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El sencillo hábito que mejora el cuerpo y la mente de tus hijos en vacaciones. AFP

El sencillo hábito que mejora el cuerpo y la mente de tus hijos en vacaciones

El running puede ser una forma excelente de incorporar el ejercicio diario, si se plantea como un juego, se convierte en una fuente de bienestar que los niños recordarán con placer

Juan Carlos Alonso

Valencia

Viernes, 27 de junio 2025, 12:39

El verano es sinónimo de vacaciones, calor y tiempo libre. Pero también puede convertirse, sin darnos cuenta, en una época de sedentarismo para los más pequeños si no les ofrecemos alternativas activas y divertidas. En una sociedad cada vez más digitalizada, fomentar el movimiento y el ejercicio en la infancia no es solo una buena idea, es una necesidad.

Durante la infancia y la adolescencia, la actividad física es un pilar fundamental para el desarrollo integral de los menores. Moverse, correr, saltar o jugar al aire libre no solo contribuye a un crecimiento saludable, sino que también ayuda a prevenir enfermedades como la obesidad infantil, la diabetes tipo 2 y los trastornos cardiovasculares. Además, el ejercicio, en todas sus formas, mejora la forma física general, fortalece los huesos y regula el estado de ánimo

La Organización Mundial de la Salud recomienda que los niños y adolescentes realicen al menos una hora diaria de actividad física moderada o vigorosa, preferiblemente aeróbica. Estas recomendaciones, aunque se pueden seguir durante todo el año, son aún más fáciles de cumplir en verano, cuando el tiempo libre permite a las familias buscar momentos para moverse juntos. Aun así, no se trata de imponer entrenamientos o rutinas estrictas. Al contrario, lo ideal es que el movimiento forme parte del juego, que correr o montar en bicicleta se viva como una experiencia lúdica y disfrutable, y no como una obligación.

Una de las actividades más sencillas y completas para los niños es correr. El running adaptado a la edad y las capacidades físicas del menor puede ser una forma excelente de incorporar el ejercicio diario. A partir de los cinco años, los niños ya pueden empezar a disfrutar de esta actividad dentro de sus juegos. No hace falta técnica ni reglas estrictas, lo importante es que se diviertan, que exploren su entorno, que corran por la playa o el parque. Más adelante, hacia los ocho o doce años, ya están en condiciones de comprender mejor cómo dosificar esfuerzos o cómo adoptar una postura más consciente al correr. A partir de los doce, incluso pueden marcarse pequeños retos personales, como participar en una carrera de corta distancia, siempre desde un enfoque no competitivo.

Durante el verano, es clave buscar espacios agradables y seguros donde los niños puedan moverse con libertad. Entornos naturales como la montaña, la playa o los parques amplios ofrecen estímulos visuales y sensoriales que enriquecen la experiencia. La práctica deportiva debe adaptarse a las condiciones físicas del niño, sin forzar, permitiendo pausas y asegurando una buena hidratación, especialmente en los días de más calor. También es esencial que el calzado sea cómodo, flexible y del tamaño adecuado, ya que el pie infantil cambia con rapidez y utilizar zapatillas inadecuadas puede provocar molestias o lesiones.

La alimentación juega un papel protagonista en esta etapa. Durante el verano, mantener una dieta equilibrada rica en frutas, verduras y alimentos frescos es fundamental para asegurar la energía necesaria durante la actividad física. Igualmente importante es respetar los tiempos de descanso. Dormir bien y, si es necesario, incorporar pequeñas siestas, permite una mejor recuperación y evita el agotamiento físico.

El ejercicio en la infancia no solo aporta beneficios físicos, también refuerza la autoestima, favorece las relaciones sociales y permite establecer una relación positiva con el cuerpo y con el propio esfuerzo. Si se plantea como un juego, como una aventura compartida en familia o con amigos, se convierte en una fuente de bienestar que los niños recordarán con placer y querrán repetir.

El verano, con su ritmo relajado y tiempo libre, es el momento perfecto para que los niños descubran que moverse puede ser divertido. Establecer estos hábitos desde temprana edad no solo contribuye a su salud actual, sino que construye una base sólida para una vida activa y equilibrada en el futuro.

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