla de su pasión por lograr que las personas mayores, sobre todo aquellas con distintas patologías como la demencia, tengan una vejez lo más digna posible. Mary Martínez es la directora de Operaciones de Savia Residencias, cargo que ocupa desde 2020 y al que llegó precisamente para cambiar «el modelo de cuidados». Una persona apasionada y que asumió la responsabilidad asociada a su cargo.
Su empatía, así como sus experiencia, ha sido clave para las dos certificaciones que ha logrado el grupo de centros valenciano en la Comunitat y que la acreditan como una residencia «amigable para las personas con demencia. La primera fue Montán y posteriormente se sumaron los centros de Lliria y La Nucía. Este pionero reconocimiento concedido por la Confederación Española de Organizaciones de Mayores (CEOMA). Esta distinción se basa en una adaptación de los espacios, el modelo asistencial y la formación de los trabajadores para crear diferentes entornos seguros y acogedores, orientados cada uno de ellos a las necesidades específicas de las personas en función de su grado de dependencia.
Cerca del 70% de las personas usuarias de Savia presenta algún tipo de demencia. Este alto porcentaje llevó al grupo a buscar una manera de transformar el modelo de atención y le encargó el cometido a Martínez. «La retirada de las sujeciones y de psicofármacos como sujeción química era sólo el principio», explica Martínez, quien desarrolla los motivos de esta decisión: »La sujeción, al final, es la punta del iceberg de prácticas que se producen en el ámbito residencial y también en el hospitalario; Van enmascaradas como que vas a proteger a la persona mayor, pero al final es por la tranquilidad o la comodidad de los profesionales y también a veces de las familias. Puedes pensar, voy a cogerlo con un cincho en una silla para que no se mueva y no se caiga, pero al final lo que sucede en la persona mayor es que cuando tú le inmovilizas, sea físicamente o farmacológicamente, la inmovilidad es un síndrome geriátrico que desencadena a todos los demás, estás promocionando la incontinencia«.
Respecto a los tratamientos farmacológicos explica que es más complicado al ser menos «visible»: «Retirar las prescripciones de psicofármacos de neurólogos y psiquiatras es más complejo, muchas veces, la única herramienta que tiene el médico en muchas ocasiones es la prescripción del fármaco, no tiene otra solución. En las residencias tenemos el potencial de todos los profesionales —los psicólogos, los terapeutas ocupacionales, los fisioterapeutas— que lo que tienen que hacer es buscar las posibles causas para evitar recurrir al medicamento porque muchas veces tienen efectos secundarios».
Este proyecto, de manera global lo que produce es que el cuidador debe ponerse «en lugar de la persona»: «Hay que entender qué le pasa al usuario, por ejemplo, no puedes coger la silla de ruedas de una persona y moverlo sin decirle nada, es lógico que si no le explicas, se pondrá a chillar o a llorar. Cuando se acompaña a alguien de un lugar a otro, por el camino tenemos que ir hablando con ellos, preguntándole cosas de su vida, que se expresen y demás».
Esta atención integral se estructura en cinco áreas. Además del buen trato, que es fundamental para preservar la dignidad de cada persona, evitando conductas infantilizadas y promoviendo un acompañamiento respetuoso por parte del personal auxiliar, se trabaja la estimulación funcional, dirigida por el fisioterapeuta, combina ejercicios físicos y cognitivos que mantienen la movilidad mientras se trabajan aspectos emocionales a través de la historia de vida de cada persona usuaria.
Por otra parte, la gestión de conductas disruptivas se realiza mediante protocolos específicos desarrollados por el equipo de psicología, que registran patrones de comportamiento —como horarios, duración de las crisis y contexto— para identificar las causas, ya sean cambios en la medicación, rutinas diarias o estímulos ambientales. Este seguimiento continuado permite adaptar los cuidados, evitar el uso de psicofármacos como sujeción química y por tanto mejorar la calidad de vida al actuar directamente evitando las causas que generan la conducta. «A lo mejor hay una persona que se levantaba muy temprano a lo largo de su vida para ir a trabajar y ahora lo tienes en la cama, por esto es importante saber esa historia de vida», afirma Martínez. Conocer la historia de vida y el entorno familiar es otro de los pilares del proyecto. El equipo de animación sociocultural se encarga de recopilar esta información y trasladarla al resto de profesionales, de modo que se integre en todos los niveles de atención y cuidados.
La gestión de los entornos no solo en la seguridad, sino también en aspectos como el control de sonido, la iluminación, los contrastes de colores y los circuitos de deambulación, entre otros. Se trata de generar espacios en los que la persona reciba estímulos que sea capaz de ver, reconocer y le generen bienestar, le estimulen cognitivamente o le relajen.
«Las personas con demencia moderada en grado 5 o 6 solo ven los colores primarios: el rojo, el azul, el amarillo, el negro en el suelo para ellos es un agujero, el blanco no lo visualizan bien, y a veces se caen porque no ven el contorno del retrete. Un reflejo de una luz en un pasillo para ellos es como si fuera agua, puede ser algo que les es molesto. Tenemos que terminar con las megafonías. Imagínate una persona con demencia avanzada que está en su mundo y de repente oye chillidos; hemos generado zonas de descanso, recorridos de vagabundeo con zonas para estimular, para relajar» describe Martínez.
El entorno residencial también ha sido rediseñado para facilitar la orientación y seguridad: puertas contrastadas para identificar fácilmente espacios como baños, fotografías personalizadas en las habitaciones, vinilos que ayudan a reconocer zonas y otros elementos visuales y sensoriales, como aromas que evocan el hogar, creando un ambiente familiar y tranquilo. En definitiva, que los usuarios vivan la última parte de sus vidas con la dignidad que merece cualquier ser humano.
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