El hábito de 10 minutos al día que puede prolongar tu vida más de una década
La ciencia señala que algo tan simple como correr diez minutos al día puede marcar una diferencia profunda en la salud y la longevidad humana
Juan Carlos Alonso
Valencia
Viernes, 16 de mayo 2025, 16:30
En un mundo obsesionado con la juventud, la solución para 'ralentizar' el paso del tiempo o, por lo menos, hacerlo menos visible, podría estar mucho más cerca —y ser más sencilla— de lo que se piensa. No se trata de costosos tratamientos estéticos ni de regímenes extremos. La ciencia señala que algo tan simple como correr diez minutos al día puede marcar una diferencia profunda en la salud y la longevidad.
La edad cronológica, esa que celebramos cada año con velas y tartas, ofrece apenas una imagen superficial del verdadero estado del cuerpo. Quien no se ha sorprendido alguna vez al conocer la edad de una persona que pensaba que era mucho mayor, o al revés. Y es que, en la actualidad, el foco se ha desplazado hacia un concepto más revelador: la edad biológica. Esta se basa en el análisis del desgaste celular y molecular del organismo, y puede llegar a variar, enormemente, entre personas que comparten la misma edad en su documento de identidad.
Factores como la alimentación, el descanso, el estrés y, sobre todo, la actividad física, pueden acelerar o ralentizar el deterioro interno. La diferencia puede ser asombrosa y es que, según diversos estudios, está comprobado que dos personas de 50 años pueden tener un estado biológico separado por más de una década.
Un estudio publicado en la 'International Journal of Environmental Research and Public Health' reveló un hallazgo notable: correr o trotar al menos 75 minutos por semana —equivalente a unos diez u once minutos al día— puede alargar significativamente los telómeros, pequeñas estructuras de ADN que protegen los extremos de los cromosomas y son considerados un indicador clave del envejecimiento celular.
Los participantes activos en el estudio mostraron telómeros más largos que aquellos con una vida sedentaria, una diferencia que, traducida en términos biológicos, representaba hasta doce años de juventud celular. En otras palabras, un hábito tan simple como correr brevemente a diario puede ser equivalente a retroceder más de una década en el reloj biológico, casi nada.
El beneficio de este pequeño gesto va más allá del ADN. Correr con regularidad, incluso por períodos cortos, está vinculado con un menor riesgo de mortalidad, una reducción en enfermedades crónicas como la hipertensión, la diabetes tipo 2 y ciertos tipos de cáncer. Además, fortalece el sistema cardiovascular, mejora la musculatura, incrementa la densidad ósea y eleva los niveles de energía.
Lo más revelador de esta evidencia es su accesibilidad. No se requiere inscribirse en un gimnasio, correr maratones ni seguir rutinas de gran sacrificio. Se trata de incorporar un momento breve de movimiento cada día, con constancia y sin presión.
En una sociedad empeñada en imponer estándares prácticamente inalcanzables, tanto de salud como de estética, este enfoque deja esto atrás. Lejos del perfeccionismo y de la exigencia extrema, la clave está en pequeños hábitos que pueden mantenerse en el tiempo y que, en conjunto y a la larga, tienen un fuerte impacto positivo.
La ciencia respalda una visión más humana y realista del bienestar: hacer algo, aunque sea poco, es infinitamente mejor que no hacer nada. Correr diez minutos al día no es solo un acto de disciplina personal, es una inversión tangible en la calidad y la duración de la vida.
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